Muy buenas. Esta semana les traigo ración doble de amar, las dos últimas semanas en un resumen. Y tengo que decir que estoy muy indignada por lo sucedido entre Ana y Teresa en esta última. Pero bueno, vamos por orden… así que pónganse cómodas, tomen su mantita o enciendan su aire acondicionado porque empezamos con el resumen.

Empezamos la semana con la vuelta de Simón, por lo que Teresita prepara una super cena para el mejor amigo de su padre, irremediablemente enamorado de Carmen, al igual que esta de él. Se encuentra viviendo en Venezuela y bueno, al enterarse de la muerte de su amigo, se ha presentado ahí en Madrid. Ainss lo que se hace por amor…Se pasan la velada hablando de su vida al otro lado del charco y las miles de peripecias que le sucedieron en su travesía.

Mientras tanto, en otra parte de Madrid, encontramos a Ana en la fiesta organizada después de la obra de teatro en la que participaba Rosa y sus amigos. Todos le agradecen, puesto que el patrocinio de ella ha sido muy importante para el éxito de la obra.

En la misma fiesta Ana va a felicitar a Rosa por su papel, le dice que ha estrado “maravillosa” que solo está en esa fiesta para poder felicitarla…sufro… La actriz se lo agradece diciéndole que ella se merece estar en la celebración como cualquier otro. Que buenas amigas…

Una vez en la cama, Teresa y Héctor empiezan a hablar de Simón, al marido no le convence mucho la historia que cuenta y Teresa le termina confesando que fue ella quien le escribió, porque así se lo pidió su padre antes de morir. Poco después, Teresita se levanta y se encuentra a su madre en casi plena crisis, pues momentos antes, su amor, le ha pedido que se marche con él a Venezuela, pero su madre piensa que es una locura. Teresa intenta convencerle de todo lo contrario. La madre ya empieza con el típico que dirán, pero su hija le dice que nada que ver. Que no debe prohibirse su felicidad por el que dirán, que disfrute la vida un poco, pues lleva demasiado tiempo sola y lo que se merece ser feliz.

Rosa aprovecha a la mañana siguiente y va a visitar a nuestra Ana a su trabajo, está feliz porque las críticas son muy buenas, tanto para la nueva actriz como para la dueña de los almacenes. Rosa le vuelve a dar las gracias, porque siempre ha apostado por ella. Ana le dice que está muy contenta y he aquí cuando aparece mi vena feminista como a Ana, pues dice que son 4 mujeres las que han llevado el éxito a la obra, que teniendo en cuenta el contexto, es todo un logro.

Poco después se encuentra con su suegra, que le pregunta que tal está su hijo. Ana le dice que es pronto aún para pensar en la recuperación. La madre en realidad quiere saber si su hijo estará bien si ella decidiera irse con Simón, pero Ana le dice que está totalmente segura de su recuperación y que puede estar tranquila, un total alivio para su suegra. Cuando llega a casa le dice a Teresa que ya ha tomado una decisión, prefiere quedarse con sus hijos a irse con Simón, pero su hija no está muy de acuerdo con esa decisión.

Mientras Ana vuelve del trabajo a casa y para su sorpresa se encuentra a su marido allí, con una sonrisa y flor en mano. Todo un cuadro. Ana le dice que es imposible que esté curado e intenta llamar a la clínica, pero él le cuelga el teléfono, al final el boxeador le confiesa que se ha escapado de allí. Ana le dice que no puede creer que lo haya estropeado todo, vuelve a llamar pero le dicen que no lo van a readmitir de nuevo, él se excusa diciendo que todo era muy duro y no aguantó más. Ana sigue sin dar crédito a lo que escucha. Puesto que piensa que es pronto y que de nuevo puede recaer en sus vicios. Terminan discutiendo. Poco después le dice al servicio que preparen la habitación de invitados, que será donde se quedará el boxeador. Grande.

Poco después Ana va a ver a su cuñado y le cuenta su indignación con la actitud de Alfonso. Además ella le dice que no quieren que se enteren ni Carmen ni su amor, Teresa, pues solo harían sufrir a las mujeres. Va a intentar que el boxeador no salga de casa para ver si puede continuar con la recuperación, pero poco le dura la idea, puesto que recibe una llamada del servicio comunicándole que su marido está de nuevo borracho en casa.

Cuando llega a casa, se encuentra a su marido borracho y le dice que la escuche porque solo lo va a decir una vez, y suelta un rotundo “Nuestro matrimonio se ha terminado”.

A la mañana siguiente el cansino no lo ha asimilado muy bien, sobre todo por los portazos y las quejas a las que ya nos tiene acostumbrado. Busca dinero y al no encontrarlo se enfada con ella, pero Ana le dice que no habrá dinero, intentando así que no se lo gaste en cosas que no debe y le hagan daño como acostumbra.

Por si fuera poco, un poco después, se presenta en la oficina de su mujer, puesto que ella dio orden en el banco para que no le dieran crédito y Alfonso se siente humillado aunque ella le diga que todo lo que hace es por su bien. Le dice que aunque su matrimonio esté terminado aun se preocupa por el, cosa que hace enfadar más al boxeador. Después, cuando él se queda a solas, intenta abrir la caja fuerte de su mujer, sin suerte.

Mientras en la casa de los García, Teresa sigue intentando convencer a su madre para que se marche con Simón para que sea feliz, pero su mama sigue igual de testaruda y no quiere dejar a sus hijos. Así que nada, a seguir insistiendo, aunque huelo que Carmen le queda muy poco en suelo español. Poco después la embarazada se encuentra con la otra parte implicada, o sea, Simón, y le dice que lo siente, que a pesar de haberlo intentado, no sabe hacer cambiar a su madre de idea.

