Escrito por: Desiderata

Soy incierta de nacimiento… casi invisible por tímidez, que no afloja ni con el paso de los años. Tengo treintaytantos y escribo a orillas del Tormes. Me gusta encontrar la felicidad en las cosas pequeñas de la vida, cosas que hace que la vida valga la pena. Tengo algunos defectos como lo de ser lectora, serie-adicta y buscadora compulsiva Y cómo diría Juan Gelman “Escribo en el olvido / en cada fuego de la noche / cada rostro de ti.”

Cuchicheos, rumores, chismorreo, cotilleo, murmullo, frases que se cuelan a tu alrededor con sentido despectivo hacia quien crees que eres; quien crees que estás descubriendo que eres. Sí, queridas mías, eso es lo que se encuentra Rose al día siguiente de salir del armario con su papá. El instituto es ese lugar donde pueden pasarnos cosas maravillosas y otras no tan geniales. Incluso puede pasar que nos sucedan ambas. Porque ni la adolescencia, ni el instituto son fáciles para todos, ni mucho menos salir del armario puede ser fácil en cada ámbito de nuestra vida. Y sin embargo, pequeñas lesbicanarias, no es solo que los seres humanos tengamos esa “manía” de despreciar al prójimo, de insultar por sistema, es que tenemos la estúpida costumbre de criticar lo diferente.

Rose está en clase, escuchando a sus compañeros todos esos comentarios despreciativos e insultantes sobre lo que es “súper-marica” o “muy de tortas” e intenta buscar una mirada cómplice en Vanessa… pero no. Está sola ante todo eso. O quizá no tan sola, porque cuando se refugia en los baños a llorar encuentra a otra “alma en desgracia” (que diría la malvada de Úrsula en La Sirenita). ¡Ay! ¿Alguien más piensa que esta pequeña de melena pelirroja no será la última vez que se cruce con Rose? La niña pelirroja (no sabemos su nombre) se interesa por Rose, sabe que estar en el instituto puede ser algo duro. Pero ¡vamos Rose! Que no solo te pregunta cómo estás, te está sonriendo, querida ¿no os parece que harían una pareja muy linda?

Pero lo peor del día está por llegar para Rose que después de clase decide ir a casa de Vanessa para intentar aclarar las cosas con ella. Bueno, básicamente quiere dejarle claro a Vanessa que no puede volver a hacerle sentir mal por quién es o lo que es. Rose entiende que quizá Vanessa no está preparada, o quizá sean sus padres los que no van a entender pero no puede jugar con ella. Besándola un día y haciéndola sentir mal al siguiente. Pero los relámpagos que suenan de fondo no sé si son de la tormenta que está cayendo en la calle o de la que está a punto de desatarse. Porque la mamá de Vanessa llega hecha una furia justo cuando las chicas están hablando. La señora se llama Theresa, pero yo la voy a llamar Morgana, porque me recuerda a la hermana de Úrsula en La Sirenita 2.

Morgana-malvada, llega enfadadísima porque ha estado hablando con Nathan (el papá de Rose) y tiene varias cosas claras (conceptos equivocados eh? Pero muy, muy claros para ella). Lo primero que Rose no es una buena influencia para su hija. Lo segundo que su hija es “normal”, ya sabéis el rollo de “mi hija no es un bicho raro” y todo eso. Vamos que lo que le ha dejado clarísimo a Nathan es que “eso” que está insinuando sobre las dos jovencitas no solo no le gusta y no es cierto, si no que en cualquier caso es culpa de Rose. Así que al ver a Rose en la puerta de su casa decide echarla de allí con todo su desprecio y mala baba (por algo me ha recordado a mí a Morgana-malvada ¿no?). Lo único que le da tiempo a aclarar a Vanessa antes de que llegue si madre es que está asustada y confundida… porque sabe que sus papás la van a repudiar si se enteran de que es gay ¡ups! En cuanto Vanessa suelta la palabra gay se desdice y niega (otra vez) todo.

La malvada Morgana parece estar ofendida incluso con la idea de que “la triste niña confundida” exista, porque la mira con desprecio. Ya sabéis, ese desprecio que no necesita de palabras o de insultos para traspasar tu piel y llegar a lo más profundo de tu ser. Pero ¿creíais que el día no podía empeorar? ¿Qué después de que la mamá de Vanessa le prohíba verla no podía ir nada peor? Pues no, queridas mías, hay días en que todo puede ir un poco peor. Quizá porque hoy es día de tormenta, o quizá porque a veces tiene que haber días de esos. Cuando Rose llega a casa, llorando, triste y disgustada le cuenta a su padre lo que ha sucedido. Entonces Rose descubre que la reacción de Theresa es porque Nathan le contó que Rose es gay… Rose no entiende porqué su papá hizo eso, no puede entender que le contara todo a la señora LeMay ¡porque ahora Vanessa y ella no pueden seguir siendo amigas!

Parece que todo esto es demasiado tanto para Rose como para Nathan porque acaban discutiendo, disgustados. Rose explota, no puede más (y no es para menos). ¿Creéis que el en próximo capítulo Rose volverá a sentirse bien consigo misma? ¿Pensáis que Nathan ha aprendido algo? A pesar de haber descubierto que las buenas intenciones y la honestidad no valen con todo el mundo. Espero traeros las aventuras y desventuras de la pequeña Rose el próximo día 18 de agosto.