Políticamente incorrectas por Emma Mars

Señoras, bienvenidas al apasionante -y controvertido- mundo de la política. No todos los días se celebran elecciones autonómicas y mucho menos el partido para el que trabajas como directora de campaña gana por abrumadora mayoría absoluta. Esto le acaba de pasar a Lara Badía, periodista, quien acaba de cosechar el logro más rotundo de toda su carrera. Y, como es lógico, está muy orgullosa porque sabe que al menos el 90% de la victoria de Diego -nuevo presidente de la Comunidad de Madrid- se debe a su buen hacer profesional.

Pero, justo cuando está segura de que ha llegado el momento de recoger toda la cosecha del éxito (ser la nueva jefa del Gabinete de Prensa del victorioso candidato), recibe un auténtico jarro de agua fría -helada, más bien-, derramado sobre su cabeza por el mismísimo don Diego. En vez de ponerla directamente en el trono que anhela, la envía en misión especial a Móstoles. Lara tendrá que resolver una situación bastante conflictiva: hacer que el relevo de un alcalde corrupto sea lo más discreto posible y facilitar la transición al poder de la teniente de alcalde.

Así, la agente especial Lara, al frente de su propia misión, se traslada al municipio de Móstoles con la clara convicción de estarse comiendo la patata caliente. Sabe que cumplir su cometido no va a ser fácil, sabe también que alguien puede segarle la hierba bajo los pies en su ausencia y aprovechar para coparle el puesto que tanto ansía….en fin, que su viaje a Móstoles no es lo que más desea en el mundo. Pero lo que no sabe es con quién se va a encontrar. Será una autentica sorpresa. La teniente de alcalde a la que tiene que ayudar a ser alcaldesa no es como ella esperaba. En realidad, lo que ocurre es que ella no sabia a quién iba a tener delante. Y, desde luego, cuando Lara la ve, casi se cae patidifusa del sobresalto.

Se llama Esther Morales. Es una mujer casada (con un señor, no os emocionéis), pero no es feliz en su matrimonio, básicamente porque el amor nunca ha transitado por allí. Se casó por conveniencia pura y dura, y ha estado aprovechándose de lo conveniente que era estar casada con su marido hasta ahora mismo. Sin embargo, desde hoy, o desde hace algunos días antes de hoy, cuando sus hijos dejaron el nido, sabe que su existencia esta mas vacía que el cerebro de un homófobo.

Pero claro, una cosa es tener conflictos existenciales y otra muy distinta tomar remedio de ellas. Sobre todo cuando te has pasado una vida entera siendo una cosa y de repente, de golpe, te das cuenta de que ese no era tu papel en la obra. Esa adaptación sin duda requiere algo más de tiempo.

Después de todo, las señales habían estado allí todo este tiempo y eran bien claras. Las sospechas, los anhelos, esa atracción irracional por amigas, compañeras, colegas e incluso desconocidas. Sí, las señales estaban allí, susurrándole cosas al oído durante muchos años, pero Esther se había negado a escucharlas. ¿Qué era lo que había cambiado ahora?

En cuanto a Lara, su lesbianidad no es un secreto ni para el partido, ni para sí misma. Tuvo que lidiar con las típicas reacciones adversas años atrás, pero hace tiempo que su orientación afectivo-sexual ha dejado de ser un problema: está fuerísima del armario, y es completa y cotidianamente visible.

Lara y Esther se conocían de antes. Pues bien, de tal encuentro ninguna de las dos quiere hacer memoria, por no resultarles conveniente. Incluso han hecho un pacto de “no recuerdo”. El caso es que se atraen una barbaridad y ambas en el fondo están loquitas por intimar, pero existe el famoso acuerdo y también lo poco que les queda de prudencia. Hay que reconocer que, en las circunstancias actuales, un acercamiento más estrecho al margen de lo estrictamente profesional sería contraproducente. Aunque se mueran de ganas las dos.

Definitivamente, estaba en peligro, se dijo en ese momento, comprendiendo que tanto si lo quería como si no, aquella mujer le atraía.

Lo que toca es resolver la crisis política del Ayuntamiento de Móstoles: que el corrupto alcalde dimita, Esther le sustituya como alcaldesa y, una vez aplacada la tormenta subsiguiente a la operación y calmadas las aguas, Lara se vaya a la oficina de Sol, ocupando el puesto que legítimamente le pertenece por méritos propios. Y las dos contentas…profesionalmente hablando.

