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El día que leí la sinopsis de esta película lésbica pensé que era una de las que tenía que ver sí o sí. Mencionar la Generación Y, jóvenes que creen que lo pueden todo, nuevas experiencias, subcultura del fetichismo y sexo anónimo… seamos realistas, sonaba un poco a popurrí pero sonaba bien, casi a buena película. Lo que me encontré sonaba más a la banda de mi pueblo que a la Filarmónica de Londres que esperaba…

Nos encontramos ante una película australiana que fue rodada en su totalidad en Melbourne. El film nos cuenta la historia de Jordan, una nadadora que intenta equilibrar los duros entrenamientos para llegar a la élite profesional con sus estudios universitarios. Según avanza la película iremos viendo cómo Jordan está bajo la presión continua de su madre, una mujer que vive obsesionada con que su hija llegue a la cima mundial de la natación y que todo lo demás, incluso sus estudios, son prescindibles. Esta presión se unirá a la de estar al día con sus estudios en la universidad y el trabajo que realiza con uno de sus profesores, Cameron. También veremos como la atracción mutua, palpable desde el principio, con Angie, la mujer de Cameron, va dando paso a algo más que miradas. Todo unido conduce al declive de la protagonista. La presión la rompe, la supera y la incita a meterse de pleno en una catarsis llena de drogas y sexo anónimo.

Película Lésbica

La película parece empezar bien pero según van pasando los minutos iremos viendo un desinflado general. La historia prometía y quizá contada de otra forma podría haber llegado muy lejos. La realidad es que a mí me decepcionó muchísimo.

Lo mejor de la película es, sin dudarlo, Lily Hall en su papel de Jordan. Su presencia física y su actuación es lo más destacable. Es capaz de hacer llegar las emociones de su personaje, su desesperación, su dolor, su pasión o su angustia. Hace a Jordan creíble en todos los ámbitos: el deportivo, el de estudiante, el de joven, el de enamorada, …

Submerje nos muestra lo difícil que es lidiar con la presión a la que nos someten lo demás y a la que nos sometemos nosotras mismas para obtener el éxito en uno o varios ámbitos de nuestra vida. Y pretende, aunque no lo hace ni creíble ni con nota, mostrar las consecuencias de una caída en las drogas y el sexo anónimo.

La relación entre Jordan y Angie está bien contada aunque no deja de ser otro bollo-drama lesbicanario previsible de principio a fin. La actuación de ambas en este ámbito es buena, sus escenas juntas son decentes e incluso nos hace pensar que un final feliz es posible. El final de la película es abierto, bueno, más que abierto, nos dejó a todas planchadas ya que es un fin a lo TLW, vamos, que deja la mayor parte de la trama sin resolver.

Puede que penséis que al contar todo esto os estoy destripando la película pero la respuesta es no, la triste realidad es que tampoco hay mucho que destripar. Intenta ser una película profunda pero se queda en la superficie con un tema que daba para mucho más. Pienso que contando con Lily Hall podría haberse sacado un buen zumo en lugar del aderezo que nos deja. En conclusión es una película que vi hace menos de una semana y de la que me cuesta recordar algo más que su flojo guión y su espectacular protagonista. ¡Espero vuestros comentarios!