libros lésbicos

Vicky, estudiante de segundo curso de la ESO -por tanto, con unos trece años-, acude a una misteriosa cita en el parque. Alguien desconocido espera encontrarse allí con ella para declararle su amor. Cuando ve a Fran queda encantada, porque este chico siempre le había gustado. Los años pasan, el noviazgo fragua, se convierte en matrimonio y todo parece ir a las mil maravillas.

Hasta que un día, de improviso, de repente, de súbito, Fran cambia como del agua al vino. No son los cambios típicos que todo el mundo tiene a lo largo de su vida, motivados porque también las circunstancias vitales que nos rodean sufren modificaciones varias. No. Es más una mutación radical. De príncipe encantador a orco de las cavernas en un solo día.

Fran empieza a ser una mala bestia con su mujer, a la que grita, golpea, insulta, humilla y maltrata de todas las formas posibles. Vicky está, lógicamente, desconcertada por completo. ¿Cómo es posible que el dulce ser humano con quien se casó haya desaparecido y su lugar lo ocupe ahora semejante monstruo?

Seguí sentada, con toda la ropa limpia dispersa por la tarima del pasillo cerca del salón. Me toqué el pecho, donde me dio el golpe, me levanté la camisa fina del pijama y vi un parche de color rojo en la piel. Sentí una tremenda explosión de tristeza en mi alma. Rompí a llorar de impotencia. (Pág. 23)

Cuando ve que no puede más, Vicky abandona al cavernícola y se va a vivir con sus padres, llevándose a sus dos hijos pequeños. Como la situación vivida con su marido ha sido traumática por completo, busca ayuda psicológica para superarlo.

Y, qué suerte, acude a la consulta de una psicóloga que resulta ser una antigua compañera de Instituto. Se llama Rosa y es un encanto. Hablan en terapia, hacen amistad, van intimando cada vez más…hasta que un día Rosa confiesa ser lesbiana (confesión que, ya imaginaréis, iba dirigida a poner sobre el tapete una posible relación amorosa con Vicky).

La interpelada se lo toma muy bien, se deja llevar y finalmente descubre que sí, que siente por Rosa mucho más que lo que se siente por una buena amiga. Así que inician su relación.

Con frecuencia los comienzos son difíciles, pero Vicky y Rosa se quieren y están dispuestas a luchar contra los elementos. Y así van sorteando las dificultades propias de las relaciones entre dos mujeres: incomprensión social, salidas de armario, etc.

Al principio era irritante observar que los mismos vecinos de toda la vida se quedaban mirando asombrados, com si fuéramos dos monstruos, cuando paseábamos de la mano o incluso cuando Rosa me daba un beso de despedida en el portal de la casa de mis padres. (Pág. 76)

Como sabemos bien, ciertas puñetas son inevitables. Eso sí, también sabemos que el amor mueve montañas.

Esta es una novela en la que el Destino (así, con mayúscula) parece planear omnipotente sobre las vidas de las protagonistas. Su propio título apunta con claridad a este tema: Vicky y Rosa están destinadas a conocerse y amarse. Esa es la parte positiva del Destino. La negativa, que contra el Fatum no se puede luchar, porque no se puede cambiar. Y cuando lo que espera no es bonito, nada resta por hacer.

Dice el resumen de contraportada: “…pero el que yo cría príncipe volvió, para evitar un final feliz». No voy a comentar nada más para no spoilear, pero podéis haceros una idea.

“Predestinadas” es un libro lésbico muy breve, bien condensado. Tiene un estilo vivaz, dinámico. Resulta una novela ágil, espontánea y bastante ligera; se lee con mucha facilidad y plantea una bonita historia de amor entre dos mujeres, sin ahorrar toques realistas en cuanto a dificultades a superar, problemas familiares e incluso una historia de violencia de género -que, por desgracia, existe y a unos niveles verdaderamente lamentables. Quiero decir con esto que no es la típica historia desanclada de la realidad: aquí no hay millonarias glamorosas, nadie tiene un jet privado, ni una villa en la Riviera, ni pasa los findes en algún exclusivo paraíso hotelero de algún exótico rincón del planeta.

Si tengo que ponerle peros, le pondré este: me gustan los finales felices. Si no hay final feliz, me queda una especie de desazón nada agradable.

Sigamos con los puntos favorables: la narración en primera persona hace que el texto sea más íntimo y más cercano. En cuanto a rasgos originales, debo anotar uno sin ninguna duda: cada capítulo está encabezado por una cita alusiva a su contenido. Todas ellas están perfectamente ajustadas a lo que en el episodio se cuenta y con la inmensa mayoría he sentido la necesidad de tomar un respiro y pensarlas, antes de adentrarme en la narración. Voy a citar un pequeño ramillete de sólo tres flores:

El amor es una bellísima flor, pero hay que tener el coraje de ir a recogerla al borde del precipicio(Stendhal).

¿Qué cosa más grande que tener a alguien con quien te atrevas a hablar como contigo mismo? (Cicerón)

La decisión del primer beso es la más crucial en cualquier historia de amor, porque contiene dentro de sí la rendición (Emil Ludwig).

Así pues, sólo resta decir lo siguiente: aquí tenéis una novela breve, pero muy interesante. Que la disfrutéis, si os apetece. 🙂

Edición citada: GÁLVEZ LLORENTE, V. Predestinadas. Editorial La Calle. Antequera (Málaga), 2014.