Muy buenas y bienvenidas a nuestro penúltimo resumen de Amar en Tiempos Revueltos. Ya que la quinta temporada está por finalizar y Ana y Teresa se marchan de nuestras pantallas, ya sea acompañadas o cada una por su lado… Aun tenemos que esperar solo una semana más para saberlo. Yo soy una persona que sufre y en estos últimos capítulos tengo que hacer mención de dos personas que me han acompañado en mi incertidumbre, frustración, alegría, enfado… ellas son @lipitus y @desiderata__ , así que, compañeras de viaje, vamos a ello.

La semana pasada nos dejó un buen sabor de boca, ya que Ana estuvo enferma y nuestra Teresa no dudo por un instante el dejar a su marido y salir corriendo a cuidar al amor de su vida. Y mejor aún, cuando el detective de cuarta fue a reclamarle y llevársela de casa de Ana, mi Teresa no se dejó, se quedó a pesar de las posibles consecuencias. Y muy posibles, ya que su marido intentó denunciarla por abandono de hogar, pero por falta de pruebas y demás, no consiguió demasiado.

Todo comienza con Abel, el abogado, haciéndole una visita a la Rivas, ambas salen a recibirle como cual pareja consagrada, muy agarraditas…okkkk, ya sé que es porque Ana se encuentra muy débil pero no le quita que sea tierno…

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Ana se queja de que Teresa no le deja poner los pies en el suelo, pero yo y todas sabemos que está encantada de los cuidados de su ex cuñada, que a todas nos gustan que nos mimen y nos cuiden. El abogado, piensa como yo, que se siente afortunada de tener a alguien que se preocupa y vela por ella.

Empiezan a hablar sobre vender o no vender los almacenes y bueno, llámenlo felicidad, llámenlo amor, pero a las chicas como que se les olvida un poco que tienen ahí al abogado. Puesto que una empieza con que la necesita en esos momentos, la otra lo remata con que lo que haga estará bien, y todo ello, rodeado de un halo de miradas, caricias y demás que al abogado no se le pasa por alto. Y recuerda al detective sobre querer denunciar a su mujer, no hace falta atar demasiados cabos para descubrir la verdadera razón.

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El abogado, con la excusa de unos papeles que quiere entregarle a Teresa, la lleva a casa para hablarle de su matrimonio y empieza con la tontería de que a todos le han parecido siempre la “pareja perfecta”, y que está seguro que se quieren, que lo mejor sería arreglar las cosas. Como dije antes, tonterías. La García está rápida y le responde que a veces el amor no es suficiente, que Ana está mal y la necesita a su lado y le dice que esa es la razón del problema, que su marido no lo entiende. Claro que la niña omite la parte en que se está enamorada de su amiga, que se acuestan de vez en cuando y esos pequeños detalles insignificantes…

Al rato, la Teresa va a los almacenes, en los que los empleados le dan recuerdos para su sexy y guapa jefa. Después, tiene la visita de Ibáñez, el cual le dice que a pesar de que los almacenes van muy mal, el no va a retirar la oferta, ella le responde que no puede hacer nada, que son decisiones suyas y él, que sabe de la influencia que ejerce el la Rivas, le aconseja que vendan, puesto que día a día los almacenes pierden valor, es más, le confiesa que si fuera otra persona ya hubiera desistido, pero tiene motivos por los que ayudarlas. Y es aquí donde todos nos volvimos paranoicos o al menos yo y pensé que Ibáñez era hermanastro de Ana y por eso ese afán de ayudarla.

Cuando llega a casa, Teresa le cuenta lo ocurrido a su muj…quiero decir, a Ana, lo de la entrevista de Ibáñez, el cual piensa que tiene mucha influencia sobre la jefa y la Rivas, con una mirada tremendamente sexy, la mira de arriba abajo, para soltarle un “y es verdad…”

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Lo que voy a relatar a continuación lo achaco a la falta de sueño de los guionistas o que estaban con una copa de mas, ya que de repente mi Ana le pide a Teresa que le ponga un Whisky, ante la cara de asombro de la otra. Lo necesita para decirle lo que le tiene que decir, yo empiezo medio a llorar y me echo a temblar… Ana brinda diciendo lo siguiente

Ana: Por el futuro.
Teresa: ¿Por el futuro? Ana que pasa…
Ana: Ya está, se acabaron las dudas, voy a vender los almacenes y… quiero que vuelvas a casa con tu marido.

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La misma cara que a Teresa se me quedo a mí, pero con miles de lágrimas en los ojos, ¿Cómo le dices al amor de tu vida que vuelva con el bruto de su marido? Quiero pensar que la Rivas ya llevaba como 6 whiskys en su cuerpecito para decir tantas tonterías en solo 5 segundos. Y lo peor, ahí termino el capítulo y tuve que esperar 24 horas, para saber que le respondía Teresa… Que como la iba a dejar si era el amor de su vida, que quería estar con ella, que su marido no significaba nada… en fin, 24 horas dan para mucho en esta cabecita.

Pero los guionistas que a veces pienso que están fumados o algo así, comienzan el siguiente capítulo sin darle continuidad a esa escena, por lo menos me contento con el hecho de que la García sigue en esa casa con sus tareas conyugales. Ana le dice que le traiga los papeles que tiene que firmar para la venta de los almacenes, y su amiga-pareja-nuevoamordesuvida le responde que lo piense bien, que puede arrepentirse de ello, pero la Rivas está decidida.

