Siguiendo la estela del éxito de “Señoras que se empotraron hace mucho” (libro del que contamos con reseña en Lesbicanarias), llega ahora “Señoras ilustres que se empotraron hace mucho”.
El matiz diferenciador es claro. Si en el primer libro se trataba de personas poco o nada conocidas, en esta ocasión se trata de explorar las vidas de señoras que sí cuentan con fama y notoriedad.
Pero los aspectos comunes entre ambas publicaciones también existen. Al igual que en “Señoras que se empotraron…”, en “Señoras ilustres que se empotraron…” lo que se cuenta son vidas reales de mujeres que amaron a otras mujeres en tiempos pretéritos.
Las historias abarcan desde la Antigüedad al siglo XX y se centran en los aspectos más llamativos, curiosos e insólitos de la existencia de estas señoras extraordinarias que, contra viento y marea, se dedicaban a querer a otras señoras dentro de parámetros claramente amorosos (vamos, que no eran simples buenas amigas).
Como es de suponer, tal conducta no era aceptada en el entorno social, ni mucho menos. Si hoy en día sigue sin estar normalizada la situación, imaginemos lo que sucedía en el pasado. No obstante, ellas se las arreglaron para vivir sus vidas a veces de formas más discretas y a veces más descaradas.
Hasta aquí, el planteamiento es idéntico al del primer libro. Pero, como decíamos antes, ahora tratamos con personajes históricos no anónimos. Algunos son más célebres que otros, pero todos sus nombres han llegado a nuestros días debido a causas diversas: ser escritoras, pintoras, actrices, aristócratas o, incluso, monarcas.
Por estas páginas se pasean Anne Lister, Frida Kahlo, Sor Juana Inés de la Cruz, Tamara de Lempika, Virginia Woolf, Vita Sackville-West, Greta Garbo, Emily Dickinson, Radclyffe Hall, Natalie Clifford Barney, la reina Anne de Inglaterra y, por supuesto, Safo de Lesbos. Porque sin Safo no hay posible inventario de señoras famosas que fueron amorosas con otras señoras. Hasta dos nombres nos ha dado esta mujer (“lesbianas” y “sáficas”) y justo es que la estudiemos un poco.
En cuanto a Anne Lister, hay que señalar que hace acto de presencia en ambos libros (el de las señoras “anónimas” y el presente de las señoras ilustres). Acaso sea porque cuando apareció por primera vez era bastante poco conocida, pero tras la serie de TV “Gentleman Jack” las tornas han cambiado mucho. Ahora es más famosa que muchas de las que hemos enumerado en el párrafo anterior.
Todos estos célebres personajes son históricos. Por tanto, en este sentido, este es un libro de historia. Pero no esperéis encontraros con un aburrido manual lleno de fechas, datos, cronologías y demás ingredientes académicos. Todo lo contrario: aquí se viene a disfrutar.
La vida de estas señoras ilustres “que se empotraron hace mucho” está narrada de una forma desenfadada, en un tono informal, cercano y lleno de guiños y bromas, que hace muy agradable la lectura. Francamente, yo me he reído mucho con algunas de las aventuras de estas mujeres; con otras, me he emocionado un poco o simplemente se me han despertado las ganas de saber más.
Para satisfacer estas apetencias que pueden surgir de profundizar en estas vidas de señoras ilustres, al final de cada capítulo se incluyen algunas recomendaciones de películas, biografías y otros materiales muy útiles si queremos ampliar lo leído sobre cada una de ellas.
Podría argüirse que todo esto (los amores y las relaciones de estas mujeres) es parte de la vida privada de gente cuya fama procede más bien de su vida pública y que, por tanto, no interesa. Pues bien, claro que interesa, del mismo modo que también interesa la vida doméstica de muchos otros autores y artistas heterosexuales, aunque sólo sea por el simple hecho de que esa vida ejerce una influencia en su obra que puede resultar crucial para interpretarla y comprenderla.
