Según se nos aclara al final, tras el pseudónimo “Clementine Lips” está una autora de erótica feminista que se ha centrado en la escritura de libros que hablen de sexo entre mujeres, libros que sean capaces de erotizarlas (es decir, nada de la pornografía tradicional dirigida al público masculino), sin vergüenza, sin coacción y sin pasividad. “Cerezas y melocotones” se enfoca en el sexo lésbico, por lo que hoy lo traemos a la palestra.
Es una colección de nueve relatos llenos de erotismo, pasión y lujuria disfrutados entre mujeres. La autora nos explica en el prefacio que hay otro volumen anterior, llamado “Papayas y plátanos”, pero eso queda fuera de nuestro campo de actuación. Así que vamos a lo nuestro, que es la gozosa lesbianidad. Dentro de este libro, encontraremos los relatos siguientes:
Antros
Con la advertencia de “Este corto pertenece al universo Wanderers” comienza un relato ambientado en un local nocturno, discreto por fuera y fascinante por dentro, donde todas las fantasías (sexuales) pueden hacerse realidad. Cuando tu jefa te cita en un sitio así, aunque sea por motivos estrictamente profesionales, no puedes por menos de sentirte algo desconcertada. Nuestra fotógrafa, que tal es el oficio de la empleada que acude a la cita, pronto encuentra a Verónica y Patricia y se ponen a charlar de cuestiones de trabajo. Pero claro, el ambiente no resulta el más propicio para mantener la conversación dentro de esos ámbitos. Ni tampoco para hablar todo el rato, cuando se puede pasar el tiempo en actividades más lúdicas.
¿Quién sospecharía?
La hermana Inés recibe la visita de la señorita Clara. Sor Ágata, la superiora, le tiene advertido que procure ser discreta. En un convento como este, hay bastante tolerancia con actitudes que son vistas como totalmente pecaminosas fuera de sus muros. No obstante, el silencio resulta esencial y no conviene dar cuartos al pregonero. Aunque noble, Inés no resulta la novicia más conveniente: es el escándalo lo que precisamente la ha llevado allí. Escándalo en el que también tiene su participación la señorita Clara.
Cántame al oído
Ser una fan incondicional de una cantante lleva aparejadas unas cuantas frustraciones. La primera de ellas suele ser no tener ninguna oportunidad de trabar relación con tu ídola. Al menos, no una relación suficientemente estrecha como para calmar las fuertes emociones que una aficionada tan grande lleva dentro de sí. Por eso, una amiga sugiere a la protagonista de este relato que finja perderse por el Back-Stage y se cuele en el camerino de su adorada artista como que no quiere la cosa. En otras palabras, lo que toda la vida ha sido la conocida estrategia de hacerse la tonta. ¿Tendrá éxito el ardid? ¿Logrará que al menos le firme un autógrafo? ¿Conseguirá algo más de su Pop Star?
Firme
Aunque los sex-shops no son del agrado de la narradora de esta historia, reconoce que siempre es bueno darle un poco de variedad al lecho. Su pareja, Elisa, sí es más aficionada a los juguetes eróticos y tiene una pequeña colección. Pero para ella es todo un poco novedad. Así que, cuando ve unas suaves (y carísimas) tiras de seda en la tienda, decide comprarlas de inmediato. La simple anticipación de sentirse atada a la cama, ya la pone cachonda. Imaginemos lo que va a suceder cuando efectivamente le dé su uso al caprichito esa misma tarde.
Equipaje
Cuando se viaja sola, no es complicado acoplarse a las conversaciones de los demás mochileros. En aquel hostal charlaban un grupo de estudiantes recién graduados y justo en medio de la reunión estaba Eri. Eri, extranjera y guapa, podía ser el blanco perfecto para un apetitoso encuentro íntimo. La posibilidad de descubrir, según sus propias palabras, “el aparentemente famoso fragor de las mujeres españolas” y así calmar su libido, resulta toda una oportunidad. Y las oportunidades no hay que desdeñarlas.
Las Bambis crecen
Es el cumpleaños de Andrea. Marlene, su pareja, tiene ya dispuesto sobre la mesa de la cocina un paquete rojo que tiene todas las papeletas de ser su regalo. Al abrirlo, la cumpleañera casi se desmaya de gozo: es lo que había pedido hace tiempo, qué detalle. Ya solo queda disfrutar entre las amantes de un juguete erótico tan poco usual.
Piercings que queman
Aunque le aterroriza un poco, nuestra heroína tiene muy claro que desea hacerse un piercing. Pero no en cualquier lugar, en sitios como orejas o labios, no. Ella cuando hace algo lo hace a lo grande y, ya que se pone, pues que duela en condiciones. El piercing ha de ser en un pezón. No obstante, hay ocasiones en que el dolor tiene sus compensaciones.
El dueto de las flores
Este es otro relato marcado como perteneciente al universo Wanderers. Las ninfas, seres prodigiosos, fascinantes y llenos de misterio y fantasía, protagonizan esta historia. Una de ellas nos acerca a su mundo desconocido y mágico, muy especialmente a la ceremonia de iniciación por la que toda ninfa debe pasar para convertirse en ninfa-adulta (en sus palabras, “simboliza el final de nuestra evolución y el comienzo de nuestra independencia”). Las ninfas son muy florales, todas de sexo femenino, y en la ceremonia se culmina su primera polinización, que supone una auténtica transformación en muchos sentidos. No en vano, el sexo es algo importantísimo para las ninfas.
Ruinas y rascacielos
La vida cambió cuando Raquel, amiga de la adolescencia, le pidió amistad en Facebook. Menuda sorpresa, con la de años que hacía que no se veían. Desde entonces, la protagonista de esta narración sufre (o más bien disfruta) una mutación: ya no es la amargada criticona de siempre, se ha divorciado del pelma de su marido y ahora mismo está dispuesta a aprobar la asignatura pendiente que fue Raquel. Porque piensa acostarse con ella, definitivamente sí. Lo desea con todas sus ganas y con todas sus fuerzas.
Como denominador común, los relatos de “Cerezas y melocotones” carecen de vergüenza y mojigatería. Aquí el sexo es sexo, nada de eufemismos y pudorosos tules cubriendo camas y desnudeces para crear ambientes poéticos. Ahora bien, tampoco cruza la delgada línea que separa el erotismo del porno. Me refiero a que, aunque las relaciones sexuales son totalmente explícitas y las cosas se nombran por sus nombres, se prescinde de la crudeza (que muchas veces es vulgaridad). Para entendernos, puede que una lengua ande de aquí para allá, o unos deditos jugueteen como locos por ciertas partes del sur de algún cuerpo femenino, pero siempre todas estas actuaciones se expresan de un modo adecuado y, repetimos, sin caer en la vulgaridad.
En resumen y por todo lo dicho, si tenéis ganas de historias que suban la temperatura personal en varios grados, este es un libro muy apropiado. Que lo disfrutéis, si os apetece.