Bienvenidas sean una semana más a nuestro paraíso lesbicanario particular. ¿Cómo les fue la semana? ¿Disfrutando de las vacaciones? ¿O currando? Sea como fuere, ha llegado el momento de desconectar de todo y centrarnos en nuestras jóvenes amigas de Strawberry Panic!

Nuestro décimotercer capítulo comienza con Hikari-chan tachando días en el calendario para ver cuántos le quedan para su reencuentro con Amane-sama.

A continuación nos encontramos con las dos malas malotas de St. Spica (¿se acuerdan de ellas? La parejita de la cual una de ellas aspira a ser Etoile-sama, y no le importan los medios para lograrlo) hablando sobre que la presidenta de St. Spica sigue esperando a que Amane-sama cambie de parecer y quiera ser Etoile, y maquinando planes para que no lo consiga.

A la mañana siguiente nos encontramos con que Amane ya ha regresado y está quedando para ir a algún sitio con Hikari, pero detrás de una columna se encuentra escondida una de las malotas de Spica escuchando la conversación, y parece que va a interferir en sus planes… no les deja tener su cita en paz jum

Llega por fin el tan esperado día, amanece soleado y los pájaros cantan.

Hikari-chan termina de arreglarse con ayuda de Yaya-chan y sale corriendo, pues llega un poco tarde y ha quedado con Amane-sama en la estación. Cuando sale de su habitación, se encuentra con Momomi (la malota que no quiere ser Etoile) y junto con su compañera (la que sí quiere ser Etoile LOL) la meten a la fuerza en una habitación para impedirla ir a su cita con su Amane, y sabe dios qué atrocidades más.

Mientras tanto, Momomi ha ido a buscar a Amane y le ha dicho que mucha gente espera que sea Etoile, y que si ella no desea serlo, que debería ser sincera con la gente ahora que está a tiempo, porque si no luego va a decepcionarles (osea, que se ponga firme con su decisión de no ser Etoile para dejarle espacio a la otra).

Y mientras esta charla tiene lugar, la otra malota se encuentra forcejeando con Hikari, pero claro, la malota es más fuerte…

En esto que pasa Yaya-chan por el pasillo y oye la voz de Hikari diciendo “no porfavoor…” y claro, Yaya-chan al rescate irrumpe en la habitación y salva a Hikari de las garras de la mala malota.

Hikari corre hacia la estación, pues ahora sí que llega realmente tarde, y Yaya-chan marca territorio con respecto a Hikari hablando con la malota.

Hikari-chan llega corriendo a la estación para justo ver como el tren se aleja, sin ella. Pero cuando se gira, ve a Amane-sempai, que no se ha subido al tren si no que se ha quedado esperándola, sentada en un banco. El siguiente tren que pasa va en dirección contraria a la ciudad (que es, inicialmente, hacia donde nuestras chicas tenían intención de ir), y se montan en él. Después de un lindo paseo por el bosque, llegan… ¡a la playa! Que bonito…

Pero pasa el tiempo y estalla una gran tormenta, y Hikari y Amane se refugian en unos huecos que hay entre las rocas. Pero como las cosas malas siempre acaban rápido en esta serie, enseguida se pasa y nos encontramos con un precioso atardecer. Mientras van caminando por la orilla, Amane se da cuenta de que a Hikari le falta un botón de su vestido, y deduce que han sido las malas malotas. Amane se enfurece y le pide disculpas a Hikari, pues ha tenido que sufrir eso por su culpa. Pero Hikari le dice que no fue culpa suya y que solo quiere estar con ella oh… y Amane le dice que ella también quiere estar con ella (valga la redundancia) y que se alegra de que hayan podido pasar el día juntas.

Ya por la noche, Yaya-chan está sola y triste pensando en si ha hecho bien dejando ir a Hikari (no sólo en el sentido físico de haberla dejado ir con Amane, si no haber dejado escapar su amor…) mientras las malas malotas hacen guarrerías en la bañera e ingenian planes malignos para fastidiar a la dulce Hikari y a la estrella de St. Spica.

