Este post forma parte de Yo Lesbicanaria un espacio en el que invito a otras chicas lesbianas y bisexuales a quienes admiro a escribir un post como invitadas en el blog para mostrar lo diferentes que somos y que existimos lesbianas de todos los tipos. Así que denle la bienvenida a Formentera

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Soy mujer y soy gay. Dos cosas por las que soy discriminada, aunque muchas veces no sea plenamente consciente de ello.

Las mujeres hemos sido y somos discriminadas.

En el ámbito profesional llegamos en menor proporción a puestos de responsabilidad, cobramos menos de media e incluso cobramos menos por un mismo trabajo. En España aún no hemos tenido ninguna presidenta o seleccionadora nacional de fútbol. En lo familiar es la mujer la que cuida de los padres cuando se hacen mayores, de los hijos (pero ojo que su marido colabora, ¿eh?) o la que renuncia a una carrera profesional para quedarse en casa. Y en casi todos los campos en los que se nos ocurran las mujeres estamos discriminadas negativamente: en las subvenciones del cine, en los sueldos de los deportistas, en el uso sexista de nuestra imagen y un larguísimo etcétera.

Los gays hemos sido y somos discriminados.

En algunos países ser gay es delito. En otro tanto es una enfermedad mental. Y en la gran mayoría simplemente no gozamos de los mismos derechos frente a la administración, el matrimonio y la adopción son claros ejemplos de ello. Y además en todos los países somos discriminados por una parte de la sociedad, en mayor o menor medida.

Afortunadamente todo esto está cambiando, aunque a un ritmo lento.

Para acelerar este cambio, algunos estados están adoptando medidas de discriminación positiva.

La discriminación positiva es el término que se da a una acción que pretende establecer políticas que dan a un determinado grupo social, étnico, minoritario o que históricamente haya sufrido discriminación a causa de injusticias sociales, un trato preferencial en el acceso o distribución de ciertos recursos o servicios así como acceso a determinados bienes, con el objetivo de mejorar la calidad de vida de grupos desfavorecidos, y compensarlos por los prejuicios o la discriminación de la que fueron víctimas en el pasado. Fuente: Wikipedia

Como hay pocas mujeres en consejos de administración, se hace una ley que obliga a que haya mujeres en los consejos de administración de las empresas. Como se dan menos subvenciones para el cine a las mujeres, se crea un sistema por el que ser una mujer te dará más posibilidades de recibir una subvención. Como las mujeres cobran menos de media, todas las mujeres se podrán deducir 1.000€ adicionales de la declaración de la renta.

El fin es loable, pero ¿justifica el fin los medios? Yo creo que NO.

En primer lugar, creo que cuando se pone un incentivo para modificar una conducta hay que ser muy cuidadoso si no queremos que el tiro nos salga por la culata. Un ejemplo muy revelador es el de pagar para aumentar las donaciones de sangre. Cuando este tipo de incentivos se ha puesto en marcha, al revés de lo que se puede pensar en un primer momento, las donaciones de sangre han disminuido. Las de las mujeres hasta en un 50%. ¿Por qué? Porque si donas sangre quieres ser percibido como alguien altruista.Cuándo te pagan por donar sangre, dejas de ser una altruista para ser una buitre de las desgracias. Resultado: dejas de donar. En el libro Freakonomics hay muchísimos ejemplos dónde esta dificultad de poner incentivos queda muy clara.

Por otra parte, algunas medidas de discriminación positiva, llevan en si mismas una discriminación, esta vez negativa. «Todas las mujeres se podrán deducir 1.000€ del IRPF» ¿Sí? ¿Y Esther Koplowith también? ¿Ana Rosa quintana lo mismo? La redistribución de la renta consiste en que los que tienen más, contribuyen más y los que tienen menos, menos. No de si contribuyes más o menos, por ser hombre o mujer.

Por último, muchas veces este tipo de medidas nos hacen un flaco favor. Si en un consejo de administración, tiene que haber una mujer por imposición, la habrá. ¿Pero será a mejor para ese cargo? Puede que sí y puede que no. Lo que esta claro, es que a ojos de los demás no habrá obtenido el puesto sólo por méritos propios, si no por una ley o imposición.

¿Y entonces, cómo se soluciona esto?

La pregunta del millón, para la que evidentemente no tengo una respuesta…. aunque sí una opinión.

Creo que la educación en el respeto y la tolerancia sería un buen comienzo.

Por otra parte, eliminar de las variables de discriminación de la ecuación podría ser un comienzo. Por ejemplo, en Inglaterra, en los curriculums no se pone ni el sexo, ni la raza, ni la foto del candidato. Si no lo sabes, no puedes discriminar por ello (al menos a priori).

Por último, el intentar en nuestras propias acciones no ser irrespetuosos con los demás ni con sus diferencias. Sí, a nosotras nos discriminan, ¿pero y a los que vienen de otros países? ¿y a los bajitos, a los pelirrojos o a los tartamudos? También. Intentemos nosotras no discriminarles.

Para acabar, y para demostrar que todo esto es muy fácil de decir pero muy, muy, muy difícil de hacer, he de reconocer que en algún caso he discriminado positivamente con mis acciones a alguna persona sólo por ser gay o por ser mujer. Así que seguiré reflexionando sobre el tema.

Formentera

Formentera es una de las primeras personas que comencé a seguir en Twitter. En aquellos tiempos en los que «el pajarraco» no era una cosa guay, sino algo más bien de gente friki. Ahí donde la ven es responsable de más de un subtitulo que han disfrutado (a mi me hecho una mano alguna vez con los de Otalia) pero sobre todo es una gran persona. Así que si les gusta lo que han leído no olviden seguirla en Twitter