Ustedes me van a perdonar, pero lo primero que tengo que decir en este resumen es: ¡¡¡Viva México, cabrones!!!! (Uy, la censura, que pronto empieza) y es que déjenme que les presente a esta familia de bellas mujeres, que si fueran mis vecinas me pasaría todo el día asomadita al balcón… en fin, me centro.

El capítulo comienza en la mansión familiar, (porque otra cosa no, pero desde el principio queda clarito que esta gente no pasa precisamente hambre) con una fiesta que nos sirve de excusa perfecta para presentarnos a las miembras del clan (sí, en esta familia los hombres están de adorno, no lo olviden).

Las Aparicio

Bueno niñas, que un gusto conocerlas, pero me voy a mudar a México…

Está bien, les acabo el resumen primero… y que conste que mi cambio de opinión no tiene nada que ver con que haya visto el precio del pasaje y me haya puesto a llorar… Snifff… Tanta belleza y tan lejos…

La matriarca es Rafaela Aparicio, la señora, ahí donde la ven, lleva nada más y nada menos que tres maridos muertos a sus espaldas y tan pancha; carácter, carácter y más carácter tiene la dama. La hija mayor es Alma, también es viuda, directora de un centro cultural y se saca un sobresueldo con un negocio que descubriremos un poco más adelante. La mediana es Mercedes (dios existe, es mujer y vive en México), ella tiene una hija y se dedica a sus labores hasta el día de hoy, porque, sí lo adivinaron, la fiesta en cuestión es el funeral de su marido (estas niñas parece que tienen una maldición tipo “Prácticamente magia”).

Y la pequeña, que es la que nos va a dar más bolloalegrías, es Julia, actriz y cocinera hasta que la descubra el director de turno; desde el primer momento vemos que la chiquilla tiene un gusto pésimo para los hombres, ya que sale con un futbolista que le entra a todo lo que se mueva y lleve falda o pantalón corto o vestido o falda pantalón o… se hacen una idea. Para completar tenemos a Isadora, la hija de Mercedes, niña consentida en plena adolescencia y a la que se le acaba de morir el padre (mercancía peligrosa, manejar con cuidado); Aurelia, que trabaja en la casa y es la que nos va a contar todos los cotilleos que queramos y los que no también; y Mariana, amiga de Julia desde pequeñas y lesbiana declarada (como diría una amiga mía, Yeiiiihhhh!!!!).

Ya hechas las presentaciones, comencemos con el resumen propiamente dicho… Como ya les he contado, la historia comienza con el velatorio (velorio según dónde estemos) del marido de Mercedes, ahí ya vemos que hay alguna historia pendiente con el difunto, por que más que estar triste la mujer esta cabreada y mucho y un individuo tipo C (macho-cabrío-chulito-tú-estás-a mis-pies-porque-yo-lo-valgo) llamado Claudio le da unos billetes para que la muchacha y su hija vayan a despejarse a Cancún y le recuerda que a su vuelta tienen negocios pendientes. Por otro lado, Alma habla de su extraña empresa con un chico y nos deja con las dudas de qué se trae entre manos mientras Julia tiene una escena de celos con su novio/chulodeplaya.

Cambiamos de tercio y descubrimos a Alma (se me va a morir el ordenador con tanta baba) en un bar ligando descaradamente (tú di que sí, pa’ qué perder el tiempo) con un señor, para acto seguido ir a un habitación a concluir la velada; ella lo deja clarito, esto es sexo y punto, cero compromisos… (Ah, por cierto, el teléfono que te he dado, es falso).

En otro punto del mundo (vale, será en la misma ciudad, pero me hacía ilusión), Julia va a ver a su novio y se lo encuentra magreíto va magreíto viene con otra chica en la cama; a él, como buen imbécil, no se le ocurre otra cosa que invitarla a unirse, a lo que la chica le responde “No sabes la güeva que me das” (a ti y a todas cariño) y se marcha dejándolo con la individua, que creo se quedó con las ganas de que la muchacha se apuntara.

