Bienvenidas a un resumen de episodio más de «Sin Huellas» esa serie en la que un día vas a ganarte el pan y terminas descubriendo a una muertita y robándole un pastizal a la mafia rusa. ¡En menudo lío nos hemos metido!
El episodio lo comenzamos por todo lo alto porque vamos a conocer la historia de como se conocieron Irene y Desi, que no sé ustedes pero era algo que a mi me daba mucha curiosidad. La cosa va de persecuciones, porque resulta que Irene va a una cancha y esta ahí ojeando como policía de incógnito cuando aparece Desi para pelearse con un chico y llevarse un altavoz para después salir corriendo. Irene ve el percal y piensa que ha presenciado un robo, así que sale corriendo detrás de ella y las vemos haciendo ejercicio por todo el barrio hasta que Desi no puede más y se para.
Irene: ¿Me puedes dar lo que acabas de robar chiqui?
Desi: ¡Ay válgame! Madera ¿no? Pues no he robado nada ¡ya lo siento! Pero vamos, que si quieres me puedes cachear.
¡Empezamos fuerte y coqueteando! Si es que me ha recordado a esa gran escena del cacheo entre Pepa y Silvia ¿se acuerdan? Pero si Desi tiene todo el carisma y la cara dura de decir algo así, Irene tiene todos los ovarios y la valentía de seguirle el ritmo. Así que la cachea porque es su deber, pero digamos que no le cuesta mucho trabajo tener que escudriñar todos sus bolsillos. ¡Pero que conste que es porque ella es una policía que se debe a su pueblo y hay que asegurarse de que no traiga drogas o alguna arma!
Como Irene es muy buena en su trabajo, no tarda mucho en dar con el altavoz, pero Desi de inmediato se defiende alegando que es suyo. Lo tenía en su ventana y el chico se lo ha robado, así que ladrón que roba a ladrón tiene cien años de perdón. Irene desconfía y le pregunta qué pasaría si le pregunta al chico. Desi le responde que no tiene ni idea porque un poco tonto sí que es, pero que la espera a que vaya.
Irene: ¿Y si sabías quien era por qué no lo denunciaste?
Desi: ¡Ya te lo dije chiqui! Porque está tonto perdido. Y como lo denuncie su padre le va a dar un palizón que lo va a dejar más tonto todavía.
Irene: La próxima vez, llamas a la policía… Bueno, me voy a la cancha a ver si todavía pillo al chaval.
Desi: ¿Pa qué? Si ya tengo lo que es mío.
Irene: Tía, pero es que me has dicho que en su casa le pegan ¿no?
Desi: Sí.
Irene: Pues a ver si me lo cuenta y hacemos algo ¿o no?
¡Amo como esta escena nos cuenta tantas cosas sobre las dos! Empecemos con Irene. En una conversación entendemos primero, que es una persona empática y buena por naturaleza. Porque no va tirando de placa en plan chulito. Más bien está abierta a las explicaciones de Desi, y aunque no se cree todo a pie puntillas, sí que le da oportunidad a hablar. Pero además, sabemos que es buena por naturaleza y que quiere hacer las cosas bien. Porque podría haber dejado todo ahí e irse a su casa con el deber cumplido. Pero en lugar de eso quiere resolver el nuevo problema que ha visualizado y ayudar a ese chico.
También aprendemos sobre Desi, que es una persona que no se deja de nadie, pero que tampoco va en plan venganza por la vida. Por eso cuando piensa que Irene va a detener al chico lo defiende. ¡Al chico que acaba de robarle! Son dos personas totalmente diferentes que se topan por un minuto y descubren que también tienen muchas cosas en común.
Y ya les digo yo que, si Desi ya le había echado ojo a Irene antes, ahora que ha visto su buen corazón decide que aquí la que no arriesga no gana y se tira a matar. Cuando Irene empieza a caminar hacia la cancha, la detiene.
