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La historia comienza con una mujer enamorada de otra mujer; sin concentrarnos en la orientación “supuestamente distinta”, una o ambas partes de una relación se sienten compenetradas en un nivel cósmico o astral, completamente inverosímil. Si no le llaman amor, le llaman destino o lo relacionan con situaciones fortuitas, como si el amor fuera meramente casual.

En algún lugar entre la intención y las coincidencias, toparte con alguien y enamorarte, no nos hace la vida mucho más fácil y aunque si puede hacerte más feliz, siempre trae sus complicaciones.

Cuando esa otra mitad te falta o por problemas la relación se termina, sientes como si esa conexión, te llevara directo a un hoyo negro hacia la desesperación. Y ¿A quién culpar? ¿A ella, a ti o al “destino”? No, no culpes a la noche, no culpes a la playa, no culpes a la lluvia ¿será que no se aman?

Si los problemas fueron de infidelidad o traición de algún tipo, esa predestinación “espacial especial” fue puro cuento. De ser sólo un pleito y terminar, el único culpable es el amor híper romántico.

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Desde niñas, además de criarnos bajo una norma heterosexista, lo que tomaba auge era ver las películas de princesas y nos enjaretaron la necesidad de un “príncipe”; en nuestro caso una princesa, que se comporte como un caballero y encaje en nuestras necesidades románticas a la perfección. Disney tenía historias muy bonitas, pero los cuentos de hadas no siempre pasan en la vida real.

Como lesbianas, deberíamos considerar no ser tan intensas y como mujeres, dejar de idealizar el concepto de “pareja perfecta”, que vemos en las telenovelas, en comedias americanas o escuchamos en las baladas de amor. Romancear es bonito, sin embargo edificar un modelo de situaciones y personas “especiales”, con cualidades rebuscadas de Hollywood, simplemente no es positivo.

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Hay personas que sí consiguen enamorarse en el primer instante y sí pueden vivir felices para toda la vida, esas parejas siempre te comentarán “ha sido difícil, pero ha valido la pena”. Construir un amor ideal, se basa en la realidad de cada persona y en la capacidad de aceptar a la otra , ver las cosas fríamente puede ser útil para no morir de amor.

Me permito decir que este tipo de chicas fuertes y sin idealismos extra-cursis, no se inspiran en un cuento de Disney, sino deciden escribir uno propio y tal historia ha sido tan real, que pueden seguir juntas por una eternidad.