Silvia tiene diecisiete años y es la chica más pija jamás inventada. Ella no es para nada consciente de tal condición y pasa su existencia super-perfecta bajo los dictados de su madre, que lleva toda la vida empeñada en hacer de su hija toda una señorita de bien. Consecuentemente, Silvia luce una super-melena que es cepillada a diario, viste siempre vestidos color rosa y se comporta siempre tal como se espera de ella. Silvia encaja a la perfección en el mundo de la pijería.
Pero un día, arrastrada por las circunstancias, debe presentarse en un lugar poco cercano a sus preferencias (bueno, y a las de cualquiera, todo hay que decirlo): un tanatorio.
En realidad, fue un accidente. Silvia se metió sin querer donde no debía. Sin embargo, el encuentro fortuito y brusco con la maquilladora del tanatorio dio como resultado un cambio radical en su vida.
Lara se dedica a maquillar muertos. Es borde hasta decir basta. Es rara, bruta y hasta maleducada. Es exactamente lo que necesita Silvia para espabilar en la vida.
En cuanto ve a Silvia, Lara se toma como un reto transformar a la pija en una chica fuerte y protestona, que sepa decir lo que quiere, quejarse de lo que no le gusta y plantarle cara al mundo en general y a su timorata familia en particular.
La tarea de dotar de algo de personalidad a la niña-bien no le resultará fácil. Pero Silvia, en el fondo, no es tan sumisa ni tan conformista como parece. Cuando se le consigue tocar la tecla adecuada, la rebeldía de Silvia florece como un volcán y no hay quien la pare.
Lara tiene un gran grupo de amigos, de lo más variopinto. Silvia se incorpora a la tropa sin demasiadas dificultades: ellos son acogedores y pronto la nueva adquisición pasa a ser una más de la cuadrilla. Arropada por sus nuevas amistades, Silvia encuentra el coraje necesario para ganar independencia y crecer en personalidad.
Pronto descubre muchas cosas de sí misma y de quienes la rodean. En primer lugar, sus inclinaciones afectivas no van necesariamente dirigidas en exclusiva hacia el sexo opuesto (algo que ha dado por sentado sin más durante toda su existencia). Para continuar, su idílica familia no tiene nada de idílica. Y la vida es mucho más complicada y dura que lo que ella ha vislumbrado hasta el momento. Las circunstancias que la rodean hacen a Silvia concienciarse de lo terrible de la lacra de la violencia machista. En su cabeza va creciendo la idea de llevar a cabo el proyecto “Girl, Girl, Girl”, destinado a acoger a víctimas de maltrato.
A lo largo de su periplo, Silvia madura y se convierte en otro tipo de persona. Silvia ya no es Silvia, es Sil. Sil enfoca sus relaciones de manera distinta, aprende a valorar a la gente que de verdad la quiere (sean o no de la familia) y, en suma, crece en personalidad. Por supuesto, no siempre las experiencias son agradables, ni el amor perfecto. Pero todo esto es parte de la vida real y parte del proceso de convertirse en adulta.
“Girl, Girl, Girl” tiene una trama sencilla, de corte romántico, pero con los matices de evolución personal que hemos señalado. En su debut como escritora, Ross Serra nos ofrece una novela desenfadada y ligera, perfecta para la época estival. Que la disfrutéis, si os apetece.