Como todas ustedes saben, la miga lesbicanaria en [tag]Hospital Central[/tag] ha vuelto y con renovada potencia. Yo he visto los capítulos pero ya no me daba tiempo a hacer otro resumen así que no había podido contarles todo lo que estaba sucediendo. Pero a partir de hoy eso va a cambiar porque la señorita Arcadia se ha apuntado a echarme una mano y hacer los resumenes ella. Así que sin más preámbulos las dejo con el resumen del capítulo 143 de la serie llamado ¿Y Ahora qué?:

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Escrito por: Arcadia:

«Soy de ideas fijas. Vivo en la meseta norte española. Llegaré muy pronto a la cuarentena, así que me voy resignando. Vivo en pareja desde hace un buen montón de años, y que vaya tan felizmente como hasta ahora. Me encanta el cine (sobre todo el clásico), la buena literatura y las historias bien contadas.»

Paisanas todas, la cosa se anima. El contenido Lesbicanario ha entrado con fuerza en este episodio de Hospital Central, en el que hemos tenido no una sola sino dos tramas al respecto (una buena y la otra mala).

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Maca y Esther (la historia buena) se encuentran “casualmente” en el pasillo del hospi, y nos enteramos de que tienen ¡una cita!. A ver, no lo entiendo. En episodios anteriores Esther le dice a su ex: 1º.- Que no puede entrar y salir de su vida cuando le dé la santa gana (ahí la chica tiene razón). 2º.- Que el dejar a Bea cruel y llanamente –que menudo susto nos dio la chica con el ataque de ansiedad, pobrecilla- no significaba que volviera con su ex.

Esther, querida, si no te haces valer, ese bombón con el que una vez te casaste y luego te divorciaste le va a poner ojitos a la primera residente que contraten en la próxima temporada. Es mucho más efectiva, a mi humilde entender, la postura de Tina: “como me vuelvas a poner los cuernos, primero te mato y luego hablamos”.

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Maca pregunta solícita qué desea Esther para tan grato acontecimiento, ofreciendo la clásica opción “cine/cena”. Se lleva un “No seas previsible” como premio a su falta de originalidad, seguido de un alentador “Sorpréndeme”. Maca responde lo que respondería cualquiera que no tiene ni la más lejana idea de qué hacer: “Te vas a enterar”.

La trama “del lado oscuro” ya ha comenzado: Una chica en estado zombie aparece por una carretera y es auxiliada por nuestros chicos del SAMUR. A la moza en cuestión parece que le han dado de palos hasta cansarse y no articula palabra. Por una pulserita que lleva deducen su nombre y me la llevan al hospital, como es natural. Ahí empiezan a soltarnos pistas: que la vea una mujer (ya está, pensamos, la han violado ¡seguro! y está así por el trauma), “¿Ha sido tu novio?” (ésta va de pega), le mencionan a sus padres y se echa a llorar. La consecuencia “lógica” que sacan las detectives sanitarias es que el padre de la chica es el culpable de los destrozos.

Y ahora viene lo bueno: la víctima no tiene novio, sino novia. Mea Culpa: “¿A que ha sido la novia?”-pensé- “Y por eso la chica negó cuando le preguntaron por el novio, pero nadie le preguntó por novia”. Y es cierto que hay alguna tía muy bruta suelta por ahí, pero me empecé a enfurecer con la idea de que en un país con tanta violencia machista habitual sería el colmo que sacaran precisamente a una maltratadora lesbiana en la TV. Y la idea efectivamente estaba ahí: era la teoría de la madre. Maca, por su parte, se decanta por la posibilidad de la agresión homófoba parental (vamos, que la calentaban a cuatro manos los progenitores para “curarle” la lesbianidad). Al final lo dejamos en tablas: tras huida de la novia, la mozuela queda sola en el box y a su alcance queda todo el material de curas habido y por haber. La chica pilla un lindo bisturí y se dedica a auto-operarse en protesta porque la novia no sabe ya cómo decirle que no quiere saber nada de ella. Es que dejar a la gente a veces es dificilísimo, ¡cómo se ponen!. Y luego tenemos un colofón filosófico. Diálogo entre Maca y Esther:

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Esther: ¿Sabes que Piluca se autoagredía para chantajear a su novia?
Maca: Ya, ya lo sé. Me equivoqué al sospechar del padre.
Esther: Bueno, tú y todos.
Maca: Demasiados prejuicios.
Esther: Ya, pero muchas veces son verdad.
Maca: No, Esther, a veces no lo son”.

