relatos lésbicos

Ojalá yo contigo

-Ojalá yo contigo… -sugeriste.

Compartimos un deseo en silencio. Yo soy muy de soñar: despierta, dormida… en todos los estilos y en cualquier lugar.

Si estuviéramos más cerca, ¿sabes lo que haría? Organizaría una excursión con una escalada sencilla, para que saborees la auténtica libertad. Al acabar, relajarnos con un baño caliente de sales aromáticas, sin preocuparnos de la hora que marque el reloj. Y antes de ir a preparar una cena deliciosa, te devoraría a ti en la bañera, que también eres muy sabrosa. Juntaría mi cuerpo con el tuyo hasta que se confundiesen nuestras pieles. Hasta que se agotaran los minutos de toda una vida.

Ojalá yo contigo también.

Ven

Ven, que estás muy guapa para andar lejos. Ven y mátame de ganas al desnudarte. Ven a sacarme los colores de mi vida gris. Ven a la cama, pero no a dormir. Desvístete hasta la piel, despega mi ropa y ven. Deja que te coma y te devore, y luego hazlo tú, corazón. Ven a vivir encima de mí empezando por abajo. Vamos a jodernos en el buen sentido. Une tus labios a los míos, y no hablo de la boca. Acopladas, empapadas, ven y enlázate conmigo. Las perlas de tus pechos creciendo con mi lengua. Tu sonrisa viciosa y tus curvas dementes. Ven, y si te vas, no olvides volver.

Hoy es un buen día para escribir

Hoy es un buen día para escribir. Para alegrarme por ti y por mí. Para recordarte sobre este papel que me hace existir. Para comprender que marcharte a otro país es lo que te hace feliz. Para percibir cada gota de lluvia como un beso tuyo en mi nariz. Solo tú con tu sonrisa, encanto, haces un buen día para escribir.

No te voy a mentir, tan solo deseo decir que, gracias a ti, la vida no se me vuelve a escurrir. Aunque a veces se nos antoja ignorarnos no debemos confundir que fue mejor sincerarnos de una puta vez y dejar de huir, sanando cualquier cicatriz.

La escritura es la mejor arma para vivir una vida que merece la pena. Por eso ando sobre el papel, porque hoy es un gran día para escribir. Aquí es donde te siento más cerca de mí. Aquí es donde me enseñaste a sonreír.