Alfonso va a ver a su familia, a la mama y a la hermanita, ambas se emocionan al verlo y piensan que el boxeador ya está recuperado y bueno, por lo menos hace algo bien, al convencer a su madre para que se vaya a Venezuela con Simón.

El boxeador va a ver a Ana a su despacho para pedirle dinero, puesto que según él, tiene una cantidad elevada de dinero, pero su mujer le dice que la clínica que estuvo recluido fue cara y además en su situación no puede manejar esas cantidades de dinero, puesto que ya se sabe en que lo gastaría. Una vez más, se va como alma que lleva el diablo.

Mientras Teresa entre lágrimas despide a su madre, que por fin, decide que se va con Simón a Venezuela, así que con una despedida triste se marcha de la Plaza de los Frutos con su amorcito. Luego los hermanos hablan de lo unidos que tienen que estar tras la marcha de su madre.

Rosa va de nuevo a los almacenes, mi Ana, le regala una bufanda y al ver a la Rivas tan triste, le pregunta si quiere hablar un rato, a lo que acepta. Le empieza contando que su matrimonio terminado y lo que le duele toda la situación. Rosa le aconseja que debería dedicarse a viajar, y disfrutar un poco más de la vida, pero Ana piensa que no sería una buena idea.

Mientras Teresa habla con manolita, y le dice que seguramente cuando nazca el niño tendrá que cerrar la tienda, pero la camarera le dice que de eso nada, que ella se ocuparía de trabajar en la tienda de ropa, le dice que se lo piense, porque sería una muy buena idea.

Cuando Ana vuelve a casa se encuentra allí al boxeador, que ha ido para pedirle perdón por lo del numerito de esa mañana. De todas formas Ana le da un maletín con su dinero con la única condición que después la deje en paz.

Después en la tienda de Teresa, están hablando ella y Manolita, ojeando una revista, en la que le dice la camarera que Ana tiene en su escaparate un modelo de esa revista, lo que es raro porque los almacenes buscan la exclusividad en sus vestidos, por lo que Teresa piensa que lo mejor será hablar con Ana.

A la mañana siguiente Alfonso le habla en lo que parece son de paz a su mujer, le dice que se irá a un hotel y no la molestará más, pero Ana, le dice que no hace falta que se vaya ese mismo día, que mientras se respeten y demás, puede seguir en casa, pero él insiste en que se irá. Pero la tranquilidad dura poco, porque empiezan a discutir, porque ella le vuelve a decir que dirija la sucursal en Bilbao, pero el solo piensa que es para alejarlo de ella y empiezan las voces, a pesar que ella le dice que no encontrará nada mejor. La empieza a culpar de todo una vez más, de no tener hijos, y ella le dice que no tienen porque él es el que no puede, ya que Alfonso es estéril, y este, al no poder con la verdad, no encuentra otra manera de frenar todo que dando una bofetada a nuestra Ana. ¡¡¡Quememos al boxeador ya!!!

Teresa se presenta en la oficina de Ana para hablarle sobre un vestido de la revista, pero cuando le está explicando ve que Ana ni siquiera la mira, ya que la Rivas intenta evitar que vea el moratón en su cara. La embarazada, que no es nada tonta, termina sabiendo la verdad. Ana le explica lo que sucedió y Teresa se lamenta por lo que ha hecho su hermano, pues no tiene justificación alguna.

Luego nuestra Ana va a ver a su vecino y su abogado Abel. Quiere que le prepare los papeles del divorcio, pero teniendo en cuenta el tiempo, encontrándonos en 1952 no es tan sencillo, puesto que no existe, por lo que Ana quiere solicitar la nulidad, que tampoco es tarea sencilla, ya que mientras se resuelve o no, tendrían que seguir viviendo juntos, por lo que su abogado le propone que lo mejor es solicitar la separación de bienes y cuerpos y, aunque el abogado no le recomienda la nulidad, por costoso y demás, ella está decidida a obtenerla. Ana se sincera y le confiesa que su matrimonio fue un error puesto que nunca estuvo enamorada del boxeador y sabe que lo que ella busca no estaba en el. Obvio que no, ¡estaba en su hermana!

Teresa habla con su marido sobre lo sucedido entre su hermano y su cuñada. Hablan sobre el amor y la embarazada le dice que a su marido que nunca la deje, y que siempre estén como hasta ahora. Ainss, tristeza, yo opino todo lo contrario!!! Al día siguiente siguen hablando de la otra pareja y de las diferencias insalvables entre ellos y que por mucho amor que pueda haber entre ambas partes, nada es para siempre.

Al rato, Alfonso llega a casa de su hermana borracho y ella le empieza a reprochar su comportamiento, pero el boxeador de nuevo empieza a decirle lo mal que lo trata su mujer y que siempre la está menospreciando. Por favor…. Y para rematar le dice a su hermana que no se arrepiente de haberle pegado. Teresa le dice que deje echarle la culpa a los demás porque el también tiene culpa en todo lo que le ha sucedido.

Una vez a solas en la tienda, Teresa empieza a recordar cuando ambas se iban a casar con sus respectivos maridos y recuerda como Ana le decía lo felices que serian los cuatro juntos, y llega a una conclusión muy importante y cierta:

**Teresa:* Ana quería decir juntas las dos y no juntos los cuatro…por eso nunca ha querido a Alfonso.

Bingo para Teresa, por fin se da cuenta que nuestra Ana se casó con su hermano no porque lo quisiera, sino para estar cerca de su verdadero amor…Teresa.