Profundo. Nos hemos enterado por fin de la esencia verdadera de la palabra “prejuicios” que, como todo el mundo sabe, es manifestar juicios sobre lo que no se tiene conocimiento. ¿Son a veces verdaderos o quizá a veces falsos? Madre mía, me duele la cabeza de tanto pensar.

Volvamos ahora al lado luminoso, que nos dejará mejor sabor de boca. Maca se mosquea porque oye a Esther hablar por el móvil con Bea, que está la pobre hecha polvo. ¡Sólo porque habla con ella por teléfono! Esther la tranquiliza: “No voy a volver con Bea. Pero no la voy a dejar tirada tampoco”. Pues claro, mujer, después de lo que acabas de ver en la sala de curas, cualquiera deja a la novia a lo brusco. La paranoia de Maca parece bajar de nivel.

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Esther accede a que su cita la recoja con el coche, pero a condición de que nadie las vea. Máxima discreción. Señoras, ¡pero si sólo hay que verlas coqueteando por los pasillos! ¡Todo el hospital debe saber ya que están otra vez la una detrás de la otra y viceversa! ¡Ojitos por aquí, sonrisillas por allá! ¿Eso es arte del disimulo? La paranoia de Maca sube otra vez al mismo nivel que antes porque interpreta que Esther intenta ocultar su relación porque no piensa ir más allá. Ya le dice Claudia que no se haga pajas mentales. Pues sí, eso son, me temo.

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La famosa cita: Si algo hemos aprendido de las series de TV es que para que dos lesbianas se líen, lo definitivo es ponerlas en remojo. Y si no, recuerden el caso Xena-Gabrielle que en cuanto entraban en una posada ya tenían la tina preparada (aunque esto es en los fanfics). O también el reconocido papel protagonista que juega la piscina de Tibette en nuestra querida TLW (creo que sin esa piscina la serie no hubiera sido lo mismo). Siguiendo la tradición, Maca y Esther revolotean acuáticas entre el agua humeante e incluso se permiten un piquito furtivo.

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Esther: ¿Y qué va a ser ahora? ¿Un masaje o un chocolate a la taza?
Maca: Las dos cosas.
Esther: Me parece poco sexy.

Pues no sé si lo habrás dicho con la boca pequeña, querida amiga, pero ahora sí que te va a parecer poco sexy el asunto. En la mitad del masajito con chocolate (qué desperdicio, el chocolate está para comérselo), empiezan los picores de espalda.

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“Usamos productos naturales”, aclara la azorada masajista. Sí, pero utilizáis miel. Y, ya tenemos un dato de su historia clínica: Esther es alérgica a la miel. Cunde el pánico. Rápidamente hay que ir al hospital, a inyectar un antihistamínico. Fin de la cita romántica….. O eso parece.

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Hospital de nuevo e inyección de antihistamínico. De efecto inmediato. Maca lamenta la ocurrencia del spa, pero Esther bromea: “¿Te imaginas que me da un shock anafiláctico y me muero ahí, toda llena de chocolate?”. Esto es sentido del humor, sí señoras. Maca remata: “Por lo menos habría sido una muerte dulce”.

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Y, ¡¡por fin!! nos regalan un final de capítulo como hacía tiempo que no teníamos: un auténtico beso, o mejor dicho, una secuencia de besos lesbicanarios. Que siga la tónica y no nos den más disgustos, que ya vale de dramas. Nosotras lo que necesitamos (como decían los Beatles) es amor.