Por otro lado, estamos un poco cansadas de la tradicional falta de referentes históricos, artísticos y culturales. Todavía hay una tendencia bastante acusada a ignorar o incluso a negar que tal o cual mujer destacada era en realidad lesbiana o bisexual. Es más, como afirma la autora en muchas ocasiones a lo largo de las páginas de estas “Señoras ilustres…”, en algunos casos existe un empeño denodado en borrar toda referencia a semejante posibilidad (por más que las evidencias, pruebas y testimonios sean abrumadores).
Por ejemplo, personalmente estoy harta de ver cómo en cualquier foro de cine todavía a estas alturas ciertos participantes defienden que Greta Garbo era hetero. Basan tal afirmación en que la actriz tuvo supuestos romances con actores masculinos, pero a nadie se le escapa que en el Hollywood de esa época se inventaban constantemente amoríos entre los protagonistas de las películas con fines publicitarios. Lo curioso es que estas mismas personas no dudan en reconocer que esas prácticas existían de continuo…pero afirman que en el caso concreto de Garbo esos “affairs” eran verdaderos.
Esto no sucede sólo con la Garbo. Sin ir más lejos, dice la autora a propósito de Sor Juana Inés de la Cruz (aunque el comentario podría aplicarse a las demás figuras históricas que pueblan el libro):
El amor heterosexual se presupone, pero para admitir que una mujer en la historia pudo enamorarse de otra, necesitamos una confesión jurada, doce justificantes médicos y un cuerno de unicornio liofilizado. Así es como llegamos siempre a ese momento ligeramente bochornoso en el que dos señoras que se dedican poemas de amor, se escriben cartas eróticas o deciden vivir cuarenta años juntas pasan a la historia como amigas, primas lejanas o rivales de petanca.
Por tanto, dejando a un lado lo interesante de las vidas de esas señoras ilustres, lo más elogioso que se puede decir de esta obra es quizás que descubre a una multitud de mujeres famosas que eran lesbianas –o bisexuales– y que vivieron en tiempos en los que siempre se ha afirmado que las lesbianas no existían. Pues bien, existían y mucho.
Esta idea de nuestra no-existencia histórica se encuentra muy relacionada con la teoría de que el lesbianismo –y la homosexualidad en general–, es una abyección propia de la postmodernidad, una especie de moda, algo surgido por capricho, etc., etc.
Bajo la órbita semejante mentalidad, no hubo nunca lesbianas hasta ahora y, si las hubo, fueron unas pocas pecadoras marginadas, gente de mal vivir que jamás hizo nada de provecho. Siguiendo con la explicación de nuestra “etiología”, habríamos brotado de repente en los últimos tiempos, como los champiñones, pero cuando pase la moda desapareceremos tan súbitamente como surgimos, sin dejar rastro.
Pues bien, afortunadamente tal “pensamiento” es por completo falso. Siempre hubo mujeres que amaron a otras mujeres y siempre las habrá. No sólo eso: algunas de ellas fueron muy notables –incluso famosas– y este libro viene a corroborarlo.
Con esto quiero señalar que el objetivo de la obra no es sólo entretener. También es muy valiosa en el sentido de que nos acerca a nuestra propia historia y a referentes importantes que ocuparon lugares notables en la política y el arte. En suma, a conocer y construir nuestra cultura como mujeres lesbianas.
Pero, con todo, lo más destacable es que “Señoras ilustres que se empotraron hace mucho” resulta algo muy, muy divertido. Está narrado en un tono jocoso y desenfadado, que logra que no puedas parar de pasar páginas. Se nota que la autora se lo ha pasado en grande escribiendo, porque eso es algo que se contagia: es un libro para disfrutar (y también aprender). Desde mi punto de vista, totalmente recomendable. Yo en vuestro lugar, me lo leería.
Que lo disfrutéis, si os apetece.
Te faltó nombrar a Gabriela Mistral, ilustre mujer Premio Nobel de Literatura.