Gina se acaba de cambiar de instituto. Acomodarse al nuevo ambiente puede resultarle algo complicado. La mudanza de su familia desde Barcelona a Sant Manel, que no deja de ser un pueblo, supone novedades importantes en su vida cotidiana. Pero nada comparado con la transformación que siente una de sus dos madres, Carla.

El traslado familiar al lugar que la vio nacer y pasar su adolescencia supone para Carla todo un desafío. Es cierto que no quedaba más remedio, que ya no podían pagar el alquiler del piso y que la herencia de la casa de sus padres ha venido como anillo al dedo. En Sant Manel Carla y su mujer, Marcela, esperan que su situación económica mejore y puedan darle a su hija Gina todo lo que necesite. Pero Carleta no puede evitar recordar. Y es que, además, su hija va a ir al mismo instituto en que ella estudió.

Marcela consigue rápidamente estabilizar su situación laboral. Pronto tiene una buena cantidad de clientes para sus clases de preparación física y gracias a ello, un sueldo bastante normal. Sin embargo, Carla está teniendo dificultades. Es traductora profesional free lance y no hay manera de que reciba encargos. Los traductores automáticos on-line han hecho mucha mella en el desarrollo de su actividad y la gente prefiere un resultado chapucero antes de contratar a nadie para verter correctamente los mensajes de otro idioma al nuestro.

Así que, en inactividad forzosa, Carla decide rememorar el pasado escribiendo un diario. Como apoyo a su memoria servirá uno antiguo que acaba de encontrar entre diferentes trastos acumulados en el desván. La escritura de este nuevo diario va a ser toda una catarsis en la que Carleta volverá a revivir sus experiencias traumáticas en la adolescencia, motivadas por la reacción social intolerante ante su lesbianidad.

Ciertamente, un ambiente tan hostil y agresivo no parece posible en el momento presente que vive su hija Gina. Pero sí se puede esperar, aunque no tolerar, un cierto grado de extrañeza o incluso comentarios despectivos. Tanto Carla como Marcela temen que Gina tenga que soportar algún tipo de problema en el pueblo por ser la hija de dos mujeres. No se equivocan.

Publicada originalmente en catalán (“Res a amagar”), “Nada que esconder” es una novela juvenil, ambientada en un entorno estudiantil adolescente durante la mayor parte de la acción. El contraste entre lo vivido en el pasado por su madre y las vivencias de la propia Gina conforman el eje principal de la narración. Entre medias se filtran otras cuestiones importantes: el matrimonio entre personas del mismo sexo, el asombro de algunas personas al conocer esta realidad, el rechazo de cierta gente, la normalización que aún es necesaria…Todo ello en el contexto de la vida cotidiana de Gina y de sus madres en Sant Manel.

El libro, además de obra de ficción, está concebido como lectura para centros educativos. Para ello incluye al final una pequeña guía didáctica que puede resultar de utilidad al profesorado que lo incluya en sus actividades de aula.

Quizás por esta razón, su lectura es muy sencilla y amena, con capítulos breves y un estilo llano y directo. Resulta muy fácil de seguir y la narración se articula de manera lineal, planteando temas importantes y haciendo incluso referencia a otros materiales culturales de interés. Sirva de ejemplo la alusión a “Carol”, de Patricia Highsmith, magnífica novela y todo un clásico de la literatura LGBT, de la que “habemus” reseña. Que disfrutéis de este pequeño libro…si os apetece, claro.