Releo este diario. Releo este naufragio. Releo este rosario y mis dedos encallan uno a uno contra sus cinco misterios dolorosos. Al fondo, en una cruz de olivo y aluminio, he visto a una mujer crucificada de amor. (Pág. 43)
Uno de los traumas más profundos que puede sufrir una persona es la ruptura con su pareja. Y más si tiene la convicción (al menos hasta ese momento) de que es el amor de su vida y lo ha perdido para siempre. Y, más aún, si encima ese amor la ha abandonado sin dar explicaciones, sin razón aparente, sin colaborar en el proceso de asunción por la “víctima” de su derrota. Un trauma no asumido es más traumático.
Entonces esa persona abandonada y herida tiene que arrostrar por sí misma todo el duelo, cargarlo a cuestas y, además de aceptarlo, sobrellevarlo, superarlo, admitirlo y asimilarlo.
Esto es lo que le pasa a nuestra protagonista: después de un buen tiempo viviendo con su amante-compañera. La tal novia, un buen día…desaparece. Simplemente se marcha a la francesa.
No sabemos cuáles han sido los motivos, el camino sin retorno que ambas recorrieron hasta que una de ellas decidió abandonarlo. Seguramente la prófuga no es tampoco culpable del desastre. Sus razones tendrá, con toda seguridad. Pero lo que se nos narra en esta novela no tiene que ver con esto: se centra, exclusivamente, en el proceso de duelo de la persona que se queda exánime, desorientada y náufraga de amor.
Esta pobre mujer abandonada es profesora de Filosofía.
Me desperté y era tú. Éramos tú y tú. Y descubrí que tu amor me haría eterna porque algo así no está sujeto a las leyes de la física. A partir de entonces me volví heterodoxa y libertina. Mis alumnos suelen decir que escribo poemas en la pizarra. Y que, además de estar de toma pan y moja, soy una tipa realmente desasosegante. (Pág. 52).
Desde su mortal sufrimiento, la vida se le va entre delirios de borrachera y lúcidos combates intelectuales consigo misma y con su perdida amante. En esa realidad irreal de evocaciones, de brotes de nostalgia y de infinitos trazos de recuerdos, la protagonista lucha inconscientemente por abrirse camino hacia la única luz que ve entre las sombras de su desesperación: la cartera.
Sí, se llama Ruth y es cartera (de las que reparten correspondencia postal). Ruth viene observando día tras día el lamentable estado de postración en que se encuentra la víctima herida de amor y abandono. ¿Le da lástima o se ha enamorado de ella perdidamente?
La abatida profesora intenta de manera desesperada seguir en contacto mental y emocional con su amada. Ésta, por su profesión (pintora), evoca en el espíritu de la doliente imágenes de su vida en común que irremediablemente están ligadas a las experiencias artísticas que ambas han compartido.
No es de extrañar, por lo tanto, que la mayor parte de las referencias emotivas, amorosas y psicológicas de la profesora se liguen de una forma insistente a la pintura.
Por estas páginas deambulan Chagall, Giotto, Frida Kahlo, Ghirlandaio, Botero, etc, etc. No solamente encontraremos pintura. La mente cultivada de nuestra protagonista juega una y otra vez consigo misma y devanea entre la literatura, la arquitectura, la música….
El itinerario por el que discurren sus pensamientos es poético, triste y deslumbrante.
Ya no sé nada, amor. Se me olvidan las cosas y no entiendo por qué te has ido sin llamarme, ni por qué no has dejado una nota en la nevera, ni si esto que te escribo cada tarde son versos o son blasfemias. Si un dios que no eres tú me está culpando y prepara un infierno más duro que tu ausencia (Pág. 16)
“Instrucciones para Olvidar” no es un libro lésbico al uso. Es un denso, largo, oscuro y profundo poema sobre la desolación, la caída y la final resurrección de una pobre alma en pena muerta de amor.
