Abrazo eterno
Tu abrazo eterno e interminable dejó impreso en mí su huella imborrable. Después de él, te regalé un perpetuo beso en la mejilla de lo más confiable; tú solo me miraste, querías ser amable. Dame una pista fiable, un “sí”, un “no” o algo palpable, que se me atropellan los latidos por tu contradicción tan inestable.
Me pareces una mujer adorable, pero no te ansío como mi nueva Musa narrable. Eso podría ser pasable, solo que tú vas un paso más allá porque tu ternura es admirable. No deseo que esto que ha nacido entre nosotras se convierta en algo razonable. Por probar tus besos vivo en una constante codicia insaciable que me arroja todo su peso y me rebana la esperanza con su más tajante sable.
Por eso admiro tanto nuestro abrazo eterno, inmutable. Así puedo soportar tu ausencia sin sentirme una miserable.
Dedicatoria de “Las Casas de la Vida”
“Espero que disfrutes de la experiencia que el voluntariado te brindará y regreses convencida de que nuestro mundo puede ser un lugar un poco mejor.
Somos mayoría los que nos sentamos cada día en un sillón de piedra, sin otra función que la de ocupar espacio.
Es llevadero vivir así, pero no sano. Me siento alegre de saber que existen ángeles como tú que, con sus modestos gestos, pueden mover el mundo”.
“Peque… Hoy es un día un poco raro para mí… No sé exactamente qué hago aquí. Sobre todo porque no puedo dejar de pensar en ti. Creí que te echaba de menos, pero más bien te necesito. Te quiero”.
Pequeñas notas de amor con las palabras adecuadas en el momento equivocado. Creadas el 24 de junio de cuando el sol brillaba en mi verano.
Es hermoso
En el fondo, es hermoso acordarme de ti, al margen del dolor que implicas. ¿Sabes qué sería muy hermoso? Que tú también pensaras en mí. Aunque fuera con cuentagotas. Que sintieras magia al acordarte de mi cara, mi voz, mis gestos o mi sonrisa, que aseguras que te atrae. Sería la sensación más plena que un corazón herido pueda experimentar. Aún ansío que suceda tal milagro. Sería muy hermoso.