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En blanco

Me recosté sobre ella. Mi cabeza se acoplaba a la perfección en el hueco de su cuello. Estiré la mano, buscando un poco de aquel pelo azabache. Jugueteando con él, me di cuenta de que no estaba tan guapa como la recordaba, sino muy preciosa. Aún le asomaba por la sonrisa un pedacito de su amor.

Encanto, antes de dejar la mente en blanco por completo, te quiero pedir que hagas algo diferente para variar y, esta vez, te quedes a mi lado para que no tenga que soñarte nunca más.

Adicción a la ficción

 

Goya

Me dices de quedar en la calle Goya y creo que he ganado un premio. El premio de verte. De que quieras estar conmigo. Pero al hablar, me bajas de las nubes de un tortazo, porque el Goya lo ha ganado otra candidata.

Charlamos de tonterías durante un rato, ante un par de cafés. Con la taza en la mano, fingí saber aguantar el equilibrio. Es lo único que me calentará hoy, por lo visto.

Al despedirnos, me miraste igual que siempre. Levantando las cejas como diciendo “en fin”. Quise despedirme de ti como en las grandes películas, para no sacarte de tu entorno, cortándote la respiración con un beso de cine. Nada de lágrimas salvo las oportunas, cuando ya estés demasiado lejos como para distinguirlas. No montar una escena, porque eso es de tu profesión, no de la mía. Yo escribiré un guion que, por supuesto, luego no seguiré.

No he ganado ni el premio a la mejor actriz secundaria. Lo que hemos vivido es el tráiler de una película que nunca llegará a estrenarse.

Adicción a la ficción

 

Casi te quiero

De unos meses para acá he vuelto a soñar contigo. Tengo pesadillas, fantasías, sueños normales y corrientes…, de todo tipo; pero siempre andas tú por ahí, por mi subconsciente. Te has adueñado de él sin permiso.

Llegamos casi a tocarnos, casi a confesarnos, casi a besarnos. Y en medio de tanta indecisión que, por no haber concluido aún me dura, yo llegue a decirte, casi, «te quiero».

Adicción a la ficción