Si pudiera arrancarte de mí como se extrae un clavo de la madera…Si tu amor fuera un cuerpo extraño al mío y pudiera arrancarte, a dolor vivo, y luego dejar que la sal del tiempo cauterizara la herida hasta hacer de ella una cicatriz o una medalla… (Pág. 82)
Está plagada de imágenes profundas, complejas, pero terriblemente carnales. Algo diferente a lo que se suele leer: nada explícito, pero sugerente: no se especifican las caricias o el sexo. Pero es crudo a su manera. Constituye otra forma de hablar de amor físico, visceral y hondo. Algo como hundirse en el vientre, en el alma y en el corazón. Es salvaje, duro y poético, todo al mismo tiempo.
Cuánto amor en esta carne mía que el tiempo reducirá mañana a la pobre memoria de unos versos. Que estos versos no olviden la magia que han tocado. Que no olviden la música que los aguarda. Son versos sagrados. Versos prendidos a la luz como las arañas a los marcos de las ventanas. Versos atados a una boca que muda y se releva como la piel de las serpientes. (Págs. 89-90)
Poco a poco, y con la forma de un Diario, la protagonista consigue, verso a verso, llegar a lo más hondo de su infierno personal. Y de allí parte de nuevo para renacer. El olvido es el mecanismo que facilita la recuperación de su corazón enfermo de abandono. El propio título, “Instrucciones para olvidar”, nos dirige hacia esa idea central.
Si la memoria no existiera el dolor se extinguiría en un plazo brevísimo, como se extinguieron los dinosaurios con la llegada de las nieves (Pág. 61)
Sin embargo, en la curación de la paciente es igualmente importante otra medicina. No en vano dice el dicho popular aquello de que “la mancha de mora verde con mora verde se quita”. Ruth interviene acompañando a la profesora en su enfermedad espiritual, asistiéndola como una enfermera en su convalecencia y, finalmente, conquistando un lugar en su corazón ya recuperado que ayuda a cicatrizar. Por tanto, aunque el tono general sea de franca aflicción, es una obra muy esperanzadora. Tras su agonía, la profesora encuentra de nuevo el amor y vuelve a la vida.
Desde luego, estamos ante una de las obras de las que me declaro incondicional por completo. Y, como bien sabéis, una cosa es “gustar” y otra muy diferente sentir verdadero amor.
Puede que parezca raro, porque no me suelen atraer demasiado los asuntos tristes. Cierto es que no resulta recomendable para corazones destrozados, en proceso de estarlo o aquellos que no han cicatrizado del todo sus heridas. Pero…qué queréis, a veces para disfrutar del arte verdadero hace falta pagar con un poco de melancolía.
Como siempre digo, disfrutadla como yo lo he hecho…si os apetece, claro está.
Edición que cito: Marful, Inés: «Instrucciones Para Olvidar» . Ed. Egales. Barcelona-Madrid, 2008.
Afuffffffff… sin duda alguna el amor más difícil de superar es el no acabado, el que se acaba de repente y no sabes muy bien como ha sido; la muerte repentina de tu pareja, o como en este caso, la que se pira sin decir ni mú (muy poco elegante por su parte, he de añadir). Aprender a dejar de querer, y sobre todo cuando quieres mucho, es devastador. Leí no hace mucho «Los enamoramientos» de Javier Marías, una novela que también trata este tema, el cómo enfrentarse a la realidad de tener que dejar de querer a alguien y me pareció estupenda. Si esta es tan solo la mitad de buena que el libro de Marías, seguro que merece mucho la pena.
Muchas gracias por la reseña, tan magnífica como siempre 🙂
«el amor más difícil de superar es el no acabado» gran comentario Bate, coincido en todo menos en lo de «aprender a dejar de querer», en mi caso al menos lo que cuesta es «aprender a vivir sin su querer», dudo que pueda dejarla de querer durante el resto de mi vida.
Siento curiosidad por ambos libros, tendré que echarles un vistazo. Gracias por vuestras recomendaciones.
