A estas alturas estarán familiarizadas con la actriz que interpreta a la entrañable Rosa Diaz en Brooklyn Nine-Nine. También deben saber que en la vida real, lo más parecida a su personaje que es Stephanie es por su sexualidad: ambas son bisexuales. Y aunque en la pantalla chica hemos visto a Rosa confesar que sale con una chica y luego sufrir un cortocircuito bi a causa de Gina Rodríguez, en la vida real Beatriz está por casarse con un hombre.
Las que son bisexuales deben estar torciendo los ojos porque saben lo que se viene: “Ah, o sea que ahora es hetero?”, porque lamentablemente en 20gayteen, la bifobia sigue viva. Para las que no son bisexuales, ustedes sienten que tienen que defenderse de los hetero, nosotras, a veces, tenemos que defendernos de los hetero y de los homosexuales.
No, una persona bisexual que se casa con una persona del sexo opuesto no deja de ser bisexual. Como si se casa con una persona del mismo sexo. Pero dejemos que sea Stephanie Beatriz quien habla, porque escribió este ensayo para GQ y creo que vale la pena leerlo.
Bisexual y orgullosa
Soy bisexual y me casaré este otoño. Estoy emocionada, nerviosa, aterrada y jodidamente feliz. Elijo casarme porque esta persona en particular saca lo mejor de mí. Esta persona resulta ser un hombre. Yo sigo siendo bisexual. Ser bisexual es una serie continua de salidas del armario. Primero contigo misma, quizás mientras ves viejas revistas y te quedas viendo las piernas de Rita Moreno y te das cuenta de lo mucho que te gustaría tocarlas (esa era yo). Quizás luego se lo confieses a tu hermana, que enfáticamente te advierte que no salgas del armario con tus padres hasta que estés completamente segura sobre una chica, porque ellos van a enloquecer (esta… también fui yo). Luego vienen los amigos de la universidad, quienes te preguntarán en broma si finalmente eres homosexual o heterosexual, este y todos los fines de semana (adivinaron: también soy yo). Quizás finalmente tengas el valor de decirles a tus padres, quienes con mucha calma lo ignoran. Y finalmente te preparas para salir del armario una y otra y otra vez con cada persona con la que sales. ¿Cuándo termina?, ¿puedes dejar de decirle a la gente que eres bisexual?, ¿cuándo es que la gente comienza a entender que esta es tu verdad?, ¿puedes ir por la vida sin tropiezos y que la gente asuma tu sexualidad correctamente?, ¿cuándo podrás verte representada de forma positiva en todas (o en cualquiera, inclusive) las formas de medios que consumes?
La sexualidad de las personas generalmente es definida por sus parejas
La bisexualidad constantemente necesita explicación. No es algo que comúnmente se pueda “leer” en una persona, y por eso las personas bisexuales se sienten a veces como la parte invisible de la comunidad LGBTQIA. La sexualidad de las personas, generalmente, es definida por sus parejas. Lo que puede ser una limitación frustrante para mí. He tenido un sinfín de pequeñas salidas del armario en mi vida, muchas veces para explicarle a alguien que ha juzgado erróneamente mi sexualidad por quién es mi pareja en el momento. Ahora tengo una pequeña plataforma de visibilidad, porque estoy en un divertido (y si me permiten decirlo) y excelente programa de televisión. He elegido usar esa plataforma para hablar abiertamente sobre mi bisexualidad, por otras personas que tal vez se sientan invisibles e inseguras de si salir o no del armario. Muchas cosas pasan por tu mente cuando intentas decidir si salir o no del armario como bisexual: si paso como heterosexual, ¿por qué me sometería a ese posiblemente incómodo y hasta potencialmente peligroso momento de “soy bi” con mi familia, amigos, comunidad? ¿Si estoy en una relación con alguien de mí mismo sexo, debería simplemente decir que soy homosexual para no alterar el status quo? ¿Qué tanto detalle debería ofrecer sobre mí y mi sexualidad? (porque, francamente, la sexualidad es algo muy íntimo y yo estoy en constante proceso de descubrimiento a diario, esa es la naturaleza de todas nuestra sexualidades).
