Al revés

Me asusta darle la vuelta a mi vida, ponerla del revés. Girarla por completo en sentido contrario. Me aterra todo eso, pero hay algo que me horroriza mucho más que encontrarme a mí misma: perderte para siempre. Porque ya no sabría vivir una vida real si no estás tú para decirme que lo es, para bajarme de las nubes, donde tantas veces escucho tu poesía. Rompería con ansia con todo lo que no seas tú. Me mudaría de casa, de rutina y hasta de vida si eso significa compartirla junto a ti.

Y que si no sale bien, la hostia la sabremos sobrellevar porque, al menos, no callé, no callamos, y sí lo intentamos.

Ya lo dije en otra ocasión: la peor droga es el silencio que se prorroga.  ¿No lo ves?

 

Casi te quiero

De unos meses para acá he vuelto a soñar contigo. Tengo pesadillas, fantasías, sueños normales y corrientes…, de todo tipo; pero siempre andas tú por ahí, por mi subconsciente. Te has adueñado de él sin permiso.

Llegamos casi a tocarnos, casi a confesarnos, casi a besarnos. Y en medio de tanta indecisión que, por no haber concluido aún me dura, yo llegue a decirte, casi, “te quiero”.

 

Volumen

Y aquí ando, subiendo el volumen de la música, la tele, o lo que toque a cada momento, como si así pudiese hacer callar el silencio que dejaste.

Si me mirases de cerca, si prestases más atención, y no digamos ya si te molestases en volver, entenderías que no aprieto los labios porque esté tensa o enfadada. Más bien los aprieto porque, como los deje a sus anchas, te matarían con sus gritos de dolor. Y te gastarían el nombre, de todas las veces que se lo han callado.