Eres todos los colores de la Vida
Te regalaría todos los colores de la Vida empezando por el verde. Es lo más representativo de la esperanza. Eso es lo que me trasmite tu sonrisa cuando levanta del suelo mi mirada hundida: fresca esperanza.
Seguiría con el amarillo. Le pediría prestado uno de sus rayitos al sol para desplegarlo sobre tu pelo y que brilles en mi oscuridad.
Luego, acercaría hasta tus ojos el azul pero no el del mar, sino el del cielo. Precisamente porque eso es lo que eres: un cielo. Y tanto tus lágrimas de felicidad como las de tristeza son una lluvia en la que es imposible coger frío ni sentir soledad.
Con el rojo es obvio lo que te decoraría —si no lo averiguas, te lo susurro a latidos—.
Te obsequiaría con todos los colores castaños para afianzarte un camino otoñal nada nostálgico. Sería una gama de marrones ocre que nunca echarían por tierra tus sueños.
Cada mañana te entregaría un naranja amanecer para que nunca perdieras las ganas de vivir y que a la melancolía sepas vencer. Yo juntaré mis suspiros con la aurora, rogándole la oportunidad de volverte a ver.
Inundaría tus días de morado para que no se te olvide la magia que guardas en tu Corazón recuperado. Esa brujería es única y me enamora con su significado, limpia cualquier impureza de los golpes mal dados. Daría lo que fuera por uno solo de tales bocados…
El gris tiene mala fama, pero te ofrezco mi punto de vista: es el término medio, la armonía que tanto cuesta encontrar. No es el color de una piedra que puedas arrojar y con la que alcances a dañar. Es más bien un arbitrario remanso de equidad en el que siempre lograrás hallar la paz. Sobre todo, cuando te sientes en tu lado favorito del sofá a escuchar a las nubes recitar.
El negro sería solo para que recordaras que de los momentos más opacos es de los que se puede sacar alguna lección y nos mantienen en equilibrio para saborear lo bueno por lo que nos late el Corazón. La ausencia de luz es una necesaria porción.
El blanco te lo regalaría en forma de vestido, no por querer pedirte una locura como que te cases conmigo, sino porque es la suma de todos los colores que te digo. Verte vestida de claridad nos ayuda a los demás a sobrevivir en esta monocromática etapa en la que nos sentimos tan perdidos.
Te regalaría todos los colores de la Vida porque tú logras convertir mi Vida en una existencia colorida.
Vuelvo a ser yo
Para sanar una antigua cicatriz. Con sabor a un paseo por Madrid. Confiados en un desliz.
En la mejilla o en la sien. Sonoros y sordos también.
Sensibles. Salvajes. Temblorosos. Firmes. Fugaces. Eternos.
Lubricados. Hinchados. Empapados. Desesperados. Voraces. Parsimoniosos. Envidiables.
A punta de lengua robado o por las buenas entregado. Escogido. Insípido o aterciopelado. Soñado y, por ende, anhelado. Fervoroso y, por qué no decirlo, a destiempo frenado.
Vestido con mil y una siluetas vuelvo a ser el beso en busca de tu otra faceta.
Ironía
No poder agarrar tu mano cuando quiero es tan irónico como el picor fantasma de un miembro amputado y su frustración.
Para quién escribes ¿?