La búsqueda del lugar ideal

Aunque parezca que abuso de mi imaginación, busco un lugar ideal.

Donde no haya reggaetón ni reggaetontos apropiándose de cada esquina como si fuese su propio bar.

Donde las personas no vayan embutidas en sus teléfonos móviles jugando al Candy Crush al andar.

Donde reunirte con amigos para tomar algo o solo charlar sea la mejor red social.

Donde la tecnología no viaje tan lejos como para anular el formato del libro tradicional.

Donde la gente, para hablar, te mire a los ojos y se deshaga del puñal.

Donde una sonrisa con autenticidad se valore de verdad.

Donde no importe que caigas bien o mal, que eso no implique cargar con un estúpido bagaje emocional.

Donde no sometan a votación tu culo con una mirada procaz, ni cuánto podrán rebotar tus tetas al pasear.

Donde el agua sea tan pura que cobije aroma a hogar.

Donde el viento goce de su propia identidad pero sin nacionalidad.

Donde puedas sentarte a meditar sin que un desconocido te venga a molestar.

Donde no importe que el reloj se llegue a parar.

Donde los colores no se pongan rojos de vergüenza por desear bailar al azar.

Donde, después del miedo, resurja la bondad.

Donde todo sea tan intenso que el Sol haga el Amor con el Mar.

 

Aunque no sepa por dónde empezar a buscar, sé que existe ese rincón ideal.

 

Propuesta real

Hay que tener la intención de querer estar bien con una propuesta real. Consiste solo en un pasito con el que más vas a avanzar.

Quizá tus pies ya se han movido pero este es el más importante a dar. Una pisada que jamás va a recular, de la que no podrás resbalar. Una zancada segura, excelente para meditar, como si fuera la base del camino a transitar.

El resto de huellas pueden ser de fiar, pueden acelerar, pueden tropezar… El paso del que careces es el único que atesora la certeza de que no te caerás. Solo exige una condición a cambio para su secreto desvelar: tu voluntad debe ser veraz. De lo contrario, el avance fracasará. Tu senda se transformará en un sueño del que no sabrás despertar. Solo recae en ti la decisión de derrapar o progresar.

¿Por qué de los demás movimientos sí pueden patinar? Porque implican a más personas que entran a jugar. Si no te atreves a evolucionar seguirás viviendo en equilibrio como un tentetieso tirado en medio del mar.

No te atrevas a dudar. No te vuelvas a negar.

 

Gracias, Corazón (para Lorca)

Qué mala Escritora soy, no entiendo tu poesía. No sé qué expresas, por más vueltas que le doy, ignoro a qué te referías.

No he venido aquí a dármelas de erudita ni de artista genuina; le caigo mal a las coplas, me llaman «cansina». Tus firmes baladas entonadas desafinan con mis letras en ruinas cuando me soplas desde el abrigo de las encinas granadinas.

Siento que tocas temas diversos pero no te alcanzo ni aunque tú y yo fuéramos los únicos Escritores del Universo, porque yo casi nací del revés y tú eres el anverso.

Lo cierto es que tus versos borrachos no combinan con mi prosa en rehabilitación. Sin embargo, aunque no te entiendo, es embriagadora la sensación de saber que soy adicta a tus letras, escribas prosa veraz o cruda ficción.