En aquel beso fui feliz
Y no sé explicar por qué. No necesito justificarlo. El día nos recibió con las condiciones idóneas para que el mal humor fuera nuestro plato fuerte: llovía a mares, hacía frío, yo estoy acostumbrada a comer pronto y eran las tres de la tarde, llegabas con retraso, tenía sueño y debería haberme puesto en plan quejica.
Lo de la lluvia y el frío lo solucioné rápido, pues gracias a la Musa la lluvia siempre la siento como inspiración y no como tristeza. Mi frío era fácil de calentar, solo debía recordar que, en unos minutos, nos veríamos de nuevo. No sentía hambre porque había desayunado mariposillas turquesas que aún revoloteaban por mi estómago, alimentando mi Amor por ti. Respecto a tu impuntualidad, la aproveché para fumarme un cigarro antes de saber que odias a los fumadores. Y lo del sueño… Era difícil que me despertara, llevaba desde noviembre soñando contigo.
Entendí que no había luz en el firmamento porque el cielo te la había prestado para decorar tus ojos, —por eso tenías ese brillo en la mirada—.
Aquella tarde lo pasé genial. Sin duda, donde más dichosa me sentí fue en la caricia con que abracé tu mejilla y su suavidad. En aquel beso, pequeña mía, recordé lo que era la felicidad.
Mi Arte se ha enamorado de ti
Me has conquistado por completo y no sé si quieres darte cuenta. Entre tus secos cariños y miles de mimos escuetos palpitan mis pupilas desesperándose por un beso tuyo. Temo ser sincera y acabo escribiéndote en abstracto para no asustarte.
Busco señales tuyas en las palabras que me recitas con cuentagotas. Yo las transformo en latidos para guiarlas hasta mi Corazón, donde guardo todos tus recuerdos.
He creado un jardín con tus flores favoritas. Todas huelen a tus cabellos. Cada anochecer me recuesto entre su frescura y esnifo tu perfume mientras les recito cada una de tus declamaciones, como si fueran la mejor nana nocturna. Es una forma de sentir tu abrazo, aunque sea con el olfato. Me acurruco entre jazmines y lilas, deshojando nomeolvides en lugar de margaritas porque no sigo el guion establecido.
Y en medio de la penumbra, con tu recuerdo enlazado a mi sonrisa, es cuando estoy segura de que volverá a brillar el sol, aunque solo esté plasmado en tu Arte, que tanto me enamoró.
No me considero una gran artista
No me considero una gran artista, más bien soy una Escritora como la copa de un chopo. Solo a letras me atrevo a revelarte que mi Corazón late en tu dirección. Solo nadando en tinta soy capaz de no ahogarme cuando intuyo que te resbalan los sentimientos que por ti me gotean a versos del Alma. Solo a escondidas logro apreciar que la luz que me desvela al acostarme proviene del recuerdo de tu sonrisa brillando en el anochecer.
No me considero una gran artista porque no tengo valor para acunar tu mentón cuando escupes lágrimas de desesperación desde tu Corazón. Porque me es más cómodo cuidarte en silencio desde la retaguardia en lugar de dar un paso y entregarte un beso en los dolorcitos, aunque lo exprese a taquicardias.
No me considero una gran artista. Me escudo en mi faceta de bromista cuando recibo una negativa, cuando la voz de tu canto se convierte en una afilada arista. Cuando no acierto más que a parecer sarcástica pero guardo un secreto tan abismal que yo sola comprendo todo el espectro autista.
Quizá por eso me agrada tanto la compañía de las nubes y su lluvia. Junto a ellas puedo llorar por no ser una gran artista que el Amor por ti no te logra confesar…