En el futuro, exactamente en el año 2201, la humanidad es algo menos humana. La tecnología ha revolucionado la forma de vivir de la gente, hasta el punto de que la comunicación interpersonal directa es prácticamente inexistente. La gente sólo se relaciona de forma virtual.
A esta situación ha contribuido de manera decisiva la irrupción de una enfermedad llamada EPC. Se trata de una dolencia extraña que provoca la muerte con el más simple y leve contacto físico. No existe cura ni se la espera. En consecuencia, la población se ha aislado en viviendas especialmente preparadas para que no sea necesario ningún tipo de contacto exterior: incluso la asistencia sanitaria te la presta el propio domicilio (que está dotado de equipamiento especial dirigido por inteligencia artificial y se ocupa de cubrir todas las necesidades del inquilino).
Nuestra protagonista, sin embargo, se salta un poco a la torera las normas. No es que no tenga miedo, que lo tiene; ella, por ejemplo, evita también rozarse con los demás mortales, temiendo morir si cualquiera le toca un pelo. Pero sí sale a fumar a la calle y, sobre todo, ejerce una actividad profesional un tanto heterodoxa y absolutamente prohibida.
Como el sexo. Está proscrito por completo debido a razones sanitarias (es lógico, pocas acciones requieren de tanto roce), la prostitución, el porno y demás cuestiones conexas lo están también. Y como no hay nada que apetezca más y que genere más negocio que todo lo prohibido, en ese mundo futuro realizar actuaciones sexuales o pseudo-sexuales resulta un oficio de lo más lucrativo.
Ella trabaja para Pink Rabbit, un servicio de streaming en el que básicamente se ofrece streap-tease y peep-show. Su nombre “artístico” es Lady Hot y pronto descubrirá que se pueden realizar otras performances más cercanas al sexo no contemplativo. Se trata de un dispositivo tecnológico muy especial: permite crear un escenario virtual, introducirse en él como personaje virtual e interaccionar con otra persona también virtualmente, pero con sensaciones muy reales. Es decir, permite tener sexo y disfrutar de los sentidos pero sin contacto físico real. El invento se denomina dispositivo EES y, por supuestísimo, está prohibido. Lady Hot ofrece sesiones de este tipo a aquel cliente que más haya pagado durante el strip-tease de turno.
Un buen día, SAM009 hace su aparición. Paga a base de bien durante el espectáculo ofrecido por Lady Hot y, consecuentemente, ésta le ofrece un EES. Al entrar en la simulación, Lady Hot descubre que SAM009 es una mujer. Lo que todavía no sabe es que conocer a SAM009 la va a meter en muchos líos. Y cuando digo muchos líos me refiero a líos de verdad, de los gordos, de los que cambian toda la vida y hasta el destino de la humanidad.
“Círculos de cristal” plantea, como hemos visto, una realidad futura que hasta hace relativamente poco tiempo nos resultaba por completo de ciencia-ficción y ahora mismo ya no tanto. Lo curioso de verdad es que la novela nació a finales del año 2019, cuando aún nadie imaginaba que se iba a producir la terrible pandemia mundial que estamos aún padeciendo.
Por ello, resulta toda una ficción premonitoria, en el sentido de que algunas de las cuestiones que se suscitan nos resultan ahora mismo bastante familiares. El aislamiento en nuestras casas nos suena un montón por el periodo de confinamiento, como también nos parece cercana la evitación del contacto físico con no convivientes. No obstante, otros planteamientos son distintos: en el libro de lo que se trata es de no tocarse, el contagio no se produce por vía aérea; nosotros aún no tenemos unas viviendas tan autosuficientes, y los productos todavía nos llegan con un repartidor, por poner dos ejemplos. La tecnología está muchísimo más avanzada en ese mundo futuro y el cristal es uno de sus materiales predominantes, resistente como no lo es nuestro vidrio. Con él se construyen estructuras de edificios o teléfonos móviles; de ahí el título de la novela.
Pero, sobre todo, hay una diferencia esencial entre la enfermedad que preside “Círculos de cristal” y la epidemia que sufrimos actualmente. Y es algo crucial que, por supuesto, no puedo revelar.
Tiene ritmo y acción. Casi desde el principio las cosas se pondrán muy feas y nuestras dos chicas se verán sometidas a grandes peligros y serán víctimas de una pertinaz persecución policial. A lo largo de sus páginas las seguiremos en su intento de escapar, de evitar la muerte y llevar una vida normal. Y, quién sabe, tal vez liberar también al resto del género humano.
Es de lectura ágil, emocionante en muchas ocasiones. Contiene abundantes sorpresas y la trama se desarrolla de manera muy fluida. Sin duda, resulta una novela con la que pasar bastantes buenos ratos. Que la disfrutéis, si os apetece.