Este post forma parte de Yo Lesbicanaria un espacio en el que invito a otras chicas lesbianas y bisexuales a quienes admiro a escribir un post como invitadas en el blog para mostrar lo diferentes que somos y que existimos lesbianas de todos los tipos. Así que denle la bienvenida a Inma

Ya daban las 12 en la noche y a modo de cenicienta obediente, me dirigía ya media soñolienta al santuario de mis oraciones cual pulcro real aposento, o sea, a la cama.

Supongo que el sopor del vino con el que brindé las tres partidas seguidas de scrabble que le iba ganando a mi compañera, me tenían sumida en una embriagada y sana venganza, por la derrota de mis cuatro fatídicas partidas de ayer en la sobriedad de mi constancia en deleitarme en el placer del ganar.

Algo enojada me castigó, con privarme del dulce juego de seducción que me embelesa plácidamente y al que me tiene acostumbrada todas las noches antes de conciliar el sueño.

Por la devoción que profeso al bienestar que me genera la bendición de su presencia, y como inteligente medida, sucumbí a la tan dura expiación, entre falsos amagos de risas y llantos, por la recompensa de su arrepentimiento tras tal cruel desenlace, que siempre promete un final de lo más complaciente y excitante.

Bueno, voy a dejar de importunar el menester que apetece a mi mano ahora, e intentar centrar su atención en lo que me ha impulsado a escribirles esta infortunada historia: mi, menos mal, sueño.

No habiendo luz al final del camino, ni torpezas, ni rarezas, ni aún tan siquiera un sentir de dormida, puedo asegurar que todo parecía real excepto el pensar de mi pensamiento. Para explicar este último concepto diré, que sentía como era aún sabiendo que no era yo la que sentía lo que sentía. Parece un trabalenguas difícil de entender, pero les cuento:

Parada en mitad de la nada, en medio de una multitud sin sentido, vi a mi sombra con un perfil escandalosamente femenino, impropio de mí, pero orgullosa en ese momento de vivirlo.

Instintivamente corrí al primer espejo para dar veracidad a aquel espectro que advertía curiosamente el gratificante actual aspecto. “- Joder!, pedazo de mujer!, potencial de portada!”-; realmente estaba atractiva, tentadora, absorta de ver seducida a mi propia mirada.

De repente, siento a mi pareja aferrarse a mi mano con tan poca acostumbrada ruda firmeza, que alertó la sensatez de mi parecer a que no fuera mi encantadora princesa. Le sentí mi mitad; sin duda alguna mi pareja, pero cual no fue mi asombro confirmando al observar, que definitivamente era hombre, varón; sí, ese sexo opuesto al que nunca me he sentido atraída y con el que guardo ciertas distancias indiscriminadas pero por naturaleza precisadas, en esto tan sagrado como elegir a mis propios personajes de revolcón.

Ahí estaba, recostada en su pecho tan plano, que apenas costaba seguir ese ritmo tan exaltado, y por cierto, tan bien afinado, por mi dulce presencia. Qué diablos!, por un momento me sentí como en casa: segura, protegida, querida, implicada.

Como buena lesbiana sin dudas y en sano, duró unos segundos tener algo en cuenta, que hasta en sueños distingo aunque quizás asustada, la insinuación de sus brazos viriles que en fuerza se crean y sientan, con ese vil afán de proteger en perpetuo derecho de patriarcado. Qué es esto!, estoy rodeada de decenas de parejas heteros, entre risas festivas nosotros al centro, aplaudiendo con gozo el danzar de mi cuerpo, de su cuerpo, en estrecho silencio con ropajes nupciales, anunciando rotundamente cual era el motivo de menudo montaje. Sí, han supuesto bien, era mi banquete de boda, con ramo en la mano, con traje de cola, imitando un armani con velo y sin toga; él, como todo fiel novio, smoking de negro como exige la norma.

A buen paso clavamos el vals, apreciando el cuarteto en directo midiendo el compás… pareciera que aún vivo mi mejor carnaval, pero por mucho que sueñe en hetero dichosa del acto sin más, yo siento, no es cierto, ni siquiera yo envidio ese absurdo como futuro ideal.

Hasta aquí fue todo bien llevadero y aunque sus besos, caricias y abrazos no mientan al amor que los ha concebido, que espanto, que miedo, aún queda la noche que siempre he temido, lamentar todo un goce de lo más masculino al pensar que mi cuerpo creyó verdadero.

En situación de salida y meciéndome en brazos, se abre un desesperado camino entre tantos aplausos, y susurra a mi oído, -“tranquila mi vida, mi amor logrará tu deleite al consumar este idilio”-, que cita, que absurdo, menudo creído. Creí recorrer todo un mundo hasta el pretendido penoso destino, e inerte, avivando sorpresa a mi sexto sentido, entendiendo el instante como un sueño sin tino, me arrojé entre sus brazos, indiferente, con ese fin que en el cine había aprendido.

En el momento oportuno desperté, y me alegra no poder revelarles si fue placentero o no… lo que sí sé, es que desperté con una imperiosa necesidad de disfrutar de mi lesbianidad, tras la agitada excitación con la que la humedad de los labios de mi compañera, intentaban enmendar la pequeña condena que me transportó a estos delirios.

Dicen que los sueños existen para hacerte comprender la vida, y aunque mi vida ya la tengo bastante entendida, este sueño me ha hecho comprender, que el corazón tiene razones, que la razón que creen tener muchas/os desconoce, porque al menos yo, sin una mujer, no me siento mujer.

Inma

Inma es la coordinadora de la sección lésbica de UXXS una revista LGBT canaria. De hecho es la culpable de que todas las chicas que redactamos para la revista entreguemos nuestros artículos a tiempo. Si te gusta lo que has leído, no te olvides de pasarte por la web de UXXS todos los meses para descargarte la revista de manera gratuita y leer sus artículos. O si vives en las Islas Canarias, puedes buscarla en tu bar o disco favoritas.