El pasado ha pasado

No sabía lo muerta que vivía hasta que te conocí. El tiempo llegaba a destiempo cuando intentaba esbozar mi risa exhausta. Mis días eran tan oscuros como buscar una salida con los ojos cegados, como el café más solo o con más mala leche. Y cuando me decidía a levantar mis párpados, el tono marrón de mi mirada parecía mal coloreado, como si la tristeza hubiera echado por tierra mis sueños. Me gustaría cambiar de papel y escribir mis versos sobre tu piel. Besayunar contigo, sobre todo si llueve, la melodía de las nubes es lo que a mi Alma mueve. Que mi género musical favorito es la canción de los latidos de tu Corazón, que me resbala que se me acuse de haber perdido la razón.

No eres una aguja en un pajar. Eres la flor superviviente de la soledad, la luz que no deja de brillar, la sonrisa que anima a otras a brotar, la mirada junto a la que apetece volar.

Contigo, todos mis inviernos son primavera.

Realidad

Me muero. Tú también. Y no quiero llegar a mis últimos segundos comprobando que he malvivido entre excusas y “peros”. Y que la nota de mi existencia es un cero. Por eso hay que sonreír hasta en los días de aguacero.

Lo que tú eres

Tú eres la canción para la que nunca encontré el valor de cantar porque faltaba tu guitarra.

Tú eres el poema que no me atreví a entonar por la ausencia de tu inspiración.

Tú eres ese único verso que nunca recitaré en vano. Te lo aseguro con el corazón en la mano.

Tú eres la mejor discusión, esa que empieza en desacuerdo y acaba sobre el colchón.

Tú eres la Musa que ya no está confusa, la que no duele; la que apartó a un lado la excusa, la que no consiente que el Alma se le congele.

Tú eres la conversación que dura hasta la madrugada, la herida bien remendada, la risotada por mi chorrada, la carcajada más aullada. Tú eres la Compañera que me ha tocado hondo. Yo solo deseo ser la que te correspondo.