Mercedes regresa de Cancún con una Isidora muy mortificona (jodelona para las que no me capten). Lo primero que hace es plantarse en el bufete del que su marido era socio, donde le espera un Claudio más que dispuesto a quitarla de en medio sin miramientos, pero como ya vamos intuyendo, las Aparicio no son fáciles de manejar y Mercedes, aunque tenga carita de ingenua, está un poco quemada como para que nadie la vacile. El machote insiste en que debería venderle las acciones que su marido le dejo y concentrarse en su hija y en cuidar de su casa, como debe serrrrrr, como a su marido le gustaría que hubiese sido. Mercedes lo manda callar diciendo que su marido no era un santo: “Todos sabemos cómo murió” (yo no, que me lo digan yaaaaaaa). A todas estas, la mujer se pone a hacer limpieza en el despacho del difundo, donde hay una puerta enigmática cuya llave no aparece, ¿creían que eso era impedimento?, la nueva viuda llama a un cerrajero y asunto resuelto. (Por cierto, los cerrajeros en México se tele transportan, porque en cuanto lo pide, allí se planta el señor ipso facto).

Julia y Mariana Las Aparicio

¿Por qué mis amigas no me alimentan así? Yo quiero…

Cambiamos de tercio para encontrarnos con Julia y con Mariana, que están cocinando masivamente (a estas alturas ya deducimos que llevan un catering) y quejándose de Armando (ah, sí, es el novio-futbolista-tarado, no les dije el nombre por lo de la güeva que me da); mientras Mariana le dice que se deje de tonterías, que qué esperaba juntándose con un tipo así y una cosa lleva a la otra y comienza una conversación tipo: ayyy, si yo fuera tu novio te consentiría; ayyyyy si tú fueras mi novio te lo perdonaba todo (daaaahh…. más claro agüita). En esto que estamos tan entretenidas con el tonteo, el idiota se planta allí cortando el momento tan feliz que yo estaba viviendo, para empezar a discutir con Julia del palo “Es que no me tienes pacienciaaaa”, Mariana se esfuma y deja a los tortolitos tarados en su “Porque tú, porque yo…”

Volvemos con Alma que está en el centro cultural dando una clase sobre Cultura y género (parece feminismo, pero aún no se concretarles si del bueno o del barato). Una de sus alumnas se queda después de clase porque quiere hablar con ella, Isabel (que así se llama la alumna en cuestión) se queja de lo aburrido que es el sexo con su marido, que no se siente deseada (no se emocionen, que las conozco, no va a haber escena tórrida), que le gustaría sentirse deseada como los hombres desean a las prostitutas, que hasta les pagan porque se acuesten con ellos, etc. Esta diatriba hace que a Alma se le encienda una lucecita y le propone un negocio que le podría interesar (llegadas a este punto yo me planteo, ¿esta mujer es madamme?).

Pero volvamos raudas a lo que nos interesa, Julia y el imbécil (a partir de este momento será llamado el MAMILA, ¿qué quieren? Él me dio la idea) siguen discutiendo; Armando le explica a su (asúmelo) ex novia que es muy difícil ser fiel siendo tan famoso como lo es él, Julia lo manda un poquito a la mierda y la única solución que se le ocurre al (repitan conmigo) MAMILA es pedirle que se case con él. En este momentos todas, o por lo menos yo, pensamos ¿no serás tan idiota como para decir que sí?; pero, se trata de una chica con un mínimo de cabeza y lo que hace es descojonarse ante el anillo que le da el (todas a una) MAMILA. El muchacho le pregunta si es que hay alguien más y, no sé ustedes, pero yo vi un momentito de duda en los ojos de Julia, que pasa velozmente, pues toma la actitud de “pero, ¿eres idiota?, no tiene que ver con nadie más, es que no estamos preparados para esto” (como que es por falta de preparación, mándalo al carajo pero rapidito). Tensísima estaba yo con ese anillo pululando cuando Mariana entra en acción para recordar que se queman los panes (ay, Mariana, creo te quiero) y por fin nos quitamos al MAMILA de en medio (espero no tener que volver a teclear esa palabra en muuuuucho tiempo). Y como no soy la única que se enamoró de Mariana, Julia se lanza a decirle a su amiga lo mucho que la quiere y, de nuevo, rozamos zona peligrosa… Yujuuuu…