Pero cerebralmente se hacen los planes y cuánto cuesta que sigan su rumbo sin que intervenga el corazón para ponerlo todo patas arriba. El pacto de no-excesivo-acercamiento se tambalea un día sí y otro también. A pesar de que las dos se resisten como gato panza arriba, unas veces Esther y otras Lara, la tentación planea constantemente.

Se arrepintió casi de inmediato de haberse quedado a solas con ella. El despacho estaba en calma, tan silencioso que creyó oír sus propios pensamientos. La presencia de Lara se hizo entonces más evidente, rotunda, casi carnal. Le pareció escuchar la respiración de la periodista, el aire entrando y saliendo de sus pulmones acompasadamente. O sus pestañas batiendo unas contra otras en un aleteo constante. Sintió ganas de extender la mano y rozar la de la periodista con las yemas de sus dedos, pero aunque en el último momento se contuvo, el pensamiento consiguió ruborizarla. ¿A qué oscuro lugar estaba viajando su mente?.

La obra resulta muy ágil, amena y fácil de leer. Atrapa la atención de inmediato y se puede terminar casi de un tirón. Está prologada por Clara Asunción García, lo cual constituye una inmejorable carta de presentación. En cuanto a la historia de amor, es conflictiva, no se limita al típico tira y afloja de deshojar la margarita: aquí el tema no se reduce a “me quiere/no me quiere”, se plantea una problemática sentimental más compleja. Hay además tensión dramática y acción; no es un libro lésbico que se limite a contarnos la relación –más o menos interesante- entre dos mujeres. Ellas tienen un mundo alrededor y no sólo se enamoran, pasan otras muchas cosas.

Por eso quizás lo que haga aún más atractiva a esta novela sea precisamente que tome como eje central la política municipal. Este tema interacciona con la trama de la relación contradictoria, llena de dudas, pero intensa de nuestras dos protagonistas. Llevar el timón de la alcaldía de Móstoles es un reto para Esther, un desafío personal y una oportunidad en su carrera. Si lo hace bien, será la próxima candidata y muy probablemente alcaldesa de nuevo. Tiene que coger al toro por los cuernos.

Cuanto antes dejara claro quién estaba al mando, antes se ganaría su respeto, aunque no pudo evitar buscar la aprobación en los ojos de Lara. Cuando vio que la periodista asentía en un claro gesto de ánimo, Esther se envalentonó todavía más, absorbiendo inconscientemente todo el poder que le confería estar sentada en aquella silla.

Por lo que a Lara se refiere, la misión de facilitar el ascenso de Esther es un trámite necesario para lograr su objetivo profesional. O eso creía ella. Ahora cada vez se le hace más difícil pensar en el futuro lejos de Móstoles. Además, los caminos de la política son intrincados. ¿Quién sabe? Tal vez lo que parecía más interesante al principio no lo sea al final. Sobre todo porque ciertos precios “políticos” no deben ser pagados por una persona íntegra.

Esther parece una política incorruptible, digna de confianza (una “rara avis” puesto que, no lo neguemos, todos pensamos que eso es rarísimo, sobre todo desde hace algunos años). Lara lo cree a pies juntillas y por eso trabaja con ella y la apoya, creyendo ayudarla contra los chanchullos. Pero, ¿es eso así?, ¿es digna Esther de su absoluta confianza? Más aún, ¿puede Lara confiar en alguien? Y rizando el rizo, ¿se prestaría ella misma a maniobras poco lícitas?

Señoras, este es el implacable mundo de la política. Todo puede ser y todo puede suceder. Los hilos del poder se mueven constantemente y en un momento su equilibrio se rompe y se forjan nuevos pactos.

La miraban con impaciencia. Seguramente estaban esperando la oportunidad de poder dirigirse a ella con la intención de felicitarla o pedirle algo. A rey muerto, rey puesto, pensó Esther con amargura, más consciente que nunca de la velocidad con la que se rompían y sellaban las alianzas en política.

Adelante, os emplazo a leer “Políticamente Incorrectas” y a entrar en ese ambiente. Además, seguro que hay segunda parte, así que la diversión seguirá. Que la disfrutéis, si os apetece.

Edición citada: Mars, E. Políticamente incorrectas. Edición Kindle, 2014.