Cuando por fin regresa Hikari, le trae a Yaya-chan una conchita rosa de regalo que se ha encontrado en la playa a Yaya-chan. Entonces Yaya-chan, en un momento de pasión, le planta un… ¡si! un gran morreo a Hikari.

Y así es como terminar nuestro decimotercer capítulo. ¿Qué les ha parecido? ¡Madre mía, y parecía que ya no podía haber más rollos lesbicanarios entre las chicas!

Vaya chicas, en el decimocuarto capítulo ha cambiado la musiquita del opening! Bueno, pues nuestro capítulo comienza con la ya famosa fiestecita del té, pero esta vez Hikari no ha venido… ¿tendrá algo que ver con el pedazo beso que le plantó Yaya-chan? El caso es que Yaya-chan les pide por favor a Tamao y Nagisa-chan que la dejen dormir en su habitación esta noche… y ellas claro, acceden, pero están muy extrañadas y preocupadas. ¿Qué les habrá pasado a sus amigas? ¿Por qué se habrán peleado?

Mientras están intentando dormir, Yaya-chan recuerda lo que paso… y resulta que no solo la besó, si no que intento “forzarla” igual que la mala malota…

A la mañana siguiente, están Tamao y Nagisa de limpieza cuando oyen gritos en la habitación de al lado, y es que las chicas que viven allí están teniendo una de sus famosas “peleas anuales” LOL muchos y gritos y libros volando de un lado para otro.

Mientras, Hikari está cantando en el coro (donde también debería estar Yaya-chan), vemos que esta está hablando con Amane, quien la reconoce y le pregunta que por qué no está en el coro practicando, igual que Hikari.

Mientras tanto, Nagisa y Tamao están su habitación haciendo un poco de limpieza, cuando Tamao saca del armario el vestido que tenía como complemento el lacito rojo que le regalo a Nagisa, ¿se acuerdan? Justo antes de irse de vacaciones. Entonces Nagisa-chan sale corriendo hacia la piscina y busca como loca el lacito (ya no hay agua en la piscina, por si acaso pensaban que está haciendo submarinismo o algo), y al final lo termina encontrando en la caja de objetos perdidos.

Vuelve a la habitación y se lo devuelve a Tamao, quien se emociona muchísimo porque se acordó del lazo y se pasó toda la tarde buscándolo.

Al mismo tiempo, en la habitación de al lado (las de la gran discusión de los libros volando) una de las chicas se encuentra cosiendo su uniforme, pero parece ser que no se le da muy bien, porque va muy lenta y se pincha cada dos por tres. Su amiga se ríe de ella, pero se dispone a ayudarla. El asunto parece ser que cuando tira de una cuerda, un amuleto que la otra chica le cosió como regalo le molesta, pues ha crecido, y el año pasado, que le pasó exactamente lo mismo, su amiga se dio cuenta (de que había crecido) pero este año no, y se siente ofendida… claro si tu churry no se fija en esos pequeños detalles pues…

A la mañana siguiente Tamao-chan va a buscar a Yaya-chan y le pide que le muestre cuál es el lugar donde conoció a su mejor amiga, y ella le lleva a su “rinconcito secreto” en los jardines de detrás de la catedral.

Mientras tanto, Nagisa-chan va a hacer otro tanto con Hikari-chan con la misma petición y… ¿adivinaron? El sitio es el mismo, los jardines detrás de la catedral.

Ambas recuerdan cómo fue el momento en el que se conocieron, cuando Hikari estaba fuera cantando las canciones del coro pero sin atreverse a entrar, y Yaya-chan le animó a unirse. Así que nuestras chicas se perdonan, se reconcilian y se quieren mucho de nuevo. ¡Que bonitoo!

Esa noche, tienen su fiesta del te todas juntas, ¡como debe ser!

Y así termina nuestro decimocuarto capítulo. ¿Qué les ha parecido? ¿Les ha gustado? Les espero la próxima semana con más SP! y todos los comentarios son bien recibidos, tanto los buenos como los malos (bueno estos últimos no pero es por quedar bien jeje)