Muy buenas y bienvenidas unas semana más, a este quiero, no quiero, puedo, no puedo que se traen Ana y Teresa. El amor duele, sino, no sería verdadero amor. Eso dicen por aquí, por lo que, sin lugar a dudas, lo que sienten estas amigas lo supera con creces y, mientras una se da a la bebida e intenta encontrar una solución ante tanto problema laboral y amoroso, la otra la encontramos al borde de la depresión, no es ni la sombra de la persona que era, no habla, no come y se encuentra recluida en su mundo.

Y así encontramos a Ana, a la cual se encuentran pidiendo trabajo, sin saber los demás, que ella misma muy pronto estará con los periódicos en la sección de trabajo buscando algo interesante acorde a sus capacidades. Mientras Teresa está en su casa sin querer salir ni ver a nadie. Sale a la calle debido a causas mayores, la falta de comida en su nevera, en un momento dado nuestra García se desorienta y no sabe dónde está, suerte que la ve Lucía y la lleva con Mauricio, el médico.

Mauricio piensa que ha sido otra crisis y tras hacerle unas preguntas, aunque la paciente se quiere ir, este le recomienda que se eche dormir en la cama de Lucía, ahí en la casa y a continuación llama al simpático de su marido. Cuando llega le comenta que el estado emocional de su mujer es alarmante, que solo quiere estar sola y que huele a diez kilómetros que está entrando en depresión…sufro tantísimo…El médico le pregunta por qué dejó de trabajar su mujer, porque era algo que le hacía mucho bien, pero el maridito toca pelotas le dice que “ambos” lo decidieron porque los estaba separando y Mauricio le aconseja que vayan a ver a un especialista.

Después el médico va a hablar con Ana de la delicada situación de su amiga, pero ella le dice que no puede hacer nada, que al contrario, complicaría las cosas. El médico le pregunta si sabe la razón por la que el matrimonio vaya tan mal, es más le pregunta si tiene algo que ver, entonces le da a entender que quizás esté sucediendo algo entre Héctor y la Rivas… ¡Por favor! Tan mal gusto no tiene mi Ana, esta es la reacción ante semejante burrada.

Cuando se va el médico hace un amago de llamada a ya sabemos quién y opta por empezar a beber. Cuando el alcohol recorre cada parte del esbelto cuerpo de la Rivas (por cierto que graciosilla nuestra Ana con unas copillas de más, con esa exaltación de la amistad) aparece Manolita para preguntarle por la situación de los almacenes y, aunque al principio niega que haya problemas, al final termina confesándole que todo es un desastre y no sabe cómo va a salir de esa situación.

Mientras Teresa sigue con la mirada perdida en casa y aunque su maridito intenta sacarle conversación, la mujer, solo se limita a “si, no, no sabe/no contesta”. Él le sigue y le sigue con tonterías, que si tienen que salvar su matrimonio, que deben pelear los dos por ello… bla bla bla, ¿y saben cuál es la respuesta de Teresa ante los planes de futuro? Un rotundo “Me voy a la cama” y se marcha dejándolo solo.

Mientras Ana, con un resacón como un demonio, se presenta en los almacenes, con más noticias negativas en los periódicos, con lo que la esperan en la puerta muchos proveedores enfadados. Se reúne con Ibáñez a quien culpa de la mala publicidad, pero él le reitera una y otra vez que no tiene nada que ver y que solo quiere ayudarla, le aconseja que venda.

En la casa de Teresa, está se encuentra en modo “mujer casera perfecta” recortando recetas del periódico para hacer a su “esposo amoroso”. Su cara y su ánimo es el mismo, desolación absoluta… Su marido al ver que en el periódico hablan sobre los almacenes y de lo mal que van, se busca una excusa para llevarse el periódico y que no lo vea su mujer.

En casa de Ana, en una revisión, Mauricio le dice que tiene la tensión descompensada y que es peligroso, le recomienda que le aleje un poco del trabajo y las preocupaciones, pero eso es imposible, aunque le consigue prometer que se quedará en casa,cuando el doctor se marcha, la Rivas se va a la oficina por un asunto importante. La embajada de Guatemala en España, contrata a los almacenes para renovar todo, tanto mobiliario como la mantelería, pasando por las paredes y demás, en resumen un buen negocio. Una vez termina la reunión va acompañar a la pareja, pero se marea y prefiere quedarse en el despacho.

Mientras Teresa va al Asturiano, un bar de amigos, para recoger unas botellas y ahí ve el periódico en el que explica la difícil situación de los almacenes, se da cuenta que su marido se lo ha ocultado, por lo que cuando llega a casa lo primero que hace es llamar a su amor para decirle que no está sola aunque las cosas vayan mal, pero en el momento que le Rivas le está respondiendo se desmaya… Mi Teresa como cual princesa en su caballo blanco va al rescate de su amor.

En cero coma tres la García entra en el despacho de Ana muy preocupada por saber que pasó y mientras le atiende la herida que se ha hecho la Rivas al caer. Y entre caricia y caricia, ¡okkkkkk! ¡Le está curando solo la herida pero yo lo veo muy tierno! Ana le confiesa que tenia mal la tensión esta mañana y no debió ir a trabajar y su amiga le pregunta por qué fue entonces. Ésta le responde mirándola a los ojitos y con voz tiernita “porque hay cosas que no pueden esperar” y cuando le pregunta a la García que hace ahí, obtiene con una sonrisa “porque hay cosas que no pueden esperar”.

