Un encuentro fortuito en el metro, o mejor dicho un frustrado encuentro fortuito, sirve para que Ruth vuelva a incluir en su mente a Laura. A partir de la visión incompleta de Laura perdiendo el tren en el que la propia Ruth viajaba, sintiendo cerrarse las puertas del vagón y viendo a Laura quedarse en el andén, la imagen de esta se queda grabada en la memoria de Ruth. Quién sabe si para siempre.
Porque olvidar puede parecer fácil, y sacar a alguien de la propia vida puede parecer factible. Pero cuando esa persona vuelve a aparecer, aunque sea accidentalmente y por un segundo, vuelve también a instalarse en la mente y resulta mucho más complicado de nuevo a desprenderse de su recuerdo.
Alba es una chica inquieta, con una habilidad para la escritura evidente. Sergio, su padre, siempre ha intentado empujar a su hija a la perfección de ese don. Laura, como buena amiga de Sergio y llevada por el afecto que profesa hacia Alba, también ha intentado que la chica despliegue su potencial. En tiempos, consiguió que publicara un cuento en una revista. Sin embargo, y a pesar de que la narración era buena y tuvo su pequeño éxito, a Alba le cuesta lanzarse a escribir.
En estos momentos, Alba ayuda a Laura en la coqueta librería que regenta como propietaria. A Laura le costó abrir el negocio, pero ahora las cosas van razonablemente bien.
La vocación de Alba es algo a desarrollar, hasta ella misma lo sabe. Pero para despegar necesita una historia, una buena historia. Quién le iba a decir que encontrará su inspiración muy cerca: en la vida de las dos mejores amigas de su padre, Laura y Ruth. Y eso planea precisamente, escribir su historia como si fuera una obra de ficción.
Si fueran personajes ficticios de su novela, muchas de las cosas que habían sucedido entre esas dos mujeres nunca habrían ocurrido, o las haría desaparecer si alguna vez las imaginó. Tomaría las hojas que no le gustaran y las haría trizas, arrojando por la ventana aquellos años que las separaron.
Y sobre Madrid lloverían trozos de papel, ausencia hecha trizas.
Y esa sería una frase estupenda para el final de su novela.
Pero para conocer los hechos, hay que tirar del hilo. En este caso, serán tres hilos: el hilo de Ruth, el hilo de Laura y el hilo de Sergio. Tirando, tirando, Alba llegará a completar la historia de todos ellos, que se forjó en Córdoba, antes de que las circunstancias los llevaran a Madrid.
Sergio tuvo una estupenda vivencia con María, la madre de Alba. Pero la vida es dura y de vez en cuando separa a las personas, a veces abrupta y violentamente.
Laura y Ruth…de eso no voy a hablar. Si queréis saber qué tuvieron entre ellas y qué pasó finalmente, no vais a tener más remedio que leer el libro.
Llueven trozos de papel es una novelita corta, interesante, realista y muy agradable de leer. Como os habréis figurado, Ruth y Laura son las protagonistas de la historia de amor principal. El interés de cómo fue en el pasado, los avatares por los que pasó la relación y la situación que puede o no nacer en el futuro son los pasos por los que transcurrirá nuestra lectura, amenizada por la intriga de estos detalles. Una trama muy bien desarrollada, condensada en una longitud breve y que aborda con profundidad los sentimientos, sinsabores, ilusiones y decepciones de Sergio, Alba, Laura y Ruth.
Que la disfrutéis, si os apetece.