Amo

Amo a una persona. Se llama Tigo. Amo cuando me sonríe y asiente con la cabeza mientras roza las cuerdas de su guitarra, para que yo guarde la timidez en el baúl de los olvidos y cante junto a ella. Adoro cuando le amanece el Sol en la sonrisa aunque el cielo esté cerrado por vacaciones. Definitivamente, y sin excusas, me encanta con Tigo.

Besar la lluvia

Cae en la ciudad una lluvia seca bajo la que nunca nos besamos. En la boca, me refiero –las mejillas no cuentan–. Una lluvia que cala muy hondo y arrasa con todo menos con tu recuerdo. Ese recuerdo no admite cordura. No es locura, sino vesania. Te apropiaste de un pedazo de mi vida sin permiso, a hurtadillas; yo no pude remediarlo porque eres hermosa, única…, pero de pesadilla.

Me golpeaste de verdad el corazón, haciéndole sangrar por donde no debe, rajándolo, abriéndole una válvula extra para que se desangre a tus anchas. Encanto, para que entres en mi interior debes tener talento. Y demostrarlo si quieres salir desde tan dentro.

Yo sigo acumulando libros sobre ti en una mesa de tres patas. Sonrío, aunque el cielo no lo haga. Y cuando llueve beso el agua, me da igual si parezco una tarada. Por si acaso te marchas de nuevo con uno de tus cuentos tan verdaderos, como una cruel repetición de la jugada.

Y cuando tengo ganas de escribir, preciosa, solo hay un poema al que deseo ir. Eres la joven llamada Fe, la no tan joven llamada Sol, la mujer llamada Amanecer, la del apellido Contradicción.

De mil maneras te llego a querer. Desde el despertar del Sol hasta el hundido, taciturno, intenso, acentuado anochecer. Y en todo ese tiempo qué te voy a decir, mujer; escribir sobre cómo se besa la lluvia que me inspiras es lo que mejor sé hacer.

La complicidad

Soy muy soñadora, creo que es mi mayor defecto. Soy de pensar locuras, de exprimir aventuras, de fracturar las amarguras. También soy muy cabezota, muy de luchar por cumplir los sueños y no abandonarlos al primer tropiezo. Aunque me rompa las piernas de tanto tropezar, nunca dejo de soñar, de hacer realidad, de vivir sin falsedad. Aunque sea la sociedad con su suciedad la que me meta piedras en el camino, yo me hago un camino con cada una de ellas hasta alcanzar mis metas.

Y si el día se oscurece con la nube de la desesperación, me enciendo la sonrisa, que es la mejor iluminación. Es tan hermoso soñar… Más bello es hacerlo realidad. Supongo que soy una soñadora loca. Cada amanecer veo dos opciones ante mí: o volver a dormirme para seguir fantaseando o levantarme para cumplir mis deseos. Ahora sé que merece la pena lo segundo.

Estaba equivocada. Soy muy soñadora, creo que es mi mayor virtud.

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