Ana le dice que no quiere que tenga más problemas por su culpa, pero mi Teresa le responde que no se preocupe, que lo más importante ahora mismo es su salud y la del niño y se ofrece a acompañarla a casa.

Cuando se levanta para irse con su amor, ven que el sillón tiene una mancha que parece… lo cual confirman cuando miran las piernas de la Rivas y ven que gotea sangre. Una vez en casa la vemos metida en la cama y Teresa cuidándola. Ana le confiesa que tiene miedo de perder al niño, que le prometa que todo saldrá bien, y Teresa no solo se lo promete sino que le dice que estará ahí junto a ella.

Llega Mauricio con un especialista y los dejan solos en el cuarto. Mientras el médico calma a una Teresa nerviosa esperando el diagnóstico. Solo le piden que guarde reposo por el bien del bebe. Cuando se quedan a solas, Ana le confiesa que tiene miedo a perderlo, pero ahí está mi Teresa para tranquilizarla. Cuando le pregunta la Rivas si su marido sabe que está ahí, y la respuesta de la otra es un “no” le dice que se vaya a casa, pero la García le dice que no se irá porque quiere cuidar a los dos, que no se preocupe por nada y se queda junto a ella, cuidándola.

Su marido lleva todo el día llamando a casa, sin obtener respuesta y cuando llega por la noche al ver que no está llama a casa de Ana, cogiendo su esposa el teléfono. Le ordena que se marche a casa y la empieza a amenazar como se ha vuelto habitual en él, pero mi Teresa se pone firme y le dice que no se puede ir, que tiene que cuidar de Ana y el bebe, al final su marido termina colérico colgando el teléfono.

Pero no crean que queda ahí la cosa, porque el burrito va y se presenta en la misma casa de Ana y tras entrar casi a la fuerza, le vuelve a repetir a su mujer que se vayan de allí. Pero al ver que no surge efecto la coge de un brazo llevándola hacia la puerta, cuando su mujer se suelta y le grita “Héctor no voy a ir a ningún lado y ya no me dan miedo tus bravatas”, aquí el marido le levanta el puño para pegarle, pero al final termina conteniéndose y al fin le dice que muy bien, que se quede, pero todo entre ellos ha terminado, y que no vuelva a ir por su casa, porque no quiere volver a verla por allí.

Cuando va con Ana, ella que lo ha escuchado todo, le dice que no deje así las cosas y que vaya a hablar con él, pero su amiga le dice que no le piensa pedir perdón a su marido y que se acabo. Ana se culpa de la situación porque piensa que se ha metido en medio de los dos pero Teresa le dice que ha elegido la opción correcta y añade “Ana, si estoy aquí es porque no hay nada en el mundo que me importe mas… (¡Que tu! ¡Que tu! empieza la declaración, pero al final se echa para atrás)… que cuidar a mi “amiga” y a su hijo”. Cuando mi Teresa empieza a hablar de lo que le hará y comprará al bebe y demás en un futuro se derrumba llorando y le susurra “ya no me queda nada en este mundo, solamente tú…” Ana la besa y ambas terminan abrazadas.

Al día siguiente, Leonardo, el encargado de los almacenes va a verlas y hablan sobre trabajo, y deciden, que los empleados deben aparentar total normalidad. Cuando termina la reunión, mi Ana le pide a Leonardo que acompañe Teresa a recoger sus cosas a casa, por si se encuentra con Héctor que no pase nada. Cuando los dos llegan a la que ha sido la casa de Teresa hasta el día de ayer (que bien suena esto), se encuentran con la casa destrozada, por el arrebato que le dio al ya no tan maridito de la García. Fotos rotas, muebles destrozados… en fin a lo que nos tiene acostumbrados.

Teresa empieza a meter en la maleta algo de ropa, cuando de repente aparece su marido y le pregunta qué se cree que está haciendo allí y ella le responde que solo está recogiendo unas cosas. La García se lleva además de la ropa, algunas fotografías y le devuelve las llaves con un rotundo “ya no las voy a necesitar” y se marcha de la que era su casa.

Después le cuenta a Ana lo sucedido en casa y se pregunta cómo pudo estar casada con ese hombre, ya que ahora es alguien que le inspira temor. Mi Ana le dice que no merece la pena mirar al pasado, que hay que centrarse en el futuro. Ibáñez le ha estado llamando para que venda, y aunque Teresa le aconseja que descanse y no piense en el asunto, la Rivas sabe que tiene que tomar una decisión a la de ya. Ana al ver mal a Teresa, le dice que quizás con el paso de los días pueda arreglar las cosas con Héctor, pero la otra le responde que está segura de que las cosas no quedarán así, conociendo a su maridito.

Y como buena conocedora, no anda desencaminada, ya que el detective de cuarta, se cita con Abel, el abogado porque quiere denunciar a su mujer. Cuando le pregunta las razones, le responde que por abandono del hogar. El otro le pide los detalles, pero éste no es sincero. Ya que cuando le pregunta dónde está, Héctor le responde que ahora vive con Ana y que aunque no tiene pruebas de que lo haya engañado con un “hombre” sabe que fue así. Pero el abogado le dice que si no tiene pruebas y encima está viviendo en casa de su cuñada, que lo mejor es no denunciarla. Aunque le marido no está de acuerdo con el abogado y quiere denunciarla a toda costa.

Y aquí termina nuestra semana, ainssss que bonito el amor, hemos pasado de no verse a vivir juntas, ¡¡os quejareis!! ¿Creen que el marido denunciará a Teresa? ¿Podrán seguir las chicas juntas a pesar de todo? Pues en breve los sabremos, nos vemos a la próxima.