Las insurrectas: cicatrices se sitúa en un mundo futuro no muy lejano donde las mujeres han perdido todos sus derechos. El feminismo ha sido duramente combatido y los hombres mandan (o sea, como siempre, pero más). Ellos tienen todos los privilegios imaginables y no imaginables y se dedican a dominar a las mujeres, despreciarlas, abusar de ellas y tratarlas como lo que son para esa sociedad: nada.
En un contexto tan brutalmente machista no es de extrañar que un grupo de oprimidas se hayan rebelado y escapado. Son las insurrectas. Así se denominan y, lideradas por dos mujeres (Ivy y Joanne), han montado su propia comunidad, exclusivamente femenina. Esta pequeña sociedad está organizada en grupos especializados por tareas: las guerreras, las guardianas y las oficiantas. Las primeras, como es obvio, luchan; las segundas (como también es evidente), se encargan de la vigilancia y el orden interno y las terceras de los trabajos generales de cocina, agricultura, sanación, y en resumen de todo lo necesario para que la comunidad pueda vivir.
Allí encuentran refugio las mujeres huidas del régimen opresor y todo parece ir más o menos bien. Cierto es que las insurrectas deben realizar incursiones peligrosas de vez en cuando en la ciudad, para proveerse de lo que no les ofrece la naturaleza y que es necesario para subsistir. Cierto también que esas expediciones suelen ser violentas y en ocasiones corre la sangre. Pero no hay que olvidar que están al límite y que ciertas acciones son necesarias para la supervivencia.
Un día llega una muchacha llamada Kora. La encuentran perdida por los alrededores del poblado. Es una fugitiva y deciden acogerla. A fin de cuentas, es una chica (si fuera un chico, ni hablar, los varones no se aceptan en la comunidad). Eso sí, tendrá que aprender a luchar para convertirse en una guerrera. El primer problema se plantea porque la joven quiere volverse a la ciudad en cuanto esté adiestrada para rescatar a su padre. Su padre no es un hombre al uso (quiero decir, al uso en esa sociedad ultra-machista): él la ha educado como persona, la ha tratado bien y le profesa afecto paternal. En consecuencia, ella quiere a su padre.
Estas cuestiones no son del todo comprendidas por un sector de las insurrectas. En concreto, las gobernantes del grupo. Ni Ivy ni Joanne (y muchas de las demás mujeres que forman la comunidad) se fían ni un pelo de ningún hombre, por majo que pueda parecer. La androfobia y la misandria están muy fuertemente arraigadas en gran parte de las insurrectas. Tal actitud deviene tanto de sus propias experiencias personales, como del ambiente social machista generalizado de la sociedad de la que han escapado.
Todas ellas son mujeres que han sufrido y que únicamente piden una oportunidad para vivir una vida en libertad. Todas ellas tienen sus cicatrices más o menos hondas, más o menos visibles, en su interior o en su físico. Quizás el caso más llamativo sea el de Ivy. Ivy presenta una enorme cicatriz en la cara, que le rompe la mejilla de arriba a abajo. La líder de la comunidad es una persona fuerte y curtida, aunque le ha costado mucho llegar a sobreponerse a su terrible pasado.
La tremenda responsabilidad que recae sobre sus hombros hace que a veces se comporte como una mujer brusca, arisca, pétrea y de trato difícil. Pero en el fondo, Ivy está deseando quitarse la coraza y sentir. Y quién sabe, tal vez haya llegado su oportunidad.
“Las insurrectas: cicatrices” es una novela distópica, basada en la posibilidad de que los movimientos reaccionarios que por desgracia existen en la política de muchos países, centrados en la lucha antifeminista y defensores de un orden heteropatriarcal, lleguen a triunfar algún día.
Desafortunadamente, en la actualidad ciertas corrientes ideológicas parecen centrarse cada vez más en atacar la lucha por la igualdad de las mujeres, negando sistemáticamente la violencia machista e introduciendo en la agenda política temas que creíamos ya superados. Esperemos que nunca tengan éxito.
Por otra parte, es una historia que se lee con rapidez y facilidad, cuya acción transcurre con fluidez. Si os gustan las distopías con mujeres como protagonistas, aventuras y algún toque de romance, puede resultar una buena elección. Que la disfrutéis, si os apetece.