Persiguiendo Espejismos

Señoras, la vida literaria transcurre por diferentes sendas y escenarios. Uno de ellos es la novela coral y nos encontramos ante una cuyo principal aliciente resulta precisamente este. “Persiguiendo Espejismos” es, fundamental y esencialmente, una novela coral.

La estructura se construye entrelazando historias, como si fueran los hilos de un tapiz. El tejido que finalmente aparece por tal procedimiento es una trama diversa, compleja y enmarañada. He llegado a contar 32 personajes principales y estoy segura de haberme dejado alguno. Digo “principales” en cuanto a que con ellos se desarrollan historias, que no son meros comparsas. Pues bien, la mayor parte se entrecruzan, se mezclan, logrando que las diferentes tramas interaccionen entre sí. Es muy frecuente que los diversos personajes aparezcan de repente varios capítulos más adelante, dando un matiz o un significado diferente a otra/s historia/s anterior/es.

La pluralidad de las temáticas se atisba en el subtítulo: “Historias de amores efímeros y eternos desencuentros”.

La gran ventaja de optar por este tipo de estructura es que permite jugar con tramas variadas y heterogéneas. Algunas de ellas sobresalen con claridad del resto. Como ejemplo, pondré la historia de Malena. Resulta destacable y sorprendente: utiliza para contar la vida del personaje las canciones que han sido la “banda sonora” de su existencia. Cada pieza sirve de telón de fondo (y a veces hasta de explicación) de un momento vital importante para ella. De hecho, articularlo así es decisión suya:

Malena siempre ha pensado que podría definir la curva aristotélica de su vida con canciones. Le gusta creer que su banda sonora personal tendría un poco de todo: bastante rock, un poco de trance, un asomo de pop, y ¿por qué no? Incluso tantita salsa para darle sabor. La realidad, sin embargo, dista mucho de ello. Su lista de pistas se ha convertido en una selección de canciones trágicas de las que a veces parece no hallar escapatoria.

El resultado de urdir una maraña de vidas podría parecer caótico, pero no lo es. Como elementos-eje que sitúan y ordenan las distintas situaciones, señalaremos dos: 1) Existe un personaje central que, aunque no aparece en todos los relatos, sí traza una línea en la que más o menos directamente (a veces de una forma remota, con otros personajes interpuestos), se entrecruzan las acciones. Es, por así decirlo, un nudo en el tejido. 2) La localización espacial compartida en la inmensa mayoría de las situaciones: Cancún. Es un recurso conocido que el plantar en el mismo terreno a los personajes de una novela genera de forma natural el sentimiento de comunidad, de coto cerrado social y, en fin, de colmena. 3) Una idea directriz que sobrevuela constante por entre el conjunto de las historias, como la Roma a la que todos los caminos llevan.

El personaje central al que me refería es Alejandra, y tiene una importancia muy grande en cuanto a lo que aquí nos ocupa porque las relaciones amorosas no son entre mujeres únicamente. Esta no es una novela lésbica “exclusiva”. Hay un espacio para el amor heterosexual, la bisexualidad…todo un abanico de posibilidades. Pero es verdad que lo lésbico tiene un papel muy importante, incluso omnipresente, y que ese protagonismo se sitúa en un punto clave gracias a Alejandra (entre otros personajes menos centrales).

Alejandra se nos presenta una persona herida por el amor. No es de extrañar, por tanto, que haya fabricado sus propias ideas respecto a las relaciones amorosas. Su definición del amor tal vez constituye la clave del título de la novela (y de su subtítulo):

Me convencí de que eso que todos llaman amor es sólo un espejismo que nos hemos inventado para intentar darle algún significado a nuestras vidas; que la felicidad es mítica y que uno desperdicia años enteros soñando con algo que no existe. Y cuando por fin creemos que lo hemos encontrado, eso que buscábamos, nos obsesionamos, causándonos más miseria que otra cosa, pero convencidos de que esa es la razón de nuestro existir.

En cuanto a la idea directriz, si parece importante en otras obras, en el caso de una novela coral como esta, con múltiples perspectivas, resulta de obligado cumplimiento. Aquí es imprescindible un eje temático por el que transcurra la acción. Porque de lo contrario la narración correría un riesgo serio de dispersarse. Aquí lo que sirve de lazo y entramado de la multitud de vivencias y narraciones es la búsqueda incansable y necesaria del AMOR. Por difícil que sea encontrarlo, por innumerables que sean los sinsabores que provoca su búsqueda, por más grande que sean las decepciones….no deja de ser un objetivo vital necesario porque al final se trata de la persecución de la felicidad.

La razón misteriosa por la que un ser humano se enamora de una persona concreta y específica y no de otra, resulta indescifrable. En el entrecruzado de las numerosas vidas que transitan por la narración, esta es una clave palpable. De hecho, la novela se encabeza con la siguiente cita:

OBERÓN:

Tráeme esa flor: una vez te la enseñé. Si se aplica su jugo sobre los párpados dormidos, el hombre o la mujer se enamoran locamente del primer ser vivo al que se encuentran. Tráeme la flor y vuelve aquí antes que el leviatán nade una legua. William Shakespeare, “El Sueño de una Noche de Verano”.

Los caprichos del amor, la dificultad de encontrar a la persona adecuada, la complejidad de las relaciones sentimentales, la búsqueda de sentido a la propia vida….son ideas recurrentes que dirigen las tramas.

La autora ha intentado dar profundidad a la acción dotándola de nudos temáticos de cierta entidad. A los personajes les aporta una problemática vital con calado psicológico y social, haciéndoles arrostrar problemas serios: conflictos sentimentales importantes, malos tratos, armarizaciones, traiciones, etc.

También existe el lado luminoso del asunto: hay una normalización de las relaciones hetero-homo verdaderamente alentadoras. Me refiero a que los heteros reaccionan como personas lógicas ante quien se declara (o se descubre) gay o lesbiana. Casi de forma instantánea, la gente lo acepta y se comporta con normalidad. Por ejemplo, cuando una chica resulta ser lesbiana, los chicos respetan el tema y no se dedican a tirarle los tejos automáticamente para ver si la “convierten” y estupideces parecidas. Resulta muy refrescante.

En cuanto al estilo, la autora ha optado por un lenguaje coloquial, de la calle, lleno de localismos. La ventaja es que esto dota a la novela de una gran vivacidad, frescura y espontaneidad, aunque ello hace que a veces sea aconsejable para el/la lector/a no oriundo/a de México tener un diccionario a mano.

La pregunta inevitable es: ¿funciona bien el esquema de una multitud de personajes que entremezclan sus vidas? Que es algo muy difícil de manejar es innegable. Resulta complicado mover un ejército de actores en un escenario, porque es necesario que desfilen con orden y concierto. Si la marcha se enmadeja, asistiremos a un desorden importante que hará muy dificultosa la lectura. Por decirlo más directamente, es meritorio que los hilos al cruzarse no se hagan un lío.

Desde mi punto de vista, estrictamente personal, creo que hay momentos en que se produce una cierta desorientación. A veces resulta algo difícil acordarse de nombres y situaciones, y eso obliga a volver sobre lo leído. Pero también es verdad que en la mayoría de las ocasiones, las tramas están urdidas y dispuestas para que la mente “se acuerde” de la otra situación con la que deben acoplarse.

Resumiendo, es una novela muy interesante. Su lectura es toda una experiencia, no os puede dejar indiferentes. Disfrutad de ella…si os apetece.

Edición citada: Pasos, Mireille. Persiguiendo Espejismos. Ebook (Epub). Autoedición. 2013.