Bienvenidas nuevamente a Plan V. La semana pasada terminó con drama, con lo cual el panorama para este episodio es incierto.

Este episodio empieza casi como como terminó el anterior, Laura y Ana discutiendo porque Ana no fue sincera sobre la relación que la única con Débora. La discusión, para alegría de la cuñada reprimida tiene lugar en la casa que comparten, así que mientras las niñas discuten, ella esboza una sonrisa que dan ganas de darle un golpe. Cuando Laura pega un portazo y se va, la cuñada reprimida saca un muñequito vudú con una foto de la parejita feliz y muchos alfileres pinchados. ¿No es un amor? ¿No se hace querer cada día más?

Como todo en la vida de estas chicas no son sus problemas sentimentales (aunque a veces así parezca), Ana va a trabajar y ahí se encuentra con el resto. A Pato por haber sido quien le dijo la verdad a Laura ni la saluda. Darío aparece para informarles que ya está la modelo lista y que aparentemente es muy linda…para demostrárselos, les muestra imágenes a través de una cámara, y por las onomatopeyas que se escuchan de todas, debe ser así.

Cuando el hermano de Pato (Ezequiel) pregunta por Flor, que debería estar ahí para maquillar a la modelo, todos se enteran a través de Darío que Flor además de encontrar la luz en su libidinosa vida, también encontró la puerta de un noviciado y ahí se quedó. Por supuesto la reacción de todos es de incredulidad y risas. Sin ir más lejos, yo estoy pensando cuánto tardará Flor en engancharse con alguna o algunas novicias y dar vuelta esa congregación. Ezequiel la llama por teléfono para ver si es cierto todo eso o una broma, y Flor le dice que es el llamado de Dios, que habla en serio. Ezequiel le aclara que cuando se le pase toda su etapa mística, que mejor que ni aparezca por la productora.

Finalmente aparece en escena la dichosa modelo, y sí, es bonita, es cierto, pero no sé, tampoco es para tanto. Como Flor no está para maquillarla, todas se desesperan por hacerlo ellas (aclaro que sigo hablando de maquillaje), ante semejante espectáculo de mandíbulas caídas, Darío se hace cargo él de la situación. Darío les pide que se calmen un poco porque son todos muy obvios y además los comentarios se escuchan de todos lados. Ezequiel insiste en que la chica lo mira con especial cariño a él, las otras le dicen que no, Ezequiel insiste en que la chica lesbiana no es porque es “muy femenina”, las otras se indignan diciéndole que ellas también pueden ser muy femeninas. La modelo finalmente aparece y empiezan a fotografiarla…es decir la fotógrafa hace su trabajo y el resto siguen acumulando babas. Ezequiel sigue con sus intentos de caerle bien a la chica, que realmente no sólo no lo mira, sino que cuando lo hace tiene cara de lástima. En determinado momento la modelo le dice que si ya cortan con la sesión de fotos porque su “chica” la está esperando a la vuelta para tomar algo. Decepción total de Ezequiel, y alegría total de las chicas que sienten como si hubieran ganando un partido con un gol en el último minuto.

Más adelante mientras Darío les está contando a las chicas que Ramiro le trajo un regalo, suena el móvil de Pato donde le informan que un documental que hizo con Mara cuando todavía eran pareja (Acquamara), quedó seleccionado para el festival de cine de Montevideo. Aparentemente la invitación es para las dos, con lo cual empieza el resto a preguntarles si van a viajar juntas, si van a compartir la misma habitación, etcétera, porque en definitiva…donde hubo fuego….entonces Pato le recuerda a Ana que ahora está trabajando con Débora, si acaso eso también significa que…donde hubo fuego. Fin de la conversación.

Saliendo por un ratito de la vida de las chicas, en la casa de Ana/Martín, tienen nueva mucama (no tengo idea ni de que trabajan, pero tiene mucama), y aparentemente Consuelo (la mucama en cuestión) no tiene la mejor imagen sobre la cuñada reprimida. Todo eso lo comenta con Martín tomando whisky (que trabajo más relajado…), de hecho, Consuelo al escuchar la historia de Martín, su hermana y Laura, le recomienda que se arregle con su hermana, porque en definitiva el amor de hermanos tiene que estar por arriba de estas cosas. No digo nada, pero la cuñadita mejor que cuide bien su lugar porque lo va a perder enseguida en manos de la mucamita.