Desi: ¡Oye! Nada, que yo antes no había robado nada jurado. Pero ahora no sé… me vengo así un poco pa arriba.
Desi se va bailando y deja a Irene con cara ¡ay mi madre! Y todo este romance me había hecho olvidar que en el episodio pasado le habían disparado a Desi, así que cuando cambia la escena y la vemos en el piso con la mochila que llevaba a la espalda entro en pánico. Pero de alguna manera que ni yo, ni el asesino ruso puede comprender está vivita y coleando.
En esas están cuando el casero (que creían que era el esposo de Cata) se desamarra y consigue empezar a pelearse con uno de ellos, así que los distrae a los dos. El pleito hace que se caiga una grúa con un coche y el pobre casero termine aplastado. Pero a Desi y Cata eso les da un momento para salir corriendo y salvar la vida.
Las dos terminan en el coche con la adrenalina a tope y gritando como locas. Cata piensa que ha sucedido un milagro porque una bala le ha dado en toda la espalda a Desi y no ha muerto. Desi no entienda nada porque le dolió y todo pero no la palmó. Al final terminan descubriendo que dentro de la mochila había ¡un lingote de oro! Eso ha salvado la vida de Desi. ¡El lingote de oro ha salvado a la lesbiana morena! ¡Ja! Por fin sabemos por qué las lesbianas mueren tanto en televisión, si es que somos pobres y no nos da para tener lingotes en los bolsillos.
En la comisaría, Irene y su compañero están investigando la balacera que hubo por el centro. Todo quedó registrado por una cámara de seguridad, pero como siempre con estas cosas, el vídeo está borroso y no se ve bien la placa del coche. Los dos están analizando el vídeo en bucle una y otra vez y no consiguen distinguir demasiado. Pero de repente, a Irene se le ponen todos los pelos de punta porque reconoce a cierta morenaza. Disimula como puede frente a su compañero, pero en cuanto este se va, una rápida investigación por las redes sociales de Desi le hace darse cuenta de que, efectivamente, su novia estaba involucrada en el tiroteo.
Y mientras todo esto pasa, Ubaldo, el esposo de Cata está borrachísimo en un bar. Porque ha pasado de seguir sus instrucciones y anda de parranda por España. Cata lo llama por teléfono para pedirle que no le vaya a abrir la puerta a nadie por nada del mundo y sobre todo que no salga y él le contesta afuera del bar super borracho y le asegura que tiene clarísimo lo que tiene que hacer. ¡Ay que nos ha enseñado muy prontito los colores! . El caso es que Desi y Cata deciden por fin sacar todo de la bolsa y descubren que traía un montonazo de dinero sí, pero además 4 lingotes de oro. Vamos, que entre y una cosa y otra han estado paseando unos 175,000 euros. ¡Normal que los rusos quieran la bolsa!
Cata: ¿Oye eso no es mucho para matar a alguien?
Desi: Pues no sé yo como esté el mercado negro de los asesinos la verdad.
¡Ais me encantan!
En esas están cuando Desi recibe una llamada de Irene y está a punto de responderle cuando Cata la detiene y le recuerda que están buscadas por la policía y que Irene es una de ellos. Así que de momento deciden no contestarle.
Y hablando de Irene, la mujer va con la cara contrita y gesto de quien sabe que lo va a pasar mal y toca la puerta del hermano de Desi, que se llama Miguel. Él está enojado con Irene. Pero no, no es por haber salido con su hermana. ¡Sino porque no le cogió el teléfono cuando rompieron! Y él se quedó preocupado por ella, porque la tiene en alta estima y le cabrea que, como se peleó con Desi ya no continuara la relación con él y con su hija.
Irene intenta explicarle que le urge hablar con Desi y que no le coge el teléfono, así que necesita que él le diga donde está viviendo ahora. Pero él le responde que no es buena idea.
