plantas39

Escrito por: Arcadia:

«Soy de ideas fijas. Vivo en la meseta norte española. Llegaré muy pronto a la cuarentena, así que me voy resignando. Estoy felizmente casada, después de muchos años de vida en común, y que vaya tan felizmente como hasta ahora. Me encanta el cine (sobre todo el clásico), la buena literatura y las historias bien contadas.»

A quienes no tengan cierta edad (Ay, madre, qué mayor me voy sintiendo a veces) o no vivieran en España por aquellos años, “Farmacia de Guardia” les sonará directamente a chino en su dialecto más mandarín. Entonces era una serie que veía todo el mundo, un gran éxito y apuesta segura de la cadena que la emitía porque le gustaba a prácticamente toda la fauna ibérica.

La última Guardia

Dos amiguitas non lesbicas durmiendo

Lo que nos interesa de la película-secuela que han emitido ahora es la inclusión de una parejita lesbicanaria. Fany, hija adoptiva de Lourdes Cano (la farmacéutica protagonista de la serie), fue al parecer reclamada por su madre biológica y se fue a vivir con ella a Barcelona. A la fiesta que le están organizando todos a Lourdes va a acudir acompañada de una amiga (llamada Teresa). Y aquí empieza lo bueno, porque no es su “amiga”, sino su novia. Cualquier avezada espectadora lo aprecia así en cuanto ve la caricia que en la cama le dispensa la novia a la barriguita de Fany. Entre sueños, se abraza a ella cual gatita ronroneando. Eso (yo por lo menos) no lo hago con las amigas, a menos que me las quisiera trajinar, claro.

Antes de entrar en la casa, la novia pregunta a Fany con preocupación si de verdad “se lo va a decir” a su familia. Aquí ya más claro no lo podemos tener, porque en estas situaciones televisivas sólo hay dos opciones: a) trabajan como espías para una potencia extranjera. b) son lesbianas. Algunas secuencias más tarde, Fany comenta lo mono que le parecía el hijo pequeño de la farmacéutica cuando era niña. La novia se mosquea medio en broma y Fany se apresura a aclarar que eso era cuando era una cría y no tenía las cosas claras. Ahora sí que las tiene: la quiere a ella, sólo a ella y a nadie más que a ella. Y, como colofón apropiado a tal declaración, ambas se besan. Es un beso muy bonito, recomiendo que lo visionen.

La Última Guardia

El morreo lo ve desde la ventana la nieta de la boticaria, que va de gótica algo soft (más bien parece una pija con ganas de desagradar). La niña ésta se escandaliza y se lo cuenta a su novio, con quien habla por Internet a todas horas y, dicho sea de paso, también le enseña las tetas por videoconferencia. Es muy llamativa la extraña ordenación de la cabeza de esta tía: va de modernilla-rebelde y gótico-transgresora, pero le parece “muy fuerte” que dos chicas se besen. El novio, sin embargo, estima ante estos recientes descubrimientos que esa familia “mola”.

En la comida-homenaje, ambas están muy arrimaditas todo el rato, conversando animadamente y mirándose con ojos golositos. En un momento dado, Fany pone el tema sobre la mesa sin ninguna dificultad. Y sin complejos acoge también la noticia la mayoría de los comensales (aunque dando un ligero respingo debido a la sorpresa). Curiosamente, quienes parecen torcer algo el gesto son la niña-pija-gótica y su mamá. Y no creo yo que tenga mucho peso tampoco el leve desagrado de una cría maleducada que le enseña las tetas a su novio vía wifi.

La Última Guardia

La aceptación es, por tanto, general y naturalísima. Nadie vuelve a hablar del tema porque no tiene ninguna importancia y siguen a lo suyo hasta que aterriza el abuelo (Adolfo). El tal abuelo llega tarde (nadie sabe que está en la cárcel y que ha salido con permiso penitenciario) y por tanto está a lilas de los lazos amorosos que unen a Fany y Teresa. Las chicas han estado esperando a que estuviera todo el mundo para soltar el bombazo. Se ponen en pie y:

La Ultima Guardia

Teresa: Bueno, un momento. Que Fany y yo también queremos daros una noticia. Que…¡que estamos esperando un hijo!
Adolfo: ¿Quién?
Fany: ¡Nosotras!
Adolfo: Será túuuu…, o túuuu…¡Pero no las dos!
Fany: No, nosotras, ¡las dos!
Adolfo: No entieeeendoooo naaada. (Es que este hombre habla así siempre, como si estuviera en estado de perpetua vacilación).
Nieto-travieso 1: ¡Son libanesas, abuelo!
Adolfo: ¿Libanesas?
Nieto-travieso 2: Noooo, ¡Lesbianas!

Adolfo abre la boca tanto que se le podría meter un melón. Tras el desconcierto inicial, exclama: “Bueno, pues…¡Estaría de Dios!”.

Toda la mesa se dedica a darles besos de enhorabuena por el embarazo y transcurre el resto de la comida en felicidad y armonía familiar en todo lo tocante a nuestra parejita.

Lo de “libanesas” lo han tomado de I can´t think Straight (gracias por el apunte, Riggie). Puede parecer que ha estado algo soso y desde luego nos hubiera gustado que hubiera más besos, más abrazos, más contacto y más de todo. Pero, chicas, lo positivo es que se supone que ésta era la serie “familiar” por excelencia de la tele: dirigida a todo público y edad. A mi modo de ver, que se muestre con total naturalidad una relación amorosa entre dos mujeres en una producción de este tipo tiene mucho valor en orden a nuestra normalización social efectiva. Y es un planteamiento muy valiente precisamente porque esta naturaleza de la serie original implica que algunas gentes podrían alegar sentirse “heridas” en su sensibilidad o que se “traiciona” el espíritu “blanco” y “puro” de los guiones de hace 15 años. Así que yo creo que merece un aplauso muy fuerte a pesar de ser una presentación algo tímida de las relaciones entre mujeres.

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