Lo que dices parece un problema íntimo, en el que creo que no deberíamos entrar porque es difícil ayudar en estos temas. En cuanto al libro, creo que efectivamente tanto se trata de «aprender a dejar de querer» como de «aprender a vivir sin su querer», en el sentido de que no está claro de que la persona que abandona lo hace porque no quiera a la abandonada. Me explico: lo que vemos es el proceso de sufrimiento de la persona a la que han dejado. En ese sentido, ella está claro que ama profundamente a quien la ha dejado, y ese proceso de sufrimiento es de ella. Y también lo es el esfuerzo necesario de «desasirse» de quien la ha dejado. No tenemos claro cuál es el motivo de quien la abandona, ni si la ama o no; desde mi punto de vista, es probable que la novia prófuga lo haya hecho por algún motivo importante (que no tiene que ser necesariamente que no la quiere). Pero no tenemos su versión de los hechos. ¿Quién sabe, tal vez la relación iba a pique, o tal vez sentía que la amarraba a ella injustamente…o lo que fuera? El caso es que no conocemos la historia. Es muy interesante que la narradora no culpe a su pareja del abandono directamente: no se cabrea, ni la increpa, ni la insulta, etc. Por lo tanto, «aprender a vivir sin su querer» puede tener vigencia, porque realmente no sabemos si la ha dejado queriéndola a pesar de todo. De cualquier forma, como creo que dije en alguna parte de la reseña, no es una obra apta para corazones heridos recientemente. El duelo se percibe de una manera poética, pero real. No es aconsejable leerla cuando estás sensible, porque te puede hundir más. Mucho ánimo y mucho coraje, amiga. Espera a que amaine y el día que menos esperes, verás el mundo entero con otra luz y otro color. Un abrazo. 🙂
No sé qué pasa con mi internet o lo que sea, pero me está costando contestar. Así que si aparece algo duplicado, pues ya sabéis por qué es. Mi respuesta: Gracias por el comentario, no sólo es alentador (lo que se agradece), también es enriquecedor: tomo buena nota del libro que recomiendas. Además, debo decir que me parece muy interesante lo que apuntas respecto a la relación entre el abandono de la pareja y la muerte. En realidad, la víctima lo percibe igual, eso es muy curioso y tremendo: por lo que parece, en ambos duelos se describe una fase en la que la «víctima» le echa la culpa a quien se va (por supuesto sabe que la persona que se ha muerto no lo ha hecho por iniciativa propia, pero no puede evitar culparla). El cerebro funciona igual ante la pérdida de un ser muy querido (no sólo la pareja, también tu madre, tu hermano, tu amig@ más querid@..etc). Luego se pasa a otra etapa de duelo, se acepta la pérdida o la víctima se deprime definitivamente o lo que sea. La falta de esa persona es tremenda, porque es como si te arrancaran parte de tu propio ser. Gracias de nuevo por el comentario. Muy interesante. 🙂
vean la nueva serie orange is the new black es totalmente adictiva y de verdad esta muy buena los personajes alex y piper son geniales les dejo el link del primer capitulo es
La verdad es que me ha llamado la atención. Pero estoy cansada de finales tristes. Aunque si que tengo ganas de leer literatura del género lésbico. Lo dije en mi casa y por recomendación de mis padres he leído Maurice, de Forster. Un clásico de clásicos. Y con final feliz, que se agradece.
Este me le apunto, aunque no para ahora. Tiene pinta de cuadrar mucho mejor con unos paisajes más nublados, y hace demasiado calor en Valladolid ahora mismo para ello. Muy buena la reseña sita, se agradece
Preciosa novela, sólo para gourmets de la buena Literatura. Toda una exhibición del gran dominio que la escritora posee del lenguaje. Prosa tintes de poesía. La recomiendo encarecidamente.
Es por lo visto y leído una historia triste, los versos son concluyentes en ello, interesante pero me motivaría mas una historia alegre, lo que si a mi modo de ver las en este momento los hechos, hay que ver el amor sin apego y es eso lo que daña, por lo tanto retiene. Pero el ir por superar un amor intermitente sin un futuro viable, hacer desaparecer el sentimiento que impregno tu alucinado corazón, aquello es lo doloroso, pero el tiempo acompañado de sus minuteros hacen el resto, mientras respires, sientas, observes el mundo a tus ojos, habrá una luz y aquella luz la proyectas tu, como ser autovalente. y aunque cueste la vida sigue corriendo y esa no se detiene.