Miguel: Es que está viviendo con una. Yo no la conozco de nada, la he visto una vez nada más. Es bajita, yo creo que es de fuera.
A Irene la noticia le cae como un baldazo de agua fría. Pero consigue de alguna manera volver a centrarse en lo importante, que es que Desi está en peligro. Así que le pide a Miguel que cuando a vea a Desi le diga que la llame, porque está metida en un lío muy gordo.
Desi por su parte, está comiendo con Cata, porque a ella la ansiedad le da por comer de todo. Las dos están hablando de los pasos que pueden dar para intentar salir del lío en el que están metidas. Desi propone que llamen a Irene, porque igual ella podría echarles un cable. Pero Cata no quiere. Desi no entiende nada porque Cata lleva todo el tiempo pidiéndole hablarle a la policía y ahora no quiere.
Cata le explica que a la policía sí pero a Irene no, porque Irene fue su ex novia y además Desi la cortó de mala manera. Vamos, que le hizo daño y seguramente ahí hay inquina. De hecho le dice que igual Irene ya la ha olvidado. A Desi, eso le cala en el alma. Le dice que no puede ser verdad porque Irene la acaba de llamar. Cata le responde que la ha llamado porque están buscándolas y no para invitarla al cine y ahí las dos comienzan a discutir. Desi le echa en cara que ella no tiene un buen historial de relaciones, pero cuando ve la carita de Cata se da cuenta de que le ha hecho daño y le pide perdón.
Pasado ese escollo, las chicas siguen pensando en qué hacer, porque dejaron al pobre casero ahí y quieren saber si está vivo o no, pero tampoco quieren regresar y que las maten. Al final optan por escribir una carta en la que prometen devolverles el dinero y silencio total a cambio de que dejen ir al casero. Así van al taller con la intención de dejar la bolsa y la nota.
Con los ovarios en la garganta, Desi entra a dejar la bolsa mientras Cata se queda cuidando afuera. Y está intentando dejar la bolsa cuando un señor llega con intención de entrar al taller. Cata se inventa que tiene roto el coche para intentar distraerlo y que Desi pueda salir pero las cosas se complican cuando la morena encuentra al pobre Casero muerto y enfundado en un clóset. Cata le grita que corre y el señor agarra un fierro y le da en la pierna con él. ¡Auch!
Desi intenta negociar, le dice que ellas no quieren líos, que solo quieren devolver la bolsa y que las dejen en paz pero el tío les responde que de ahí no se va ni Dios. Así que Desi se lanza a placarlo y lo tira, con lo que consiguen suficiente tiempo para volver a salir corriendo.
Intentan subirse en el coche pero ¡no arrancha! Si es que estás dos pobres tienen la negra. Vamos, que necesitan que les hagan una limpia de pirul. En fin, que salen corriendo y detrás de ellas unos ciclistas amigos del malote ruso. Y la pobre Cata que no puede ni correr porque la pierna le duele muchísimo.
Al final terminan subiéndose a uno de esos carritos con los que cargan los palés y a patadas intentan quitarse a los ciclistas. Al final terminan escondidas en un contenedor y al final ya no pueden seguirlas porque aparecen trabajadores y corren a los ciclistas. ¿El problema? ¡Que esos trabajadores venían a cerrar el contenedor! ¡Les digo que están saladas!
Lo peor es que el contenedor empieza a avanzar y por más que gritan nadie las escucha. Así que las dos deciden esperar a que paren y tengan que descargar y ahí sí salir. Así que su siguiente paso es tratar de investigar a donde va el contenedor. ¿Adivinan? ¡A China! Vamos, que se avecina viaje internacional gratuito y sin paradas.
Cata intenta llamar a Ubaldo, pero ya sabemos que a él no se le da bien eso de ser responsable así que no contesta. Lo que sí vemos es que el hermano de Desi llega a la casa y se lo topa ahí dentro y claro no tiene ni idea de quien es.