¿Y dónde está Laura? En su trabajo. Estando ahí decide perdonar a Ana y la llama por teléfono, pero cuando lo hace, Mara le dice que Ana está en una reunión con Ezequiel, Pato y Débora. Escuchar ese nombre hace que le cambie la cara automáticamente y acepte salir a cenar con su jefe esa noche. ¿No será mucho?

La reunión en cuestión no tiene el mejor de los climas, básicamente porque Pato no soporta a Débora y finalmente nos vamos a enterar porque.

Pato y Ana hace mucho tiempo eran novias (como verán…típicamente, ya todas salieron con todas), y Débora era profesora de Pato, pero ya le había echado el ojo a Ana, y para hacer gala de su maldad total, le pide a Pato que vaya a la producción de una película donde ella le puede conseguir trabajo, y ya que está…que lleve a su novia Ana también, para ver si le puede dar trabajo a ella. Las intenciones de Débora son más que evidentes cuando la deja a Pato en una producción donde ni la necesitan, y ella mientras tanto le roba la novia (igual Ana tiene que haber colaborado con el asunto, no es que la hayan secuestrado). Un encanto de persona Débora como verán, como para tenerla de mejor amiga. Así que con todos esos antecedentes, la reunión termina mal y a los gritos.

Ana va a tomar un café con Débora porque ésta amenazó con no trabajar más en la productora con Pato ahí. Débora le dice que ella solamente trabaja ahí para estar cerca de ella, pero que si Pato la sigue molestando, se va. Ana le recuerda que ella está con Laura y está muy bien así…Débora le dice que ya lo sabe, que el tiempo dirá, pero que ella de lo que está segura es que la ama. ¡Pero qué asco de manipuladora que es! Termina de decir eso y suena el móvil de Ana, es Laura…ni bien Débora escucha su nombre, haciéndose la tonta amigable grita “beso Lau”… ¿ven? yo ya el café se lo hubiera tirado en la cara, pero Ana es más buena, o más tonta, no sé. Laura al escucharla corta, Ana se queda frustrada y Débora preguntándole ¿y yo que hice ahora?

Laura va a cenar con su jefe y tiene tan mala suerte que aparecen Mara y Mora. Las chicas los saludan, se presentan, se besan entre ellas cosa de escandalizar al tonto jefe de Laura y se van a su mesa. Mara toda la cena se la pasa observándolos intentando adivinar qué es lo que hablan y que se trata esa cena. Mora harta le pregunta si fue a cenar con ella o con ellos…y Mara le explica que está intrigada porque le huele muy rara esa cena. Le pide a Mora que se acerque a ellos y averigüe si la salida es por trabajo u otra cosa. Mora le dice que ni loca, que no delire. Mara le dice que Pato lo haría….y Mora le dice que entonces que se lo pida a Pato y se va. ¿Pero es que no van a mantener ninguna pareja feliz hoy?

Mara la llama a Ana y le cuenta lo que está viendo. Ana sorprendida porque pensó que Laura iba a la casa de los padres, entonces prueba llamarla al móvil y Laura no le responde la llamada.

Mientras tanto Pato está explicándole a su novia que va a viajar al festival con Mara, porque las dos hicieron el corto y tienen que ir. A Daisy la idea no le gusta nada de nada, ¿y adivinen qué? Si claro, esta parejita también quedo tambaleando.

El jefe de Laura la alcanza hasta la casa de Ana, y cuando llegan ahí, de manera previsible intenta besarla…con tan mala suerte (para Laura), que justo en ese momento estaba Ana viéndolos. Ana sale corriendo al ver la escena, y Laura atrás de ella. Casi seguro Ana es velocista porque Laura a los 20 segundos ya le había perdido el rastro e intentaba que la otra respondiera sus llamados al móvil. Y como todo es un gran cliché, ¿dónde pudo haber ido Ana? A casa de Débora.

Sin mediar palabra se acuestan, y el episodio termina con Ana llorando en la cama, casi con seguridad arrepentida y además creyendo que su novia la engaña con el jefe.

Bueno, el panorama es este, todas las parejitas en la cuerda floja, excepto la de Darío con Ramiro, que igualmente tienen que superar la salida del armario de Ramiro todavía.

Esperemos que el próximo tenga más alegrías y que Flor vuelva a encontrar la puerta de la congregación, pero la de salida.

¡Hasta la próxima!