Patri trabaja en un supermercado. Es reponedora y se lleva pero que muy bien con su jefa, Alejandra. Llevarse mega-bien con la jefa no resulta una situación laboral demasiado frecuente, pero es que en el caso de Patricia y Alejandra las cosas vienen rodadas. Resulta que son amigas desde casi siempre, han crecido en el mismo barrio y su relación se remonta a la más tierna infancia.

Alejandra tiene novio y está previsto que se case en poco tiempo. Eso a Patri la sulfura, no porque tenga celos, sino porque quiere a su amiga y no puede soportar que contraiga matrimonio con un capullo como Roberto (que así se llama el muy impresentable). El que sí tiene celos es él, que cree que Patricia y su novia están liadas o a punto de estarlo. Piensa el fementido que la pérfida lesbiana de Patri le está echando el lazo a “su” Alejandra. Es uno de esos que creen que la homosexualidad se pega y que nos pasamos todo el día intentando convertir a las heterosexuales a nuestra religión.

Pero Patri, ni le tira los tejos a Alejandra, ni tampoco está para movidas de celos heteros. Acaba de pasar por una ruptura y bastante tiene con recuperarse. No obstante, a Alejandra se le ha metido en la cabeza ayudar y está empeñada en encontrarle novia a Patricia para que deje atrás sus penas. Esta es de las que defienden la teoría de que “un clavo saca otro clavo”, o en otra versión, “la mancha de mora verde, con mora verde se quita”.

Y así es cómo, con más buena voluntad que éxito, Alejandra celestinea para su amiga. Lo primero que hace es apuntarla a una App de citas (por supuesto, sin consultarle primero; para qué si es por su bien). Patricia pone el grito en el cielo, aunque al final se deja. Pronto varias candidatas van pasando por la vida de Patri. Y la mayoría también por su cama.

Verónica, Nagore, Carmen, María, Bea, Paula… todo un desfile de chicas que por hache o por be no acaban de convencer a Patricia. Pero su particular Celestina no ceja en el empeño. De ninguna de las maneras. Quizás Patri acabe encontrando el amor gracias a Alejandra, sólo que de un modo que no imagina.

Yo las entradas, tú las palomitas” es una novela erótico-romántica. Erótica porque las escenas de cama son abundantes y detalladas. Romántica porque, en realidad, todas las actoras lo que buscan no es otra cosa que el amor y todas las acciones que emprenden se encaminan hacia este noble fin. Patri quiere encontrar a la chica de su vida, y también las mujeres que se citan con ella persiguen tal propósito. Incluso Alejandra, que parece tener resuelto el tema puesto que va a casarse con el impresentable en breve plazo, puede tener sus dudas y replantearse muchas cosas.

Al final, el objetivo es ese: tener a alguien especial a quien poder decirle “Yo las entradas, tú las palomitas”.

La novela es desenfadada y muy entretenida. Además, tiene bastante agilidad y se puede leer de un tirón. Así que resulta ideal si buscáis una lectura agradable y divertida. Que la disfrutéis, si os apetece.

Yo las entradas, tú las palomitas: Comedia erótico-romántica | lésbica
Patri trabaja en un supermercado de barrio, es extravagante, amante de las comedias románticas y tiene un estilo que solo ella entiende. Está en una etapa de su vida en la que tiene ganas de estabilizarse y encontrar una buena novia, de esas que te agarran de la mano y te dicen: «Cariño, yo cojo las entradas y tú las palomitas».