Y mientras nuestras chicas lidian con el encierro, en casa de los Roselló, el marido de la muertita manda llamar a su hermano para tener una junta con su abogado. Porque los periodistas están preguntan y él es un poquito boca floja. Así que lo mandan a callar básicamente. Luego hablan de que, van a hacer autopsia así que se retrasa el funeral.
Eduardo (el hermano) entonces le pasa al abogado una carpeta con los papeles de su hija para «el tema del testamento» y el marido se indigna y se empiezan a pelear.
En el contenedor, Cata le pide a Desi que le llame a su hermano, pero ella no quiere porque su madre se acabaría enterando y sería una pesadilla. Cata entonces le dice que llame a Irene, pero ahora es Desi la que no quiere porque han quedado en que no iban a llamar a la policía. Y en esas están debatiendo cuando se abre el contenedor y unos policías con perros las encuentran.
En otro lado de la ciudad vemos a Nestor, el esposo de la muerta llegan a un pequeño Yate de una mujer llamada Lucrecia Pallarés que es la reencarnación de Isabel Lobo. Ahí descubrimos que los dos están liados y que él está nervioso porque se pueda saber que tienen una relación. Ella le pregunta qué ha pasado, si los han robado o algo y él responde que no se sabe todavía.
A ella le preocupa que «el problemita» vaya a tener consecuencias con «su proyecto» porque los dos han invertido mucho dinero como para que se le caiga el negocio. Ahí nos damos cuenta todos quien lleva los pantalones de la relación y no es él.
Ya en la estación de policía, Desi y Cata descubren que los de azul piensan que están involucradas en trata de blancas y por eso iban escondidas en el camión. El pobre camionero sufriendo porque no tenía ni idea de que estuvieran allí y ellas peleándose por si llamar o no a Irene. Pero entonces los policías amenazan con llamar a inmigración y ahí sí que Desi decide que prefiere llamarle a su ex que perder a su amiga, así que llaman a Irene.
Irene llega a por las chicas y dice que las necesita la policía nacional pero los de azul se ponen gallitos y le contestan que ahí la competencia es de la guardia civil. Así que Irene se marca un farol de los grandes:
Irene: Ah bueno muy bien… pues vamos a llamar al juez. Que le va a encantar dejar de cenar con su familia para que usted le explique por qué la autoridad competente del puerto cree que es buena idea retener a dos testigos de un asesinato.
¡Y amo a Irene! La amor porque ella piensa que Cata es la nueva novia de Desi, pero a pesar de todo va a por ellas. Y le ves en la cara que por un lado está aliviada de ver que Desi está bien y por el otro se la carcomen los celos porque está «con la otra».
Irene le pregunta nefasta a Desi que qué han hecho y esta le responde que nadita. Que las dos fueron a limpiar una casa y se encontraron con una muerta.
Desi: ¡Ya estaba muerta cuando la encontramos! ¿Qué quieres que hagamos Irene?
Irene: ¡Llamar a la policía! O llamarme a mi.
Desi: No es tan fácil.
Irene: Es muy fácil Desireé. Me llamas, me cuentas lo que ha pasado y punto.
Desi: ¡Claro! Porque tú siempre te has fiado de mi ¿no? Siempre la Desi tiene la culpa de todo. ¡Mira la que me estás liando!
Cata: ¡Tenemos 175,000 euros en una bolsa, nosotras no matamos a nadie y lo queremos devolver!
Irene: ¿Están de broma?
Irene entonces lleva a las chicas hasta el taller donde dejaron el coche que recordemos, se había descompuesto. Pero cuando llegan ahí ¡el coche no está! Así que Irene ya no sabe que creer y decide detenerlas y ¡ahí nos quedamos en este episodio de Sin Huellas!
Como verán, está lleno de emoción, persecuciones y sobre todo mucho humor y buen rollito. La verdad es que ¡me encanta esta serie! Nos vemos aquí para comentar el tercer episodio de la serie.
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