Julia y Mariana Las Aparicio

Ayyyy, que te comoooo…

A continuación, regresamos con Mercedes que está revisando todo lo que había tras la puerta misteriosa y ahí averiguamos que el imbécil tenía una amante y murió cuando estaba con ella; la muchacha está en plena crisis: no sabe si vender las acciones del bufete y no quiere contarle la verdad a Isadora sobre su padre. Pero ya saben, donde manda patrón no manda marinero, y la Señora Fernanda (Señora, me da miedo tutearla, igual me pega) tiene clarísimo que debe decirle la verdad para que la niña deje de estar tan insoportable con su madre; la Señora Fernanda tiene muchos bemoles, así que acaba haciendo su santa voluntad digan lo que digan. Tras esto, Mercedes se embute en un vestido de infarto y tira pal bufete con los ovarios bien localizados a dejar clarito que a ella no la torea nadie ni es el florerito ni la “princesa” de nadie. Cambiamos de escenario para ver a Alma en la calle, peluca y ropa de cuero embutidas, se sube en un coche con un hombre, acuerdan tarifa y se van a una habitación (aahhh, de eso se trata el negocio misterioso). Pero no seamos tan rápidas sacando conclusiones, porque al final descubrimos que el negocio es al contrario, las mujeres le pagan a ella para que haga realidad sus fantasías (tanto si tu fantasía es ser prostituta como si es que venga Leonor Watling a tu casa portando únicamente una gabardina, ¿qué quieren? Paso mucho tiempo en casa). Así que el chico en cuestión estaba realizando una entrevista de trabajo, peculiar, eso sí, pero entrevista al fin y al cabo.

Julia y Mariana Las Aparicia

Pero por diossss…. Vamos con lo que nos interesa, Julia y Mariana están en la cama (no se emocionen tan rápido) bebiendo vino y quejándose de lo complicado que se ha vuelto el amor (vale, Julia se queja y Mariana le sigue el juego). Comienzan a recordar lo amigas que han sido siempre, que si nunca se iban a casar, que si se iban a ir a vivir juntas, que si iban a estudiar lo mismo y tener no sé cuántos gatos y perros y, como quien no quiere la cosa, Julia suelta otra vez eso de:

Julia: ¿Por qué no fuiste hombre?
Mariana: No digas tonterías, si hubiese sido hombre, no me hubieras querido
Julia: ¿Tú crees?

Y de repente, zassss, lo que todas nos olíamos comienza con un besito…

Julia y Mariana Las Aparicio

Qué bonito, madre, que cosa más bonitaaaaa.

Y como no se trata de Otalia, de besitos pasamos a besos y la cosa comienza a ponerse interesante y no les cuento más detalles porque no quiero que me tachen de salida ya en mi primer resumen, sé que si algo les sobra es imaginación.

Julia y Mariana Las Aparicio

Pero como la vida es una mierda y la ficción no iba a ser menos y ya tendríamos que tener asumido que lo nuestro es sufrir y sufrir a la espera, Mariana se separa y suelta la frase que a partir de ahora será mítica:

Wey, no te confundas, aquí la lencha soy yo.

No, no, no y noooo, eso no se haceeeeee…

Mariana y Julia Las Aparicio

Consejo para todas las lenchas del mundo, nunca dejen a una amiga con esta cara, no está bien.

Y con esto y un bizcocho… mejor no hago la rima. Colorín colorado este resumen se ha acabado. Podríamos hacernos muchas preguntas sobre la trama, los personajes, el intríngulis del ser humano o lo que significa ser lencha en el mundo actual… pero yo sólo tengo una pregunta para ustedes…

Las Aparicio

¿Con cuál de las Aparicio se quedan?