Tras un año de auténtica incertidumbre donde una pandemia mundial nos arrancó de la vida cotidiana. Organizar una boda, puede ser algo bastante simple o una de las aventuras más locas de tu vida. Y si le sumas que la normalidad de cómo se hacen las cosas es arrancada de raíz, el forzoso máster en improvisación y paciencia que vas a sufrir te va a cambiar para siempre.
Como todo acto de inflexión en la vida (descubrir tu sexualidad, salir del armario, perder un ser querido…) el proceso va a ser una ciclogénesis explosiva. Y es aquí donde tendrás dos caras de una moneda tan bipolar, que lo más seguro que a toro pasado el lado positivo destierre todo lo malo.
Porque tras un periodo de vida taaan intenso, un nuevo tú despierta con una vida recién arada y lista para sembrar. Y es que los momentos difíciles son los que realmente te forjan como persona y te ayudan a ver la vida que realmente quieres vivir. Porque evidentemente vas a tener momentos en los que querrás tirar la toalla porque te ahoga no ver una solución.
En esos casos lo mejor es tomar distancia para calmarte y despejar la mente. Porque las cosas hechas en caliente son sólo parches con terribles consecuencias (probablemente una de las lecciones más crueles de aprender en esta carrera vital).
No hay porqué hacerlo todo ya y perfecto. En esta vida llena de procesos, todo tiene su momento y lugar para hacerse bien. Sobre todo, si cuando haces algo con mucho cariño y dedicación a cada paso que das muchos proyectos se caen o no pueden salir como los habías planeado. Y es que la vida es lo que tienes en ese momento y no lo que te gustaría tener (sep, otra desesperante y cruel lección vital).
Aquí os dejamos nuestro vlog sobre nuestra experiencia personal de boda en plena pandemia.
En la vida siempre hay cosas buenas y malas. Y por suerte o por desgracia, tras la tempestad siempre llega la calma.