Señoras, tengo claro que a mí me hace daño ver Anatomía de Grey, se los juro, lo mío no es normal. Si el año pasado me tenían por la calle de la amargura meditando si quería un bebé en mi vida este año ha tocado reflexionar sobre ser la tercera madre en discordia. Porque puede que ninguna de ustedes lo sospechara señoras pero tengo que confesar que no soy el «padre biológico de Jud» :P.

Mi historia es en muchas ocasiones diametralmente opuesta a la de Callie y Arizona, y en otras tan parecida que me puede dar hasta un poco de risa. Verán cuando yo conocí a la señorita Genix, ella y su ex tenian cuatro años de haberse separado, pero aun eran amigos (de hecho él fue el padrino de nuestra boda). Eso para mí nunca fue demasiado problema, quizá porque estoy completamente loca, pero lo cierto es que nunca he sido demasiado celosa, y tengo completa confianza en ella desde el principio. Nunca me dio miedo esa parte, si ella no quisiera estar conmigo estaría con alguien más, al menos eso es lo que siempre he pensado.

Pero ¿saben qué sí me dio pánico? Descubrir que tenía una hija, porque veran, a los 19 años yo sabía que algún día quería ser mamá. Y ese algún me sonaba terriblemente lejano, tan lejano que jamás había meditado sobre el asunto de manera real. Me había hecho ilusiones y había fantaseado con ello, pero no lo había solidificado como un plan real en mi vida.

El caso es que cuando supe que Genix tenía una hija pequeñita se me hizo algo muy lindo y muy parte de ella pero también algo muy ajeno a mi. Y cuando nuestra relación se fue haciendo más fuerte tuve que meditar seriamente que iba a tener un nuevo rol en la vida y eso sí me daba muchísimo miedo. Mi rol no se suponía que fuera de madre, Judith tenía un papá y una mamá no necesitaba nada más, pero sí tenía que ser responsable de una pequeña y en cierto sentido ser un modelo para ella. Tenía que enseñarle cosas y contarle cuentos y todas esas cosas que mis padres había hecho por mi, etc. Y no era una responsabilidad que me tomara a la ligera.

Veran mi padre siempre nos inculcó el que cuando uno traía un hijo a este mundo era para quererlo, cuidarlo y sobre todo hacerse responsable de esa vida. Nos dijo, a mis hermanas y a mi que otra cosa no era aceptable y que si no queríamos algo así siempre existian los métodos anticonceptivos (mi padre siempre fue muy abierto respecto a la sexualidad). Y es verdad que yo no iba a traer literalmente al mundo a Jud, pero si aceptaba seguir adelante si que iba a traerla a mí mundo y eso a mi modo de ver las cosas era prácticamente lo mismo.

En ese momento yo no había planificado tener una hija, no era mi sueño (como diría Arizona), pero sí amaba muchísimo a su madre y esa peque era parte del plan, así que era un all in o nada y yo decidí aventarme con todo. Lo cierto es que lo que me parecía tan complicado en teoria en la practica fue mucho más fácil, porque Jud siempre fue una persona muy fácil de querer. Así que en menos de lo que canta un gallo ahí estaba yo siendo la tercera en discordia.

Ahora que leo sobre todos sus temores o enfados respecto a la relación de Arizona con el posible hijo biológico de Callie me asombra no haber tenido esos mismo miedos. Lo cierto es que yo jamás me puse a pensar que no tendría ningún papel que me vinculara a Jud y en lo que podría pasar en un futuro si Genix y yo no funcionábamos. Tampoco pensé que vería en ella a el ex de mi chica constantemente. Las cosas que me daban miedo eran cosas como: ¿seré capaz de criar un bebé cuando no siento que sea madura ni para cuidarme a mí misma? ¿quiero aventarme una responsabilidad así para el resto de mi vida? esas sobre todo me tenían amargada.

A estas alturas del partido (12 años después de haberla conocido) creo que llevo la mitad del exámen superado con éxito. No es que todo haya sido fácil, pues por supuesto que no, yo tuve que madurar mucho y ella también tuvo que adaptarse. Han habido momentos muy malos, como cuando me gritó que yo no tenía derecho a regañarla porque no era su madre y han habido otros muy buenos, como cuando me preguntó si lucharía por su custodia si le pasara algo a su madre porque ella quería seguir viviendo conmigo.

Y el caso es que al pasar de los años he pasado de ser Paola para convertirme en madre. Y soy yo la que habla con ella de sexo abiertamente (como me enseñó mi padre), la que le hace de comer todos los días (y me enorgullece decir que mi comida le gusta más que cualquier otra :P) y la que la hace lavar los trastes si dice malas palabras. Y a medida que pasa más y más tiempo me siento menos la tercera madre en discordia y más la madre a secas. Así que mi consejo cuando algo inesperado llega a tu vida sería ¡aviéntate porque aunque en este momento las cosas no parecen ser como las has planeado, si pones tu corazón en ello, te involucras y estás abierta a la experiencia se puede convertir en una de las cosas más bonitas de tu vida!

Imágenes por: Ben Pollard y Andy Brannan