Llega un momento en la vida amorosa de todo ser humano en que se encuentra cara a cara con la cruda verdad.

Todos pasamos o pasaremos en algún momento por la instancia de dejar o ser dejados. Y todos, en cuestiones del amor, recibimos o recibiremos en algún momento un poco de nuestra propia medicina. Karma. Todo vuelve. Lo digo con conocimiento de causa.

Aquellos que todavía corren con la suerte de no haberlo transitado, que ponen las manos en el fuego por su situación actual, les deseo que así sigan, les deseo de corazón lo mejor.

Yo era así. No me funcionó.

No quiero sonar fatalista, pero a veces las situaciones te llevan a serlo.

Mi historia es como cualquier otra. No tiene nada de particular.

Hace poco más de un mes, mi novia me dejó… Mi primera novia me dejó… Quien casualmente se convirtió en mi primer amor.

Ya no necesitarás esto

Ya no necesitarás esto 🙁

Ya bastante difícil es superar al primer amor. Más difícil aún es superar a la primera mujer que te flecha el corazón. Aquella con la que compartí dos años y tres meses de proyectos y emociones. Con quien creés que vas a envejecer. La misma que te convierte y te ayuda a aceptarte. Con la que vivís cada avance, cada progreso. Aquella que te motiva a enfrentar a tu familia. La misma a la que le entregás tu todo para convertirte en su nada.

Las mujeres somos expertas en vivir todo súper intensamente, y aunque debo reconocer que he pasado por todos los estados habidos y por haber, en este momento casi que me siento como “Tristeza”.

Y estoy segura de que algún día este dolor va a pasar y ya no va a lastimar, se va a convertir en una simple cicatriz. Sin embargo, en este momento es una herida que sigue abierta y, muy a mi pesar, no se pega con la gotita.

Más allá de todo, escribo esto porque espero que no estés corriendo con mi misma suerte, pero de ser así, tengo algunos consejos para vos, para que el proceso te resulte más llevadero, o al menos para poder afrontar con altura la cachetada que la vida te da, para así al menos, poder poner la otra mejilla.

En fin… Sin ánimos de irme por la tangente, acá van… ¡A tomar nota!

  1. Como verás, el primero sin duda es escribir. Escribí hasta el cansancio. Escribí hasta que no te den más los sentimientos. Escribí sin parar. Escribí cartas que nunca vas a mandar. No te guardes ningún sentimiento. Volcalos todos en una hoja, cuando puedas y como puedas. No importa que sean palabras o expresiones sin sentido, lo importante es extraerlos de raíz. Lamentablemente, querido amigo, debo decirte que las raíces se multiplican. Paciencia.
  2. Llorá. Llorá a mares. No tengas miedo de secarte. No va a pasar. Las lágrimas, mágicamente, son infinitas. Si estás mal no te mientas a vos mismo. Podés tener momentos de distracción, pero esto también es parte de no guardarte sentimientos. Sino el día que estalles, vas a generar un tsunami irreparable.
  3. Vas a pasar por todos los estados. Sí, todos. Tristeza, ira, angustia, alivio, dolor, enojo… Tanto para con vos como para con el otro. Vas a querer volver, aunque eso implique no tener amor propio. Vas a preocuparte por el futuro. Vas a querer que un clavo saque otro clavo. Tiempo al tiempo. No sirve forzarte.
  4. Aferrate a la gente que te quiere. Estar solo después de compartir tus días constantemente junto a otra persona a la que le confiaste todo no es jamás un buen extremo. Llorá, insultá y derrapá a su lado. Atosigalos. Por algo son tus amigos. Si no están con vos en este momento acompañándote en todos tus estados o soportando tu inestabilidad emocional, no son verdaderos amigos.
  5. Hablá con todos, las veces que lo necesites, aunque suenes repetitivo. En lo personal, he llegado a hablar con gente a la que no pensé que llegaría a recurrir. Me sirvió. Funciona como método de descarga. Es tener psicólogos constantes, gente que te dice «yo te entiendo». Con eso a veces alcanza.
  6. Callá. Hay momentos en que no vas a querer hablar de lo que pasó. Es cuestión de encontrar el equilibrio entre lo que vos necesitás y lo que a veces conviene, ya te vas a ir dando cuenta.
  7. Vas a odiar todas las frases cliché que resuenan post ruptura amorosa. Es indignante que en la era de la comunicación 3.0 no exista una alternativa mágica y efectiva para dejar de sufrir. No querés una solución a largo plazo. Algo que dependa del tiempo, de la paciencia, de soportar el dolor para hacerte más fuerte y blablabla. Lamento decirte, son reales. Yo también las odio. Deberían estar prohibidas por ley. Es lo que hay.
  8. Pedile a tus amigos que te obliguen a hacer actividades. Vos, por tu cuenta, no vas a querer. El desgano es supremo. No es que no querés, es que soltar el dolor, paradójicamente, duele. Cuesta dejar de sufrir por la separación de la persona que uno ama. Es asumir que lo que pasó, es irreversible. No tiene vuelta atrás. Es dejar las esperanzas de lado. Es pasar página y uno no quiere pasar página de la historia que lo marcó.
  9. Esto no se va a solucionar pronto. Vas a estar muchísimo tiempo más así. El primer mes es el más duro. Los días de lluvia van a ser los peores. Los lugares que recorrieron juntos van a jugarte malas pasadas. Las canciones cuyas letras antes pasaban desapercibidas, hoy te van a destruir. Lo único que te puedo aconsejar, es que no te tortures por motus propio.
  10. Vas a perder tu autoestima y tu seguridad. No te puedo mentir, es lo último que vas a recuperar.
  11. Por último y de hecho más importante que todo lo que te acabo de sugerir: no le hagas caso a nadie. Vas a vivir tus propias experiencias. Vas a cometer cientos de errores. Es tu momento para hacerlo. Las rupturas, lamentablemente, son un vale todo. No sirve que pirulo, fulano o mengano te digan qué hacer. Podés guiarte por sus consejos, pero no necesariamente seguirlos a rajatabla. Seguramente ni ellos mismos predican con el ejemplo. Ya bastante con todo lo que te pasa como para obligarte a hacer lo que los demás te dicen. Si le querés escribir y como a mí, te duele la piel por no hacerlo, posiblemente lo hagas igual. Cada pareja es un mundo, cada despareja lo es más. Sólo ustedes se conocen. Quizá esto a veces te haga estar en paz.

No tengo idea de cuál es tu historia. Tampoco sé si fuiste quien dejó o fuiste el dejado. Escribo esto porque estoy proyectando, así que realmente espero que te sirva a vos, pero que también me sirva a mí.

En unos meses te cuento.