Adivina quién soy

Y allí estaba yo, tembloroso y rojo de rabia por un miedo incoherente a no llegar hasta ella, lo confieso. Al mismo tiempo, se me caía la baba solo de pensar en que pronto podría extirparme de mi interior este peso. Me relamía y comprobaba mi olor para no asustarla en el proceso. Sería capaz de plantarme en su mano con mi aspecto más travieso, decorarle una servilleta, componer tonalidades en un cuadro o inmortalizarme en su dormitorio, esparciendo mi esencia en todo el yeso.

Por un lado, me sentía petrificado por la emoción, bien tieso. Por otro, el miedo a hacer el ridículo o que se me adelantaran, me dejaba el Corazón en los huesos. Cuando se trata de mí, mal vamos si entra en juego la imposición de los sesos.

Luego pienso que robarte uno de los míos es como un disparo al Alma del que saldrás ileso, para que después te envíen a la cárcel ideal, donde querrás permanecer preso. Puedes aprender mucho sobre ti mientras maduras en tal progreso. Al margen de todo, siempre voy a ser para ti un momento al que nunca te negaré el acceso. Podrás enredarte conmigo hasta tu deceso.

Otorgado con la sinhueso, soy y siempre seré un beso.

 

Burlarnos de cada marrón

Tú conmigo eres fiera como un plantígrado pardo, oso marrón, y fría como el ojo de tigre, ágata o circón; jaspe, cuarzo ahumado y hasta madera petrificada forrando el cajón donde guardo el cinturón que siempre me impidió bajarte el pantalón.

Marrón castaña. Marrón de nuestros pasos yendo al teatro en Malasaña. Marrón nublándome los recuerdos que tu maña me enmaraña con saña. Marrón militar, marrón campaña.

Marrón camel de tu ropa. Marrón admirándote la retaguardia, es decir, la popa. Marrón que gobierna las ciudades de Europa, que deseo conocer a tu lado, aunque solo sea para degustar una simple sopa.

Marrón del suelo que pisas. Burlarnos de cada marrón con unas buenas risas. Marrón tierra donde tus sueños no los arrastra el viento, el vendaval o la más inocente de las brisas.

Probémonos de nuevo sin pavores. Me gustas aunque llores. Quiero sanarte los escozores. Deseo besar cada uno de tus dolores, sean superiores o menores. Gozar juntas en la latitud de los sesenta aulladores. Existir por el mundo hasta que solo seamos capaces de comunicarnos entre estertores. Que te cabrees conmigo y me intoxiquen tus vapores. Que no tengamos pudores a la hora de hacerle el Amor a nuestras respectivas flores.

Me encantas de todos los colores.

 

Noche

Noche plena, luna llena, cuarto menguante, dormitorio decreciente, ausencia brillante, oscuro espesor, abrazo manco, sueño helador…

Noche hueca, luna ausente, cuatro estaciones, suspiros dementes, luz perdida, miedo presente, beso distante, siempre inexistente.