Este post forma parte de Yo Lesbicanaria un espacio en el que invito a otras chicas lesbianas y bisexuales a quienes admiro a escribir un post como invitadas en el blog para mostrar lo diferentes que somos y que existimos lesbianas de todos los tipos. Así que denle la bienvenida a Ingrid

YoLesbicanaria

Durante mi primer año fuera del armario, yo estaba casi segura que todas las lesbianas estaban locas o por lo menos obsesionadas con el sexo. La verdad es que al principio no había conocido muchas lesbianas y las únicas que había conocido, pues…les voy a contar.

En esos viejos tiempos (1997) yo me pasaba la mayoría de mis días en internet. Un día, alguien me mandó un mensaje por el chat de America Online. Luego de hablar un buen rato, nos dimos cuenta que vivíamos casi al lado. Ella me preguntó si quería conocerla en persona y le dije que sí. Pensándolo bien esa no fue una de mis decisiones más inteligentes. Pudo haber sido un asesino en serie ahí con su navaja, esperándome detrás de un árbol. Pero bueno. Yo tenía 17 años y una muchacha lesbiana me quería conocer. No tenía las prioridades muy claras a esa edad.

Felizmente, la chica resultó tener 16 años. Su nombre era Rebeca. Rebeca y yo nos hicimos amigas casi de inmediato, pero nuestra amistad no duró mucho tiempo.

Un día estaba yo en su cuarto. Teníamos planeado ver una película y ella me dijo que esperara en su cuarto porque quería cambiarse de ropa. Se metió al armario y yo me senté en su cama a esperarla. Al fin salió y cuando la vi me quedé completamente paralizada. La chica estaba totalmente desnuda. ¡Totalmente!

Ella se acercó a mí y me dijo, ¿No te gusta lo que ves? Yo no podía formar palabras. ¡Esas cosas no pasan! Por lo menos esas cosas no me pasaban a mí. De un momento a otro me encontraba yo en medio de una película porno. ¿Qué se supone que hiciera?

Yo no le dije nada porque no sabía que decirle y ella tomó mi silencio como invitación para tratar de besarme. Yo, siendo una lesbiana joven y saludable, hice lo único que se me ocurrió hacer al tener una chica linda y desnuda al frente… brinqué de la cama, y salí corriendo por la puerta lo más rápido posible.

Después de meditar la situación por unas cuantas horas, pensé que a lo mejor el problema era con las lesbianas solteras. A lo mejor estaban muy desesperadas y eso les hacía desnudarse de momento y brincarle encima a la primera lesbiana que encontraran.

Como un mes después, conocí a una pareja lesbiana. Ellas me invitaron a salir un día. Y yo les dije que sí, con gusto. No me imaginaba tener problemas con una pareja feliz. Así que salimos a comer.

Una de las chicas se llamaba Navi. La otra se llamaba Sharon. Navi era súper tímida y Sharon todo lo opuesto. Llegamos al restaurante y nos sentamos. Todo muy normal. Ellas muy simpáticas. Pero luego de un rato, las cosas se pusieron un poco extrañas.

Sharon no paraba de tocarme. Hablaba conmigo y me tocaba la rodilla, la pierna, el brazo. Al principio yo pensaba que era algo normal. Hay gente que le gusta tocar a la gente cuando le hablan. Pero es que ella no paraba y empecé a sentirme incómoda.

En una estaba yo hablando y ella se desabrochó un poco la blusa mientras me miraba. ¡Y con la novia al frente! Yo no sabía qué hacer. Tenía miedo de que Navi se pusiera celosa y me fuera a matar a cuchillazos. Pero a ella como que no le molestaba. Pensé que a lo mejor era algo normal para ellas.

Al terminar la cena, Sharon dijo que teníamos que pasar por su casa a recoger una cosa muy importante que se le había olvidado. Yo le dije que estaba bien. Así que fuimos a su casa.

En su habitación me di cuenta que lo que tenían ellas en mente no era recoger nada. No. Lo que tenían ellas en mente era algo muy diferente. Al entrar en su cuarto, Sharon bajó las luces y empezó a desnudarse. Yo estaba sumamente confundida, especialmente cuando las dos empezaron a besarse. ¿Qué diablos estaba pasando? A lo mejor se les había olvidado que yo estaba ahí. Pero Sharon me miró y se sonrió y me agarró de la mano para que viniera donde ella.

En ese instante fue que me di cuenta que lo que querían ellas era un trío conmigo. Yo ni sabía lo que era un trío exactamente, pero tenía una buena idea de que empezaban así más o menos. Como ellas eran las que tenían el auto no podía salir corriendo por la puerta esta vez, así que les dije muy claramente que no estaba interesada y que por favor me llevaran para mi casa.

Después de eso decidí que el problema era yo. Era demasiada irresistible para las mujeres y ellas no podían controlarse a mí alrededor. O es que eran todas ninfómanas. Una de las dos cosas.

Sin remedio, de ese momento en adelante decidí que no iba a salir con más mujeres. Me iba a quedar en mi cuarto leyendo libros bonitos de lesbianas románticas. O por lo menos eso haría en cuanto encontrara uno.

Así que una noche fui a una librería gay y me senté frente a la selección de libros lésbicos. Después de mucho tiempo encontrando solo libros eróticos, encontré mi libro perfecto. El libro se llamaba Dark Room y yo estaba súper contenta de haberlo encontrado. Estaba convencida que el libro iba a ser sentimental y lleno de felicidad y amor y flores y cosas bellas. Me lo llevé para mi casa.

De lo que yo pensaba que se trataba el libro: Dos chicas que se conocen en internet y se enamoran y viven felices para siempre.

De lo que en realidad se trataba el libro: Una prostituta especializada en servicios sadomasoquistas que encuentra mujeres en línea y las invita a su calabozo de placeres donde las castiga de formas muy detalladas.

Al leer ese libro quedé yo traumatizada por mucho tiempo pensando que así era el sexo entre mujeres. Primero que todo yo no sabía dónde iba a conseguir látigos y estaba casi segura que mis padres no me dejarían tener un calabozo de placeres en la casa. Y segundo, yo no tenía ningún interés en una relación así.

Obviamente estaba un poco confundida en esos días.

Afortunadamente, mi confusión no duró para siempre. Después de unos meses encontré que no todas las lesbianas querían desnudarse frente a mí, ni invitarme a la cama con su novia, ni atarme a un palo y acariciarme dulcemente a latigazos. Pero bueno, todas empezamos en algún sitio.

Mirando hacia atrás, solo estoy agradecida de que Rebeca no resultó ser una asesina psicópata pedófila. Hay peores cosas en la vida que encontrarse en un cuarto con una chica desnuda. Aunque la verdad yo aún prefiero un poco de romance antes de todo eso.