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Así que Teresa se los lleva a Abel, el abogado, y le confiesa que le da mucha pena que los venda, pero este le dice que es lo mejor, que ahora Ana no está bien de salud y lo único que tiene que preocupar es por ella y la pequeña Teresita-Anita que viene en camino.

Ibáñez va a casa de Ana debido a la venta y le confiesa que ha hecho lo mejor, que además le darán el precio fijado al principio y se harán cargo de todas las deudas que tenía. Las chicas están asombradas y quieren saber porque ese hombre ha luchado tanto por el negocio. Éste le confiesa que todo fue por el señor Rivas, ya que cuando él estaba con la universidad se enganchó a las partidas de póker, apostando muchísimo dinero y el papa de Ana fue el único que le ayudó y gracias a él, es la persona importante de negocios que es hoy día. Así que se sentía en deuda con él y que mejor manera que ayudar a su hija.

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A estas alturas ya se puede decir que son un matrimonio bien avenido. Ana leyendo en el sofá, Teresa llevando el café… La primera le comenta que al final será una muy buena venta la de los almacenes, le quedará dinero más que suficiente. Y todo es más maravilloso, más tierno, más bonito hasta que escucho de los sexys labios de Ana lo siguiente, quiero pensar que de nuevo cogió la botella.

Ana: Una vez que liquidemos todo, te haré una transferencia del 10% del beneficio total que se obtenga.
Teresa: No, no Ana, no lo voy a aceptar… es tuyo.
Ana: Quiero que te lo quedes.
Teresa: No lo necesito.
Ana: Lo necesitarás, con ese dinero podrás empezar una nueva vida cuando vuelvas con Héctor.
Teresa: Pero, ¿Quién te ha dicho que voy a volver?
Ana: Volverás.
Teresa: ¿Es que me estás echando de tu lado?

Ainssssss sufro tanto, ahora Ana se pone en modo tienes-que-volver-con-tu-marido-aunque-yo-me-muera-de-la-pena. Yo ya no entiendo nada, ahora que lo tienen todo, la Rivas no ayuda con sus palabras. La cordura que se la van pasando estas mujeres por temporadas, ahora está del lado de Teresa, que le repite que no se empeñe pues no la va a dejar sola y la otra, que sigue con lo mismo. Le confiesa que está pensando irse a Santander, que sus padres tenían allí un caserío y quiere estar allí para cuando nazca el bebé, contratará al matrimonio que trabajaba en aquel entonces y no estará sola. Entonces mi Teresa que no sabe por dónde sacar el nerviosismo ante la inminente partida de su amor, que por lo visto tiene decidido que sin ella y empieza con las preguntas, y al preguntarle si la casa tiene escaleras, entra en modo histeria, ya que le dice que podría perder al niño en una caída, recordemos que ella lo perdió de esa manera, después se disculpa por sus pensamientos paranoicos.

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Una vez en la cama, menos mal que por lo menos duermen juntas, que una ya hasta lo dudaba, de nuevo, como cual matrimonio feliz, una se encuentra leyendo mientras la otra intenta conciliar el sueño, pero como no puede, que mejor que hablar. Teresa le confiesa que tiene muchas cosas en su cabeza. En primer lugar le pide perdón, por lo de perder al niño por las escaleras y después le dice que no quiere que la deje de lado, que quiere irse a Santander con ella, pero mi Ana, que está en plan dura, le responde que lo puede ver a la Anita-Teresita cuando quiera, y yo me pregunto… ¿Quién está hablando de bebés? Ana ¿no te das cuenta que a la que te quiere cerca es a ti? Por lo que a mi Teresa no le vale esa respuesta, que no quiere verlos a veces, sino SIEMPRE…

La García empieza a hacer planes de futuro para los tres, que mientras Ana va a trabajar, porque es obvio que no es mujer de estar en casa, ella podría ocuparse de Teresita-Anita y educarla y que podría vivir felizmente y Ana le confiesa que es fantástico escuchar todos esos planes y por eso, tanto Teresa como yo, no comprendemos porque quiere que vuelva a casa con el bruto y aquí la Rivas le contesta la mayor tontería que escuché en siglos

Ana: Porque tarde o temprano te habrías arrepentido de dejar a Héctor, digas lo que digas, lo sigues queriendo…
Teresa: Si lo tienes tan claro… ¿por qué no me dejas decidir a mi?
Ana: Teresa, yo te quiero…
Teresa: Pues entonces no me dejes.

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Después de una noche de pasión, okkkkkkkkkkk, ya sé que no se vio nada, pero la imaginación es libre… Teresa va a ver a Abel para que se informe de todo sobre la casa de Santander y cuando vuelve a casa para desayunar con Ana, la coge por la cinturita para llegar al sillón , le pone cojines en la espalda, la tapa con la mantita…ainss si esto no es amor… La Rivas que ha entrado en razón, le pregunta si ya sabe como se lo va a decir al detective de barrio que se van a Santander, la otra le responde que diga lo diga no va a ser fácil, pero que no le importa porque solo quiere estar con ella, omitiré la frase completa “yo lo único que quiero es estar contigo durante tu embarazo”

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Y yo me pongo a pensar, ¿Cómo durante el embarazo, es que cuando tenga al niño se va a volver con su amado marido como si nada? En fin, se que esa noche los guionistas volvieron a estar de copeteo en los bares. Y bueno, hasta aquí el resumen, la próxima vez que nos veamos, será para contarles en desenlace de la historia.