Ser valiente es una cosa difícil en estos tiempos, los días de los héroes blandiendo espadas y luchando codo a codo por conseguir tus ilusiones a mi me encantan pero a la hora de aplicarlas a la vida propia suenan como un cuento chino.

Es muy difícil ser valiente cuando las cosas no te van de cara. A mi a menudo me sucede que cuando tengo la oportunidad de sacar la espada y ganarme un punto me entra el pánico escénico y me quedo totalmente trabada.

Recuerdo que no hace mucho tiempo, estaba hablando con mi padre sobre el matrimonio gay en España. Yo le comentaba que había gente que no quería que se llamara matrimonio pero que la mayoría de la gente estaba de acuerdo. Entonces mi padre me dijo: «Yo tampoco estoy de acuerdo en que se llame matrimonio. El matrimonio es para tener hijos«. Yo pude contestarle un montón de cosas. Como que habían muchos matrimonios heterosexuales que no pueden o quieren tener hijos y nadie alega nada de eso. Pero me quedé totalmente trabada (para no variar) y me mordí la lengua con el corazón un poquitin más roto.

He vuelto a pensar en ese momento un montón de veces, en lo que pude hacer y no hice por esconderme detrás de un silencio que me evitaba el esfuerzo pero no la soledad y me he prometido que la próxima vez las cosas van a ser distintas y realmente quiero que sea así.

Desafortunadamente la mayoría de las veces la nuestra es una lucha que se lidia en solitario y que cuando no sale bien te deja en mala posición porque no hay quien salga a relevarte y tienes que seguir tirando por mucho que estés mal herido. Pero a mi en la rueda de la fortuna de la vida me toco contar con alguien que para mi buena suerte es mucho más valiente que yo y no está dispuesta a luchar solamente por ella sino que le sobran las fuerzas para echarme una mano.

Me refiero a mi hermana Patricia. Muchas veces me sorprendo encontrándome con que hay una persona en el mundo que es tan valiente que es capaz de algunas veces defender con más intensidad mi derecho a ser lesbiana que yo misma.

Mi hermana para mi es la persona capaz de poner en riesgo su boda por no renegar de lo que soy. Y es que mientras que yo eludí estratégicamente (por no decir que mentí como cosaca) la pregunta de «¿Esta usted casada?» El día que fui a las platicas pre bautismales de mi sobrino, mi hermana decidió echarse un round con el sacerdote que tenía que confesarla el día de su boda porque le dijo que la homosexualidad no estaba bien.

Me la imagino ahí diciéndole al hombre que ella no pensaba enseñarles a sus hijos (que todavía ni existían) que el amor que su hermana sentía estaba mal y que antes que eso dudaría de su fé. Me imagino al sacerdote con la boca abierta diciéndole que ella no estaba preparada para el matrimonio ni para formar una familia porque era incapaz de enseñar a sus hijos su fe correctamente. Mi hermana se cruzó de brazos y le respondió: «¿Bueno y ahora qué?» y el sacerdote al que en su vida le habían llevado la contraria de esa manera decidió que de todos modos iba a permitirle casarse.

Ahora nos reímos mucho cuando nos acordamos, yo siempre le digo que tenía que haber sido más prudente porque ya me imagino la cara de todo el mundo si el tipo decide cancelar la boda que iba a ser el otro día. Pero la verdad es que en secreto mi corazón siempre les estará agradecido porque es la única persona que ha sido capaz de anteponer mi integridad a su felicidad. Eso no es algo que se pueda conseguir todos los días.

Admiro mucho la fuerza de mi hermana, tengo muchas cosas que aprender de ella y me gusta saber que en el fondo cuento con alguien que está dispuesta a defenderme de todos los demás. De levantarse cabreada si alguien se expresa mal de los homosexuales, de decirle a su pareja que antes de salir tiene que saber que piensa sobre la homosexualidad porque para ella soy importante y no esta dispuesta a relacionarse con nadie que me haga de menos.

Es raro porque en el ritmo total de nuestra vida se supone que yo soy la mayor y usualmente soy la más fuerte. Siempre ha sido así, pero hoy les voy a contar un secreto la verdadera valiente de las dos es mi hermana.

¿A ustedes también las domina a veces el miedo?, ¿tienen la suerte de tener alguien como mi hermana a su lado?, ¿Se sienten solas o cansadas a veces de estarse justificando?. No sé porque me ha dado por pensar en esto hoy, pero creo que es porque quería hacerles saber a todas ustedes que están ahí del otro lado que no son las únicas personas que a veces sienten que la lucha se hace demasiado pesada. Se hace más fácil cuando te das cuenta de que en realidad todos somos humanos y a veces vamos a la alza y otras a la baja.

Así que échenle ganas lesbicanarias y recuerden que si algún día están a la baja siempre tendrán este espacio para recargar pilas y seguir adelante que como solía decir mi tía Flor: «no seremos machos pero somos muchas ;P»