Al revés (II)
Si te asusta el matrimonio, ¿te quieres divorciar conmigo? ¿Quieres que digamos “no” a todo lo negativo? Vamos a deshacernos el amor, a ponerle un cinturón de castidad a nuestra pena. A asustarnos del rebose de fortuna con precaución y a no temer que las cosas puedan torcerse. A ser felices en los días más grises. Hagamos las tareas deprisa y también con calma y riámonos de lo que no es apropiado. Atrevámonos a bucear en un monte y, si no sabes cuál, yo te enseño a hacerlo en el de Venus.
Sobre todo, vamos a construir las cosas bien aunque empecemos por el tejado. Pero vamos a hacerlas de una vez.
Café de madrugada
Ahora que sé ser sincera, ahora que ya no temo. Ahora que con mis excusas no me quemo. ¿Cómo se escriben tantos besos en un poema para resucitarle de entre los crisantemos? Lo pregunto porque así podríamos comunicarnos acariciando el lenguaje extremo hasta que el amanecer se nos salga por los ojos sin parecer que jugamos una demo.
Yo escribiría una melodía de piano narrada, con un contrabajo de panza ovalada y la voz de nuestras miradas, para que nos diéramos un buen beso acurrucadas, ante dos cafés de madrugada. Que durásemos más de tres segundos pegadas y retomásemos el sinfín de las oportunidades que nos fueron denegadas, mientras soñamos con que, por una vez, seamos arriesgadas.
La primera vez
Tu sonrisa es lo que más me apetece. A tu paso, la Primavera florece. La mala suerte no rodea a tu número favorito, el trece. Cuando discutimos, no imaginas cómo escuece. Gracias a tu locura particular, mi cerebro encantado me desobedece. Da igual que salga la Luna, a tu lado nunca anochece. No escucho ningún titubeo en tus palabras o eso me parece. De etiquetas tu esencia carece. Eres sincera y eso se agradece. Siempre que nos miramos mi valor se fortalece. No dejas de estar a mi lado para entregarme tu cariño, aunque una y otra vez me tropiece. Ya no me asusta cuando oscurece.
Sin ti, mi Corazón fallece.