Sobre la sexualidad
Esta es la cosa sobre el impulso sexual que a la gente le gusta negar: sigue ahí incluso cuando tienes una pareja estable. Puede que aún quieras fantasear con otras personas, quieras besarles o acostarte con ellos. O quizás no hagas nada de eso, pero el tipo de personas que te atraían y que siguen atrayéndote son todavía el mismo tipo de gente que te atraía y que sigue atrayéndote. Sé que soy bisexual porque me quedé viendo lo brillante del cabello de una chica por más tiempo del que normalmente lo haría si sólo quisiera saber que acondicionador usa. Sé que soy bisexual porque en la escuela, una vez me obsesioné tanto con un adorable chico rubio que sabía exactamente el momento entre tercer y cuarto período en el que usaba el bebedero y me quedaba allí para ver su trasero mientras él se inclinaba a tomar agua.
Orgullo
Hace un par de fines de semana tuve el honor de marchar en una de las carrozas durante el desfile del Orgullo LGBTQIA en D.C. Yo y un montón de personas LGBTQIA estábamos a bordo (incluyendo a Karamo Brown de Queer Eye, y sí, él es así de magnético en la vida real). Me sentía nerviosa antes de montarnos en la carroza. Sólo había asistido a otro Orgullo luego de salir públicamente del armario como bisexual, y aquí estaba, a punto de montarme en una carroza con mi pareja cis heterosexual que es hombre. ¿Me aceptaría la comunidad viendo el desfile? Mi saboteador mental me gritaba desde lo más profundo de mi mente: “¡No perteneces aquí! ¡Esto no es para ti! ¡No eres lo suficientemente gay para estar aquí! ¿Cómo te atreves?” Estaba sudando y no era por el calor de D.C. El desfile comenzó y alguien me dio una bandera: rosa, púrpura y azul, la bandera bisexual. Tomé mi lugar en la carroza, Karamo a mi lado y mi pareja detrás de nosotros. Karamo y yo compartimos una sonrisa, yo levante mi bandera y comencé a bailar.
No bebí durante ese desfile, pero déjenme que les diga que me sentía embriagada por el amor que recibimos. Por donde quiera que mirabas un mar de familia LGBTQIA y aliados bailaban, gritaban, agitaban sus banderas entre risas. Fue jodidamente eléctrico. No podía dejar de sonreír. Entre la gente, la familia bi estaba representando con los colores y las banderas. Gritábamos cuando nos reconocíamos entre el resto de la comunidad, saludando y señalando “te veo”. Seguía brincando y gritando, y los fans bi del programa (Brooklyn Nine-Nine), dios mío, cuando te digo que nunca me he sentido más conmovida no te miento. Viví muchos momentos en los que miraba a los ojos de alguien que gritaba mi nombre y ambos al mismo tiempo gritábamos “¡te amo!”.
La experiencia del orgullo 2018
Estaba esta chica con el cabello rizado y lentes, que parecía impresionada de verme ahí. Yo no había hecho gran cosa sobre mi asistencia, sólo un pequeño anuncio en Twitter. Cuando me vio, soltó las lágrimas. “¡Gracias!”, me gritó, lo repitió todo el rato que mi carroza pasó junto a ella, llorando cada vez más. Yo comencé a llorar también y casi me caigo por el costado de la carroza saludándola. Se me nubló la vista y tuve que contener un sollozo. Conocí a otra persona durante ese fin de semana del Orgullo. Un hombre joven que habló conmigo sobre Brooklyn, y de lo muy fan que es de la serie. Luego me susurró que amó el episodio en que Rosa sale del armario con sus padres. Él también, me confesó, es bisexual, pero no puede compartirlo con su familia. Me contaba lo mucho que significó para él ese episodio, pero dejó de hablar al respecto. Yo tomé su brazo, le dije que entendía perfectamente, y mantuve el contacto físico hasta que cambiamos de tema. Hablando de los lugares que debía visitar mientras me encontraba en D.C. Antes de irme lo abracé y pude sentir su corazón latiendo con rápidamente. Me pregunté si yo era una de las pocas personas confiables con las que este chico había salido del armario. Sentí mucha esperanza por él, de que encontraría su camino a la libertad que estar fuera del armario te puede brindar, y absolutamente impactada de ser una de las privilegiadas de escuchar su verdad.
La libertad de ser tú misma
Hablando por experiencia personal les puedo decir que se siente jodidamente bien estar fuera del armario. Todavía da un poco de miedo a veces, en ocasiones me siento como que no pertenezco. Pero esos momentos de incomodidad valen la pena, porque vivir auténticamente me da tanta felicidad, y se siente tan honesto y bien. En octubre me casaré con un hombre heterosexual. Haremos votos que me tomaré muy en serio, hasta que la muerte nos separe. Pero seré bisexual hasta el día que muera, nena, y hago un voto conmigo misma de siempre cantar esa verdad.
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