Otro baile sin final
Prefiero hablar contigo y tropezarme con mi propia sinceridad que seguir en silencio, sin que sepas lo que ocurre en el fondo de mi pecho. Solo siendo testigo de que vivo en equilibrio, como un tentetieso, bailando a veces a un lado y a veces a otro sin dejar de estar en el mismo lugar atascada.
Vivi(r)
Su piel es la mejor manta que puedo echarme por encima en los días de mal tiempo. La lluvia junto a ella me resulta insólita, me refresca con su aliento… Una lluvia que ya no liga con mi tormento pero sí con mi humedad, un aguacero rebosante de bondad.
El don de la vida cobijado tras sus ojos a mi alma alimenta, a mis sentidos despierta, a mi cuerpo calienta. Y en medio de ese barullo de sensaciones, con la llovizna en el exterior recitando sus canciones, yo me quedo prendada de las melodías de su guitarra, delicadas y taciturnas; al mismo tiempo, exquisitas para una velada nocturna. Viendo lo que protege tras sus pupilas, podré sugerirle en voz no muy alta, lo mucho que su cadencia me encandila; para nada me espanta. Y sin querer ni poder remediarlo, le acariciaré el pelo y las mejillas hasta deshacer con mis manos todas y cada una de sus pesadillas.
Ella tocará los acordes más agudos de mi ser, y mis cicatrices se empezarán a coser. Nos moveremos acompasadas al ritmo de sus dedos, que es la mejor forma de espantar los miedos. Yo le recitaré el poema más sensual a besos, moldeando su arte con el mío sin complejos. Arte al que ambas le disfrazamos el dolor, tintando cada lamento de un tono multicolor.
Me embobaré con su sonrisa, más brillante que el Sol; la saborearé sin prisa colmándola de pasión. Pronto su cuerpo deslizaría bajo mi figura, haciéndole el amor con mucha dulzura; rendidas al frenesí de nuestros labios carmesí, compondremos a suspiros la balada perfecta, junto al tarareo de la lluvia semirrecta.
Anudaremos nuestras piernas con firmes lazadas de placer, y yo entenderé en ese instante que no existe mujer en el mundo con su acogedora forma de ser. Su monte de Venus ansío escalar, y en la curva más cóncava de su cuerpo bucear.
Junto a su suave media luna olvidaré las dudas y los “pero”; su mirada me excita como ninguna, para verla tuve que empezar de cero. Sin duda las dos desordenaríamos todo a nuestro paso, rechazando a patadas cada titubeo o reparo. Rozando el clímax le preguntaré: ¿Hay algo mejor que el resplandor de tu corazón? “Pues sí”, responderá desde sus ojos color café, “hacer el amor al Sol”.
De la esperanza no se debe huir, así mi alma vuelve a sonreír; está prohibido fingir, así resumo mi alegría por Vivi(r).
Bohemia… te adoro (I)
Respirar aire libre, cantar sin miedo a desafinar, danzar en sentido contrario, soñar dormida, soñar despierta, soñar entre tus piernas, tú creando a la guitarra, tocar los bongos, tocar tus bongos, bailar una conga, inventar melodías con mi lengua y tu campanilla, sexo suave, sexo volcánico, la mirada más orgásmica…
La sonrisa de Zoie Palmer, los ojos de Jeanette Winterson, las tetas de Anabel Alonso, el lunar de Cindy Crawford, el sedoso cabello de Sarah Shahi. Los solos de Carlos Santana, la voz ronca de Mishka, la calma de Carla Morrison, la dulzura de Amaya Montero, la Complicidad de Perotá Chingó. El Grunge de Kurt Cobain, la melancolía de Jeff Buckley, el taciturno Evan Dando, la rizada voz de Jero Romero…
El gran Thoreau y su rebeldía, L’Isle, Edith Warton, Poe, Lovecraft, Hemingway, Horacio Quiroga, Rimbaud y los poetas malditos… La escritura fracasada en vida, los éxitos después de la muerte. El musical “Rent”, el teatro, no seguir el guion. La lluvia, las tormentas, el frío, el invierno, el color gris, la ceniza del tabaco, el calor de una estufa en una cabaña…
Felicidad en estado puro, vino rosado, cigarrillos, marihuana, ¡éxtasis! Desplegar un mapa y señalar un punto al azar, agarrar la mochila y viajar sin lamentar, visitar lugares nada comunes, recorrer la Isla de Pascua, perder mi Norte por tu Sur. Francia y sus calles empedradas, Argentina y su inigualable Cerro Torre. Acampar al pie de una montaña, encender una fogata, sacar tu guitarra y empezar a crear. Cantarle a la noche, mirarnos a los ojos, cosernos las heridas y concedernos un antojo. Olvidar la música y bailar entre nosotras. Follarte la boca a besos, hacernos Amor a versos. Escribir y amar sin importar lo que opinen los demás…
El Sol, la Luna, cada una de las Estrellas, el Amor, el Arte, la Bohemia… Y, por supuesto, lo que más adoro eres TÚ.