Escrito por: Genix
Isleña de nacimiento, desperté en este planeta en las Islas Canarias. Pese al amor al mar, a días soleados tumbada en la arena y noches cálidas paseando por la orilla, siento que pertenezco al país más grande del mundo: la humanidad. Me encanta el mar y aislarme del mundo escribiendo hasta meterme en mis propios relatos generando realidades emocionales que hagan mover mis propios cimientos. En definitiva, amo respirar y ser consciente de ello cada vez que lo hago.

Las hojas del otoño vuelan inconstantes mientras paseamos de la mano sobre la alfombra ocre. Quizás ese camino no lleve a ninguna parte, pero ninguna parte es un buen lugar con ella.

Se quita su abrigo y me lo ofrece a la menos señal de invierno, y sin colocármelo su gesto descongela mi sangre. Siento el arrebato de quitarme el mío y sonreir juntas bajo la lluvia.

En una calurosa noche de verano acaricia mi pelo tallando mi espalda desnuda y escucho su respiración cerca de mi oido. Paraliza el sudor de mi frente y ya no siento nada más.

Una flor en la almohada junto a una taza de café, llena de primavera el instante en el que abro mis ojos. Y la busco con la mirada por todo el espacio que es un abismo hasta que la encuentro.

Así se la estación que la vivo. En cuanto a si es de día o de noche….

No soy consciente del brillo de la mañana hasta que la observo despertar y siento la luz cálida del sol que es. Ella es la última estrella que distingo cada noche antes de dormir abrazada a su cielo…cada noche un cielo nuevo. Toqué en su puerta y la abrió…Y recuerdo cuando creí que solo eso ya era una aventura.

Me invitó a pasar y exploré dentro lo que no sospechaba fuera. Es ahí en donde encuentro ese amor que me muestra cómo ser mejor amor para los amores de mi vida.