Cuando uno piensa en Brasil, generalmente, tiene pensamientos positivos. Las cosas que te vienen a la mente son playa, fiesta, cultura y cosas por el estilo. No estoy aquí para contradecir nada de esto, porque es todo cierto. Pero también hay que reconocer el otro lado de la moneda. Brasil es un país plagado de violencia, mucha de esta violencia es por clase social, o económica. Pero la más preocupante es la violencia contra la comunidad LGBTQIA+, una violencia que se ha incrementado desde la elección de Jair Bolsonaro como presidente de la nación más grande de Sudamérica.
Bolsonaro es un político conservador que durante su campaña dejó joyas como decir que prefiere tener un hijo muerto que un hijo gay, por ejemplo. No tiene un año ejerciendo de presidente y su legado de homofobia ya es tangible. Tampoco es que podamos culparle de toda la violencia homofóbica en Brasil. Solo entre octubre de 2017 y octubre de 2018, 167 personas transexuales fueron asesinadas en ese país. Pero si esas escalofriantes palabras las dice un candidato presidencial y aun así gana las elecciones, quiere decir que la mayoría de la población no tiene problemas con la retórica violenta contra la comunidad LGBTQIA+
Potencial vs. Realidad
Está claro que Brasil tiene gran potencial para convertirse en la primera gran potencia de América del Sur en el mundo, sin embargo la corrupción se ha convertido en una traba de la que no se salvan políticos de ningún tinte ideológico. Es complicado e irresponsable pretender señalar la razón por la cual Brasil está tan plagada de corruptos en todos los ámbitos, o porqué tanta violencia se reporta a diario entre las favelas, las cárceles y los ataques a las personas queer.
Sabemos que Brasil es un país profundamente religioso, solo basta con mirar su paisaje más famosos, encabezado por una masiva estatua de Jesucristo. No quiero implicar que la religión, en si, es la razón, pero sin dudas será usada en miles de discursos para manipular la fe de la gente y arrearles a seguir ciertas directrices. A una persona corrupta solo le interesa mantener el poder, y sabe que la mejor forma de hacerlo es dividiendo a la gente al punto de que les importe más derrotar al otro que darse cuenta que están siendo manipulados.
Por eso hemos visto un preocupante auge de políticos populistas en todo el mundo. Nos gusta sentirnos validados y pensar que tenemos cierta superioridad moral, por eso nos molesta cuando nos señalan los errores, somos humanos. La homofobia, como el racismo y el sexismo, han sido tan engranadas en nuestra cultura que son casi reacciones automáticas, es un constante esfuerzo luchar contra el instinto de ser estas cosas, por eso para algunos es más fácil justificarlo que corregirlo, y por eso políticos como Trump y Bolsonaro tienen éxito.
La preocupación LGBTQIA+
Como les decía, ya Brasil tenía tiempo siendo una nación con poca tolerancia a lo gay, las redes sociales son testigos a diario de retóricas homofóbicas. De hecho Brasil es uno de los países con mayor índice de violencia contra las personas LGBTQIA+: «Cada 20 horas una persona LGBTQIA muere de forma violenta, víctima de la LGBTfobia, lo que hace de Brasil el campón mundial en crímenes contra las minorías sexuales.»
De las 420 personas LGBTQIA que murieron en 2018, 320 fueron asesinatos, las otras 100 suicidios. Peor fue 2017, con 445 muertes LGBTQIA, que queda registrado como el peor año en los 39 que el Grupo Gay de Bahía tiene recolectando data sobre la violencia homofóbica. Según agencias internacionales de derechos humanos, son asesinadas más personas homosexuales y transexuales en Brasil que en los 13 países de África y Oriente donde existe la pena de muerte por ser LGBTQIA+.
Tomando los datos de 2018, sabemos que las principales víctimas de esta violencia en Brasil son los hombres gay y las personas trans, pero las lesbianas y las personas bisexuales también son víctimas de esta violencia. También podemos ver que las personas jóvenes son los objetivos principales, el grupo de personas entre 18 y 25 años es el más afectado, seguido del de personas entre 31 y 40 años y entre 26 y 30.
Respuesta LGBTQIA+
En vista de estos datos y que el gobierno no solo no parece estar dispuesto a proteger a la comunidad LGBTQIA+, sino que es vocal en su homofobia, las personas LGBTQIA+ han decidido tomar su defensa en sus propias manos. Hay una creciente tendencia en Brasil de gimnasios donde las personas LGBTQIA+ se entrenan en defensa personal. Como mujer una está consciente de la importancia de saber defenderse ante un ataque físico, así que es perfectamente lógico ver a una comunidad vulnerable recurrir a la misma herramienta.
Saber defensa personal es posiblemente una de las mejores cosas que podemos aprender. No es una invitación a la violencia, la defensa personal, como su nombre claramente lo explica, es tener la capacidad de defendernos si alguien nos ataca. ¿Por qué es más efectivo para mujeres y personas queer? Porque estos grupos generalmente son atacados por prejuicios: se supone que la mujer es el sexo débil y se supone que ser queer es ser afeminado y por tanto débil, por eso somos vistos como víctimas «fáciles».
Evidentemente no se debe abandonar la lucha política y social. Aprender defensa personal es una excelente iniciativa, pero es importante seguir la lucha para que todos los entes gubernamentales protejan a todas las personas, sin importar el color de la piel, el género, el ingreso económico o la sexualidad. También para que la sociedad deje de ver a estos grupos minoritarios como enemigos, como «los otros», y así erradicamos esos conceptos de la base cultural.
¿Qué estamos haciendo mal?
Nada. Lo peor que podríamos hacer es abandonar la lucha. Confiarnos. Porque sí, hemos avanzado mucho en los últimos años en cuanto a aceptación y derechos de las personas LGBTQIA+, sin dudas, pero esto no nos debe inclinar a pensar que está todo hecho. Evidentemente nos falta camino por recorrer. Hay que seguir denunciando, hay que seguir exigiendo, no debemos parar de alzar nuestras voces. Esta lucha no acaba hasta que cada persona se sienta libre de expresar quién es sin miedo a recibir respuestas violentas por ello.
Y no olviden cuidarse unos a otros, no paramos de ver, con preocupación, como las mujeres trans de color son, específicamente, el grupo más vulnerable a ser agredido en todas partes de mundo. Si no eres una mujer trans de color, o una mujer trans, o de color, no quiere decir que no sea tu problema. Cuídense y sigan luchando, que a pesar de las malas noticias vamos por buen camino.
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