El accidente de aviación que termina con la vida de Sara se cobra también otra víctima: Patricia, su novia. No es que Patricia haya muerto, en el sentido estricto de la palabra, pero algo dentro de sí ha terminado para siempre. Sara y Patricia estaban a dos meses de casarse y formaban una pareja estable y feliz. Nada hacía presagiar que todo iba a acabar de repente y de un modo tan abrupto y cruel. Sin embargo, la vida tiene que continuar y, aunque los recuerdos la persiguen y Sara ocupa aún su pensamiento, Patricia debe seguir adelante. Así que decide trasladarse a Madrid. Sin duda, un lugar diferente y un nuevo trabajo pueden ser de ayuda en su proceso de reconstrucción interna. Encima, le ha surgido la oportunidad de su vida: la oferta de trabajo parte nada menos que de la revista Voyager, la más importante del sector.
Patricia viaja a Madrid dispuesta a tomar con mano firme las riendas de su vida. Llega a la sede de la revista y pacientemente espera junto a otra chica a que llegue su turno para la entrevista de rigor. Pero, oh desilusión, el puesto finalmente no es para ella. Alguien se lo ha pisado.
Al día siguiente recibe una llamada de la revista. Le ofrecen otro trabajo. Será la fotógrafa auxiliar de la persona que ocupará el puesto al que ella optaba (y tenía prácticamente en el bote). La situación no puede ser más humillante, pero Patricia sopesa los dos platillos de la balanza: uno, tragarse la quina; dos, quedarse en el paro. Elige el platillo número uno. Su nueva jefa resulta ser la chica que esperaba a su lado en la entrevista. Se llama Helena.
Los problemas con Helena comienzan desde el principio. No en vano, Patricia ha pronosticado que llamarse como Helena, la de Troya, ya es un síntoma de conflictividad. Desde los primeros encuentros, la jefa se revela como un ser borde, arrogante e insoportable, siempre pronta a soltar comentarios cínicos o pullas hirientes; siempre resuelta a demostrar, minuto a minuto, que ella es la Jefa (con mayúscula) y que su subordinada es precisamente y nada más que eso: su subordinada. Con estos palos, resulta poco fácil construir un cesto de amistad o ni tan siquiera de compañerismo.
Pronto llega el primer reto importante: un reportaje en Teherán. Helena y Patricia deben ocuparse de la parte fotográfica. Va a ser una estancia de cierta duración, así que tendrán que convivir. Y, como se llevan como el perro y el gato, esto no va a ser nada sencillo. Pero a este terrible desafío, Patricia tiene que acumular otro más. Desde el accidente de Sara, a Patricia no le da pánico volar, sino lo siguiente. Cuando sube a un avión, sufre una reacción física de angustia extrema, que tiene que arrostrar como buenamente puede. Curarse no parece fácil porque el terror lo provoca no un miedo abstracto, sino una experiencia real (me refiero a que Patricia siente que el cacharro puede explotar en cualquier momento y a ver quién es el guapo que la convence de lo contrario, después de lo que le pasó a su novia).
Con todos estos ingredientes se plantea la historia de “Un vuelo con escalas”. Se trata de una novela romántica con diálogos naturales, una trama sencilla pero inteligente y bastantes toques de humor.
La intervención de la mejor amiga de Patricia, Pilar, proporciona la mayor parte de las entradas irónicas y/o festivas. Por ejemplo, cuando le toca ejercer de paño de lágrimas “full-time”, Pilar anima a su amiga a salir a la calle con las siguientes jocosas palabras: “Y a mí no me apetece aguantarte todos los días entre estas cuatro paredes. Sal por lo menos a hacer la fotosíntesis”. Como ésta hay un verdadero tropel de salidas graciosas y comentarios burlones. La propia Patricia se expresa así cuando habla de la animadversión que siente por Helena: “la odio con todas mis fuerzas, cada vez que la veo tengo ganas de desollarla y hacerme con ella un tambor rociero”.
“Un Vuelo con escalas” tiene ritmo, agilidad y dinamismo. Se lee con rapidez porque la acción hace que se pueda avanzar por las páginas con bastante facilidad. Es además una lectura divertida, plagada de momentos simpáticos. Pero también contiene una historia de amor interesante, perfecta para saciar el hambre de romanticismo que nos entra a menudo. Que la disfrutéis, si os apetece.