¡Bienvenid@s nuevamente a nuestro espacio de lectura semanal! El libro del que vamos a hablar esta semana es Beatriz y los cuerpos celestes, de Lucía Etxebarría, publicado en 1998.
Esta historia es un poco distinta a las que vinimos comentando semanas anteriores, y ¿por qué es distinta? Para empezar nuestra protagonista no es lesbiana, ni siquiera es heterosexual confundida. No, es bisexual.
La historia de Beatriz comienza en su adolescencia, mientras está perdidamente enamorada de su amiga Mónica. Producto de este amor, Beatriz intentará imitarla en todo con tal de seguir a su lado y llamar su atención. Por desgracia, la vida de Mónica, no es precisamente la mejor para imitar. Mónica está metida en líos de drogas y su vida se encuentra un tanto descontrolada. Mónica es consciente de los sentimientos de su amiga, pero lejos de poner distancia, prefiere de alguna manera jugar con ella, para mantenerla a su lado y seguir teniendo una persona que la adore las 24hs. Beatriz, quien desde siempre se sintió ahogada dentro de su familia, sentía la necesidad de escaparse, y sus padres al ver en el lío en el que estaba metida (gracias a Mónica) aprovechan para enviarla a estudiar a Edimburgo, y de alguna manera cumplir su deseo.
En Edimburgo no sólo se aleja de la vida tumultuosa que llevaba en Madrid, sino que conoce a Cat, lesbiana convencida y radical. Cat eventualmente se convertirá en su novia, pero si se están preguntando en donde está la parte bisexual de su vida, también esto aparecerá en Edimburgo cuando conozca a Ralph con quien primero entablará una relación puramente sexual y finalmente se terminara enamorando, aunque no necesariamente sea correspondida. En Edimburgo, lejos de su amor juvenil, descubrirá que el amor no tiene género.
Por determinadas circunstancias, cuatros años después, vuelve a Madrid y retoma contacto con Mónica, quien se encuentra internada en un centro de desintoxicación. Mónica ya no es la misma chica alocada que Beatriz conoció, sino más bien una sombra de la persona de la que estuvo enamorada. Será quizá en este punto de su vida, en que se reencuentra el presente con el pasado, donde Beatriz elija un rumbo para su vida.
Esta novela tiene ya unos cuantos años, y hay grandes chances que la hayan leído, de no ser así, pueden saciar su curiosidad y hacerlo. Personalmente me pareció una historia con la que quizá por una cuestión de edad, se puedan identificar más aquellas que se encuentran en la adolescencia o en los primeros años de sus veinte, pero aún así, creo que puede leerse a todas las edades.
No es la gran novela universal, y quizá aborda temas un tanto trillados (incluso podría decir, cliché) como los conflictos con las drogas, mala relación con los padres, amar y no ser amado, búsqueda de identidad, indefinición sexual, etcétera, pero aún así, merece la pena ser leída.
Antes de terminar les dejo una frase del libro:
…Cuando uno no se entiende a sí mismo es imposible que entienda que otros le amen, y es imposible por tanto que respete a aquellos que le quieren.
Como siempre, aquella que lo haya leído, me encanta leer los comentarios para ver si coincidimos o no, y a las que no lo hayan hecho, ojalá puedan hacerlo pronto, y sumarse también. ¡Hasta la próxima!
Fantástico libro. Lo leí hace ya muchos años, y hasta lo tengo dedicado por la autora. El libro está lleno de reflexiones, de referencias a la Biblia (última frase del libro: una palabra suya bastará para sanarme). De verdad, para mí es un libro de una calidad literaria excepcional, totalmente inusual para un autor/a de la edad que tenía Lucía Etxebarría cuando lo escribió. Lo recomiendo vivamente.