Cuando piensas en uno de esos amores épicos a larga distancia ¿Qué cosas imaginas? ¿En el subidón de los reencuentros? ¿En el amor que lo puede todo? ¿En la fuerza de voluntad? Pues 7900 millas trata precisamente de todo lo bonito que puede tener una relación así, pero lo más interesante para mi, es que también nos cuenta lo difícil que puede ser estar en una.
Amanda está en la relación de sus sueños. Se enamoró de Virginia y ella resultó ser todo lo que ella siempre había querido y necesitado. ¿El único problema? Las separan 7900 millas de distancia y el optimismo a veces falla cuando la persona que más quieres en el mundo es también la que más extrañas.
7900 millas es la segunda parte de 12700 kilómetros. Así que si te gustó ese libro no tengo más que decirte porque la continuación te va a encantar. En el primer libro descubrimos como empezaron su relación Gina y Amanda y las vimos enamorarse a través de los ojos de Gina. Pero en 7900 millas continuamos la historia desde el punto de vista Amanda. Así que será ella la que nos cuente cómo se vive el día a día cuando el amor de tu vida vive tan lejos.
Como yo misma estuve una relación a larga distancia, tengo que admitir que me interesó desde un primer momento el libro porque ¿a quién no le gusta una buena historia de romance que se un poco un paralelo de la tuya propia? Pero algo que me sorprendió de 7900 millas es que ¡me ha encantado como habla de los problemas que tienen este tipo de relaciones y que va más allá de la distancia física! Me encantó porque no todo es bonito cuando tienes una relación a larga distancia pero eso no significa que sea mala. Descubrir una historia que es honesta y romántica al mismo tiempo para mi es como un diamante escondido.
Amanda se enfrenta a varias dificultades, quizá la más importante sea lo que ella tenía pensado que iba a ser su vida en contraposición con la vida que le espera si decide ir más allá con Virginia. Porque entre ellas dos no hay ninguna duda respecto al amor que se tienen mutuamente. Todos sus problemas están derivados de la distancia y lo que esta implica. Porque cuando tienes una relación que va avanzando, no te puedes (ni quieres) quedar estancado en el vaivén de yo voy un mes al año y tu vienes el otro. Eso te puede funcionar unos años en lo que la cosa se hace más estable. Pero aunque ninguna de las dos quiera pensarlo, tiene que haber un punto en el que una de las dos decida mudarse.
Esa es precisamente la dicotomía en la que empiezan a encontrarse Gina y Amanda. Su amor sigue fuerte como un roble, pero cada día se extrañan más y a veces el estar «acompañada desde tan lejos» es asfixiante. El mundo sigue su curso y las dos tendrán que decidir cuáles son su sueños y qué quieren arriesgar para estar juntas. Algo que obviamente no es tan fácil como suena. Porque la teoría del amor lo puede todo no es tan fácil como la práctica cuando lo que tienes que «dejar» es todo por lo que siempre has trabajado.
Otra de mis cosas favoritas sobre este libro es que en mi opinión, tiene una representación de lo que es una pareja lésbica muy estable y sana. Amanda y Virginia tienen problemas, ninguna de las dos es perfecta y aunque se complementan muy bien hay veces en las que no coinciden o no se entienden. Pero a diferencia de ese bollodrama hardcore que a veces nos encontramos en las relaciones lésbicas en los medios de comunicación, las dos intentan que su relación funcione de una manera madura y sobre todo respetuosa. ¿Y saben qué es lo mejor? ¡Que es inmensamente interesante de todos modos!
Digamos que, este libro me gustó tanto que me costó mucho terminarlo porque sufría pensando que se me iba a acabar. Era una dicotomía entre la inmensa curiosidad que tenía por ver como iba a finalizar todo y la ansiedad de pensar que, cuando leyera la última página ya no iba a saber más de esas personitas y sus vidas. Porque yo estaba muy encariñada con ellas y decirles adiós era difícil.
Yo les diría que, si están buscando un buen romance lésbico 7900 millas es su libro. Tiene una historia llena de matices, en la que todos los personajes son relevantes y aportan al universo de la pareja. Además ¿a quién le dan pan que llore? Digamos que en este también ha dejado Cris Ginsey su sello de «master de las sensualidades».