Esta semana señoras les va a tocar un doblete de las famosas clases de Pepa Miranda, y es que hemos recibido en esta maravillosa academia del amor, la visita de Silvia Castro que nos va a dar una catedra sobre «El arte de hacer de las metas realidades» o «Como llevarte a la novia al huerto»

Así que vamos a por ello chicas que estos dos capítulos de Los Hombres de Paco han estado muy centrados en la acción, pero aun así hemos tenido un momento que nos ha dejado casi sin respiración. Y aprovecho para dedicarle este resumen a Zami de Venezuela que me escribio ayer para decirme que extrañaba estos resumenes :D.

Pepa y Silvia trabajando

Nuestro episodio comienza con Silvia en plan CSI total observando la escena del crimen y descubriendo como pasó todo en cámara lenta. Paco, Mariano y Aitor se han metido en un buen lío porque el hombre que mantenían prisionero para intercambiar se ha encajado una taza del baño rota en pleno pecho y está lo que se dice en idioma llano «más frío que un iceberg» (sip, esto es LHDP lol).

El tipejo de asuntos internos presiona a Silvia para que le diga que pasó y esta empieza a describir todo. Yo la verdad me quede totalmente embobada cuando descubrió restos de plexo solar y pulmón sin necesidad de pasar por laboratorio. Si es que la pelirroja es una geniecilla azul.

Silvia Castro

Silvia «No necesito ni laboratorio porque soy una crack» Castro

Una vez de vuelta en comisaría el de asuntos internos se da cuenta de que Silvia hizo unos análisis para Paco (aquellos del uranio empobrecido) y la mete en la sala de interrogatorios para cuestionarla en plan macabro. Afortunadamente para él había más gente que Pepa fuera de la sala porque cuando le grita a la mujer le sale lo Miranda y ya está a punto de entrar a partirle su mandarina en gajos.

Silvia reconoce que hizo los análisis y cuando el hombre amenaza con imputarle cargos si no le dice todo Silvia le entrega su arma y su placa.

Pepa y Silvia

En cuanto sale Pepa se apresura a consolarla y el comisario le dice que no se preocupe y cuando Trujillo intenta interrogarlo a él le entrega también su placa y su pistola y se marcha con Silvia. Pepa cabreada se quita todo y mira con cara de «A-mi-niña-nadie-le-grita-masa-putrefacta-de-vomito-radioactivo-ultravenenoso» y se va con ellos.

Pepa cabreada

Por su puesto lo de dejar la placa y demás parafernalia no ha sido sino un timo para entretener a Trujillo (el de asuntos internos). Todos los chicos se van a la cafetería a hacer un cuartel general para descubrir donde están Paco, Mariano y Aitor y sacarlos de cualquiera que sea el atolladero en el que están metidos.

A medias de la investigación Curtis se acerca hasta Pepa para darle ánimos y para decirle que quiere terminar con ella. Es un momento agridulce porque ambos saben que es todo una charada. Curtis le dice que lo siente pero que él es un hombre de muchas mujeres y que no puede quedarse. Pepa le sigue el juego y le dice que mejor lo hablen luego para ver si se arreglan pero él le dice que no. Es una escena bonita porque las cosas están claras para los dos por mucho que sus palabras digan otra cosa. Al final Curtis anima a Pepa a «reavivar los rescoldos que tiene con Silvia».

Después de una intensa investigación consiguen descubrir donde se citaron con los mafiosos y salen todos corriendo armas en mano hasta el lugar pero cuando llegan solo encuentran casquillos de bala.

Pepa y Silvia

Al otro día en la comisaría Silvia se acerca a Pepa para recordarle que la rueda de reconocimiento de un caso ya está lista y se le está haciendo tarde. A Pepa nadie le había avisado de que tenía que ir y Silvia le dice embromadora que seguro es porque está muy liada rompiendo corazones. Pepa le responde que los músculos que adornan sus brazos (mejor conocidos en el mundo del hampa deportivo como conejos) los ha conseguido gracias a sellar tantos casos resueltos.

¡Jo, una ahí dándole a la bicicleta y las pesas…! Si es que lo dicho, entre las actividades extracurriculares y lo de sellar casos que te pone brazos de modelo no hay mejor trabajo que el de San Antonio. Creo que voy a presentarme a las próximas oposiciones. Y sip hay policías sexys y de nuestro club, yo conozco a alguna por aquí pero mis labios están tan sellados como los casos de Pepa.

En fin que volviendo al trabajo, las chicas entran al cuarto y Silvia le dice a la testigo que se fije muy bien porque cualquier información que recaben les puede ser de mucha utilidad. Entonces enciende las luces para ver a los sospechosos y nos encontramos con esto:

Mi favorito es el tres, aunque yo creo que tú con un escote de barco estarías mucho mejor, aunque claro yo te imagino con el numero dos puesto y avanzando hacia el altar y es que me falta el aire.

La cara de Pepa es una especie de mezcla entre WTF! y sorpresa de la buena. Y cuando Silvia se le acerca mirándola con ojos de esperanza y la toma de la mano casi podemos verla quedarse sin respiración al igual que a todas nosotras. ¡Se lo va a pedir chicas!

Silvia sonriéndole a Pepa

A ver Pepa yo no sé como se hacen estas cosas. Y además hubiera preferido que mi padre no estuviera cesado y que tu hermano no estuviera en busca y captura. Vamos, que todo estuviera bien. Pero eso aquí en San Antonio, eso es imposible, y yo no podía esperar más. ¿Quieres casarte conmigo?.

Pepa sonríe, está asustada pero está muy contenta. Silvia la ve super ilusionada, las lesbicanarias gritamos al unisono AWWWWWWWWWWWWWWWW y entonces ¡¡alguien entra e interrumpe!! Y aquí tengo que insertar una rabieta porque es justo y necesario. ¿Qué demonios nos pasa a las lesbianas con los cerrojos? ¡Que para algo existen señoras!, que esas trabitas que están junto a las puertas no están ahí nada más para adornar. ¡¡¡Agh!!! entre las Otalia y las PepSi me están matando.

Silvia pidiéndole matrimonio a Pepa

En fin, volviendo a lo nuestro, la interrupción viene porque se requieren con urgencia los servicios médicos de Silvia. Aitor (que está en una celda) ha sufrido una especie de desmayo. Las chicas salen corriendo a la celda y Silvia le hace una revisión rápida. De inmediato se asusta porque Aitor no siente las piernas y ella se da cuenta al instante de que algo va muy mal así que intentando no asustar al personal se lo lleva al laboratorio para hacerle más pruebas.

A medida que pasa el tiempo Aitor sigue perdiendo sensibilidad y se va poniendo más malo y Silvia se da cuenta de que está sufriendo los efectos de algún veneno pero si no consiguen descubrir cual es no puede hacer nada, porque aunque tiene muchos antídotos solo el indicado podría salvarlo.

La cosa se pone muy tensa, Aitor está muriendo, Sara está desesperada y Silvia impotente porque sabe que no puede hacer nada. Entonces Pepa intenta distraerlos a todos diciéndole a Sara que Silvia le ha pedido matrimonio y lo que es mejor que ella le va a decir que si.

Pepa y Silvia trabajando

Pepa le dice a Aitor que no se puede morir porque tiene que entregarla en el altar. Los minutos siguen pasando y la cosa empeora. Aitor empieza a sufrir ataques, nos ponemos todas de los nervios. El comisario intenta sacarle la verdad al delincuente a base de mano dura. Y cuando parece que ya todo está perdido consiguen el nombre y Silvia le encaja el antídoto directamente en el corazón a Aitor para salvarle la vida.

Una vez pasado el susto nuestras chicas se encuentran fuera del laboratorio y se miran con estas caras:

Pepa y Silvia mirándose

Pepa entonces mete la mano en el bolsillo de la bata de Silvia para encontrar el anillo (¡serán mal pe nsadas!) y lo saca con cuidado de su cajita para ponérselo en el dedo. ¡¡¡AWWWWWWWW!!! El anillo

Y colorín colorado esta pedida de mano ha terminado. Y es que ¿Quién no querría casarse con la pelirroja? Digo yo. Así que chicas preparen los vestidos largos, los zapatos de aguja, las corbatas, los sacos y sobre todo vayan juntando el arroz, que ¡¡tenemos boda PepSica en camino!!

Yo es que de solo pensarlo me emociono todita, y para que vean las dejo con una última imagen de nuestras chicas en plan felicidad total que cuando suceden cosas buenas hay que disfrutarlas al máximo.

Pepa y Silvia contentas